— No. Del nombre colectivo de los continentes meridionales, del pais de la antigua raza negra.
— ?Y como es esa «Hija de los negros»?
— El cuadro es sencillo: ante una llanura de la estepa, a la luz de un sol deslumbrador, una muchacha negra sale de la linde de un amenazador bosque tropical. La mitad de la cara y del cuerpo, firme, como de bronce, esta iluminada intensamente; la otra mitad, en densa penumbra. Un collar de blancos colmillos de fiera rodea su alto cuello, lleva los cortos cabellos recogidos sobre la nuca y cenidos por una corona de flores escarlata. Con la mano derecha alzada, aparta de su camino la ultima rama de arbol y con la izquierda retira de la rodilla un tallo espinoso. El cuerpo en movimiento, la respiracion libre, el vigoroso impulso de la mano revelan la despreocupacion de una vida juvenil que se funde con la naturaleza en un todo, siempre movil como un torrente… Y esta fusion se concibe como un saber, como un conocimiento instintivo del mundo… En los oscuros ojos, dirigidos a la lejania por encima del mar de hierba azulenca, hacia los vagos contornos de las montanas, se percibe, se siente la inquietud, la espera anhelosa de grandes pruebas en el mundo nuevo que acaba de abrirse ante ella.
Evda Nal callo.
— ?Y como pudo Kart San transmitir todo eso? — pregunto Veda Kong —. Tal vez, por medio de las finas cejas fruncidas, del cuello levemente inclinado hacia adelante, de la nuca, desnuda e indefensa. Sus maravillosos ojos estan llenos de la sabiduria de la naturaleza antigua… Y lo mas extrano es esa impresion simultanea de fuerza despreocupada, danzarina, y de ansia de conocer.
— ?Lastima que yo no lo haya visto! — se lamento Dar Veter, lanzando un suspiro —.
Habra que ir al Palacio de la Historia. Veo los colores del cuadro, pero no acabo de imaginarme la pose de la muchacha.
— ?La pose? — repitio Evda Nal, parandose —. Pues mire, aqui tiene a «La hija de Gondwana»… — se quito de los hombros la toalla, alzo el brazo derecho en arco, echose un poco hacia atras y se puso de medio lado hacia Dar Veter. La larga pierna, ligeramente levantada, inicio un leve paso que no acabo de dar, y quedo inmovil rozando la tierra con la punta de los dedos. Y al instante, su flexible cuerpo se transfiguro, pleno de belleza y lozania.
Todos se habian detenido sin ocultar su admiracion. Dar Veter exclamo:
— Evda, ?yo no me figuraba!.. Es usted peligrosa como la hoja de un punal medio desnudo.
— Veter, ?otra vez son torpes sus galanterias! — bromeo Veda riendo —. ?Por que «medio» y no «del todo»?
— Tiene perfecta razon — le defendio Evda Nal, ya la misma de antes —. Precisamente, no del todo. Nuestra nueva conocida, la encantadora Chara Nandi, si que es la hoja refulgente de un punal completamente desnudo, hablando en el lenguaje epico de Dar Veter.
— ?Me resisto a creer que alguien pueda compararse con usted! — resono tras una roca una voz enronquecida.
Evda Nal fue la primera en advertir unos cabellos rojizos, recortados, y unos ojos de un color azul palido que la miraban extasiados. Nunca habia visto ella, en rostro alguno, semejante expresion de arrobamiento.
— Soy Ren Boz — dijo con timidez el pelirrojo, cuando su cuerpo, enjuto, de mediana estatura, se hubo alzado tras el penasco.
— Le buscabamos — repuso Veda, tomando al fisico del brazo —. ?Aqui tiene a Dar Veter!
Ren Boz se puso colorado, y ello hizo que las abundantes pecas de su cara y cuello se destacaran mas.
— Me he entretenido arriba — se disculpo, senalando a la rocosa vertiente —. Alli hay una tumba antigua.
— En ella yace un celebre poeta de tiempos muy remotos — explico Veda.
— Tiene una inscripcion tallada, aqui esta — y el fisico desplego una lamina de metal.
Paso por ella una regla corta, y en la superficie mate fueron apareciendo cuatro lineas de signos azules.
— ?Oh, son letras europeas! Caracteres empleados hasta la implantacion del alfabeto lineal universal. Su forma absurda es heredada de los pictogramas, aun mas antiguos.
Pero esta lengua yo la conozco.
— ?Pues lea, Veda!
— ?Unos minutos de silencio! — ordeno, y todos se sentaron sumisos en las piedras.
Veda Kong empezo a leer:
— ?Magnifico! — exclamo Evda Nal, irguiendose sobre las rodillas —. Un poeta contemporaneo no hablaria con mas claridad de la fuerza del tiempo. Me gustaria saber cual de los dones de la Tierra consideraba mejor y se llevo consigo, en sus pensamientos, antes de la muerte.
A lo lejos, aparecio una canoa, de plastico transparente, con dos personas.
— Son Miiko y Sherlis, un mecanico del lugar. No; me he equivocado — rectifico Veda —. ?Es el propio Frit Don, el jefe de la expedicion maritima! Hasta la noche, Veter, se quedaran solos los tres. Yo me llevo a Evda.
Las dos mujeres corrieron hacia las leves olas y empezaron a nadar juntas en direccion al islote. La canoa viro hacia ellas, pero Veda le hizo con la mano senas de que siguiera adelante. Ren Boz, inmovil, observaba embelesado a las nadadoras.
— ?Despiertese, Ren, y hablemos del asunto! — le grito Mven Mas, y el fisico sonrio turbado y docil.
La explanada de arena compacta, entre dos cadenas rocosas, se convirtio en sala de conferencias cientificas. Ren Boz, armado de un trozo de concha, escribia y trazaba.
Excitado, se echaba de bruces sobre la arena, para borrar con su cuerpo lo trazado en ella, y reemprendia su obra. Mven Mas mostraba su asentimiento o animaba al fisico con breves exclamaciones. Dar Veter, hincados los codos en las rodillas, se enjugaba el sudor que asomaba a su frente a causa del esfuerzo para comprender al que hablaba. Por fin, el fisico pelirrojo callo y, jadeante, se sento en la arena.
— Si, Ren Boz — dijo Dar Veter, despues de un prolongado silencio —; ?ha hecho usted un gran descubrimiento!
— ?Yo solo?… Hace ya mucho tiempo que el viejo matematico Heisenberg formulo el principio de la indeterminacion, de la imposibilidad de determinar exactamente el lugar de las particulas infimas. Pero lo imposible se ha hecho posible merced a la comprension de las transiciones reciprocas, es decir, gracias al calculo repagular. Por aquel mismo tiempo se descubrio la nube anular mesonica de nucleo atomico y el estado transitorio entre el nucleon y ese anillo; es decir, se llego a los umbrales de la nocion de la antigravitacion.
— Supongamos que sea asi. Yo no soy muy entendido en matematicas bipolares, y menos aun en su parte referente al calculo repagular, al estudio de los limites de transicion. Pero lo que usted ha hecho en materia de las funciones umbrias es algo absolutamente nuevo, aunque poco comprensible para nosotros, los no doctos en este aspecto. Sin embargo, yo concibo la grandeza del descubrimiento. Solo que… — Dar Veter no acabo la frase.
— ?Que, concretamente? — pregunto alarmado Mven Mas.
— ?Como hacer la experiencia? A mi me parece que no tenemos posibilidades de crear un campo electromagnetico de tanta intensidad…
— ?Para equilibrar el campo de gravitacion y obtener el estado transitorio? — inquirio Ren Boz.
— Precisamente. Y en ese caso el espacio situado mas alla de los limites del sistema continuara fuera de nuestra influencia.
— Cierto. Pero, segun las reglas de la dialectica, la solucion hay que buscarla siempre en lo opuesto. Si se consigue la sombra antigravitatoria no por el metodo discontinuo, sino por el vectorial…
— ?Oh, eso es una idea!.. Pero ?como?
Ren Boz trazo rapidamente tres lineas rectas, un estrecho sector y corto todo ello con un arco de gran radio.