de carreteras, empezaron a allanar, enganchadas, el camino entre ambas astronaves. Unos potentes cables estaban tendidos a ambos lados del trazado. Junto a las dos astronaves, habian sido instaladas unas torretas de observacion rematadas por gruesas campanas transparentes de silicoboro. En su interior se encontraban los observadores, que lanzaban periodicamente, a lo largo del camino, los rigidos y mortiferos rayos de las camaras pulsatorias. Durante los trabajos, la intensa luz de los proyectores no se apagaba ni un instante. En la quilla del Argos fue abierta la gran escotilla, desmontaronse unos mamparos, y los hombres se dispusieron a hacer descender sobre las carretillas cuatro depositos de anameson y treinta cilindros de cargas ionicas. Su paso a bordo de la Tantra era empresa bastante mas ardua.
Esta astronave no era posible abrirla como el inanimado Argos, pues al hacerlo, se daria entrada a todos los germenes de la vida extrana, mortales sin duda. Por ello, se limitaron a preparar la escotilla y, despues de apartar los mamparos interiores, transportaron a la Tantra los balones de aire liquido del Argos. Segun el plan trazado, desde el momento en que se abriera la escotilla hasta que terminase la carga de los depositos, se debia ventilar constantemente la galeria receptora con un gran chorro, a fuerte presion, de aire comprimido. Ademas, la astronave estaria protegida por una emanacion radiactiva en cascada.
Poco a poco, los hombres se iban acostumbrando a trabajar embutidos en sus «esqueletos» de acero y a la fuerza de la gravedad, superior en casi tres veces a la de la Tierra. Los insoportables dolores que les atenazaban al principio los huesos, se habian atenuado.
Pasaron varios dias terrestres. Aquel «nada» misterioso seguia sin aparecer. La temperatura del aire circundante empezo a descender bruscamente. Desencadenose un huracan que fue arreciando de hora en hora. Era que el sol negro se ponia: la rotacion del planeta llevaba al continente en que se encontraban las astronaves hacia el lado «nocturno». Las corrientes convectivas, la emision calorifica del oceano y el abrigo de la espesa atmosfera amortiguaban el descenso de la temperatura; sin embargo, mediada la «noche» planetaria, sobrevino una intensa helada. Se conectaron los calentadores de las escafandras, y los trabajos continuaron. Se logro descender del Argos el primer deposito, que fue llevado a la Tantra cuando se desencadenaba un nuevo huracan, el de la «salida del sol», mas fuerte que el de la «puesta». La temperatura ascendia por encima de cero, rafagas de aire compacto traian enormes masas acuosas, unos relampagos rasgaban de continuo el cielo. El huracan habia adquirido tal fuerza, que la astronave empezo a vacilar a los embates del terrible viento. Los hombres concentraron todos sus esfuerzos en afianzar el deposito bajo la quilla de la Tantra. El pavoroso bramido del huracan iba en aumento, en la meseta se alzaban peligrosos torbellinos, muy parecidos a los tornados del golfo de Guinea. En la franja de luz habia surgido una gigantesca tromba de nieve y polvo que hincaba el embudo de su cima en la baja boveda celeste, sombria, salpicada de lunares. A su empuje, las lineas de corriente de alta tension se habian roto, y los chispazos azulencos de los cortacircuitos fulguraban entre los enrollados cables. La luz amarillenta del proyector del Argos se apago, como una vela al soplo del viento.
Erg Noor ordeno que suspendiesen el trabajo y se refugiaran en la Tantra.
— ?Pero alli queda un observador! — exclamo la geologo Bina Led, senalando a la lucecilla, apenas perceptible, de la torreta de silicoboro.
— Lo se, alli esta Niza, yo voy ahora — repuso el jefe de la expedicion.
— No hay corriente, y ese «nada» ha empezado a hacer de las suyas — objeto Bina, seriamente.
— Si el huracan actua sobre nosotros, tambien actuara sin duda sobre ese «nada».
Estoy seguro de que hasta que no amaine la tempestad no habra ningun peligro. En cuanto a mi, soy aqui tan pesado, que no me llevara el viento si voy a rastras, bien pegado al terreno. ?Hace tiempo que queria sorprender a ese «nada» desde la torreta!
— ?Me permite que vaya con usted? — dijo el biologo, acercandose de un salto al jefe.
— Vamos, pero solo usted y nadie mas.
Los dos hombres avanzaron a rastras largo rato, aferrandose a las asperezas y las hendiduras de las rocas, procurando no caer en el radio de los torbellinos. El huracan se esforzaba tenaz en arrancarlos del terreno, darles la vuelta y arrastrarlos. Una vez lo consiguio, pero Erg Noor agarro a Eon, que rodaba ya, echose de bruces sobre el y se asio con sus guantes ganchudos al borde de una pena.
Niza abrio el portillo de su torreta, y los dos hombres penetraron con dificultad, el uno tras el otro. Aquello estaba templado y en calma, la torreta se mantenia en pie firmemente, bien apuntalada en prevision de tempestades.
A la muchacha astronauta, de hermosos cabellos rojizos y ondulados, le produjo inquietud y alegria la llegada de sus companeros. Reconocio honradamente que la perspectiva de pasar la jornada a solas con la borrasca en un planeta extrano no le era muy agradable.
Erg Noor comunico a la Tantra que habian llegado felizmente, y el proyector de la astronave se apago. En aquellas primitivas tinieblas brillaba solamente la debil lucecilla del interior de la torreta. Retemblaba el terreno de los embates de la tempestad, de los rayos y truenos, de las terribles trombas que se alzaban una tras otra. Niza, sentada en un sillon giratorio, apoyaba la espalda contra un reostato. El jefe de la expedicion y el biologo se habian instalado a sus pies en el saliente anular de la base de la torreta.
Voluminosos, debido a sus escafandras, ocupaban casi todo el sitio.
— Propongo que echemos un sueno — oyose queda, en los radiotelefonos, la voz de Erg Noor —. Hasta el alba negra, quedan aun sus buenas doce horas; unicamente entonces amainara el huracan y empezara el suave calor.
Sus companeros aceptaron de buena gana. Agobiados por la triple pesantez, encogidos en las rigidas armaduras que les oprimian y encerrados en la angosta torreta, sacudida por la tempestad, los tres se durmieron: ?tan grandes son las facultades de adaptacion del organismo humano y las fuerzas de resistencia que guarda!
De vez en cuando, Niza se despertaba para comunicar al tripulante de guardia en la Tantra noticias tranquilizadoras, y se quedaba de nuevo adormecida. El huracan habia disminuido sensiblemente, el terreno no retemblaba ya. Ahora podia aparecer el «nada», mejor dicho, el «algo» aquel. Los observadores de la torreta tomaron unas PA — pildoras para la atencion —, a fin de confortar su deprimido sistema nervioso.
— La astronave extrana es mi obsesion continua — confeso Niza —. Ardo en deseos de saber quienes son ellos, de donde vienen, como han llegado aqui…
— Y yo tambien — repuso Erg Noor —. Hace ya mucho tiempo que se transmiten por el Gran Circuito relatos sobre las estrellas de hierro y sus planetas-trampa. En las partes mas pobladas de la Galaxia, donde las astronaves vuelan con frecuencia desde hace largos anos, hay planetas con astronaves perdidas. Muchas viejas naves quedaron adheridas a esos planetas, numerosas y horripilantes son las historias que se cuentan acerca de ellas, historias que se han convertido hoy dia en casi consejas y leyendas sobre la ruda conquista del Cosmos. Tal vez haya en este planeta astronaves de tiempos aun mas remotos, aunque en nuestra zona, poco poblada, el encuentro de tres navios sea un fenomeno completamente extraordinario. En las inmediaciones de nuestro Sol no se conocia ninguna estrella de hierro; nosotros hemos descubierto la primera.
— ?Piensa usted empezar el reconocimiento de la astronave discoidal? — inquirio el biologo.
— ?Desde luego! ?Seria imperdonable en un cientifico desaprovechar una ocasion semejante! Las astronaves discoidales no se conocen en las regiones habitadas que confinan con la nuestra. Esta, procedente sin duda de muy lejos, ha debido de vagar por la Galaxia durante milenios, despues de la muerte de sus tripulantes o de haber sufrido una averia irreparable. Puede que los datos que recojamos en ella aclaren muchos de los mensajes transmitidos por el Gran Circuito… Su forma es rara, de espiral discoidea, y los resaltos de su superficie son muy pronunciados. En cuanto terminemos el transbordo del Argos, nos ocuparemos de esa curiosidad; por ahora, no podemos prescindir de un solo hombre.
— Sin embargo, nosotros hemos reconocido el Argos en unas horas…
— Yo he examinado ya el disco con el estereotelescopio. Esta hermeticamente cerrado, no se ve ninguna abertura. Penetrar en cualquier navio cosmico, bien protegido contra fuerzas mucho mas potentes que todos los elementos de la naturaleza terrestre, es empresa muy dificil. Prueben a introducirse en la Tantra cuando este cerrada, a traves de su coraza metalica, de estructura cristalina modificada, o a traves de su cubierta de borazon… Eso es tarea mas ardua que asaltar una fortaleza. Y la cosa se complica aun mas cuando se trata de una astronave extrana, cuyos principios de construccion se desconocen. Pero intentaremos desentranar el enigma.
— ?Y cuando examinaremos lo hallado en el Argos? — pregunto Niza —. Alli debe de haber interesantisimas observaciones sobre los mundos maravillosos de que se hablaba en el mensaje.