ayudarla, y ambas trabaron conversacion. La muchacha le pregunto como se podia encontrar, con mas rapidez y facilidad, a una persona en la isla.

La mujer le aconsejo que se incorporase a alguna de las unidades sanitarias que recorrian toda la isla y conocian el lugar mejor que los mismos aborigenes. El consejo agrado a Chara.

Capitulo XI. LA ISLA DEL OLVIDO

El out-board cruzo el estrecho de Palk con fuerte viento en contra y salvando a saltos las lisas olas. Hacia mil anos, habia alli una barrera de bancos de arena y de arrecifes de coral denominada Puente de Adan. Recientes procesos geologicos habian formado en aquel lugar una profunda sima de chapoteantes aguas negras que separaba a la humanidad activa, anhelosa de avances, de los amantes de la tranquilidad.

Mven Mas, afianzado en las piernas, muy abiertas, estaba en pie ante la barandilla, viendo como se iba agrandando en el horizonte la isla del Olvido. Aquella enorme isla, rodeada de un oceano templado, era un paraiso natural. El paraiso, en el primitivo concepto religioso del hombre, venia a ser un delicioso refugio postumo, sin preocupaciones ni trabajos. La isla del Olvido era tambien un refugio para quienes no sentian ya la atraccion de la intensa actividad del Gran Mundo o no querian trabajar al igual que todos.

De nuevo en el seno de la Tierra-Madre, pasaban alli anos de calma, dedicados a sencillas y monotonas labores: la agricultura, la pesca o la cria de ganado al modo de la remota antiguedad.

Aunque la humanidad habia entregado a sus debiles hermanos un gran trozo de tierra fertil, maravillosa, la economia primitiva de la isla no podia asegurar por completo a su poblacion una vida de hartura, sobre todo en las epocas de mala cosecha o de otras anormalidades propias de las fuerzas productivas poco desarrolladas. Por ello, el Gran Mundo entregaba siempre a la isla del Olvido una parte de sus reservas.

Por tres puertos — en el Noroeste, el Sur y el Este de la isla — llegaban los productos alimenticios conservados para largos anos, asi como los medicamentos, medios de defensa biologica y otros articulos de primera necesidad. Los tres administradores principales de la isla residian en aquellos puntos y se denominaban, respectivamente, jefes de los ganaderos, de los agricultores y de los pescadores.

En tanto observaba las montanas azules que se alzaban en la lejania, a Mven Mas le acometio de pronto una amarga duda: ?no perteneceria el a la categoria de los «toros», gentes que siempre habian causado a la humanidad serias complicaciones? El hombre perteneciente a esa categoria era fuerte y energico, pero cruel, sin compasion alguna ante los sufrimientos y penas ajenos, y solo pensaba en la satisfaccion de sus necesidades. En los tiempos remotos de la humanidad, los padecimientos, discordias y calamidades se habian agravado por culpa de aquellos individuos, que se proclamaban, bajo distintos titulos, conocedores exclusivos de la verdad y se consideraban con derecho a aplastar toda discrepancia con sus ideas y a extirpar toda forma de pensamiento o vida diferente de la suya. Desde entonces, la humanidad empezo a evitar la mas leve manifestacion de absolutismo en las opiniones, deseos y gustos y a temer especialmente a los «toros», que, sin tener en cuenta las inquebrantables leyes de la economia ni preocuparse del futuro, vivian solamente al dia. Las guerras y la economia desorganizada de la Era del Mundo Desunido dieron lugar al saqueo del planeta. Se talaban los bosques, quemaban las reservas de hulla y petroleo acumuladas durante centenares de millones de anos, se contaminaba el aire con el acido carbonico y los fetidos desechos arrojados por las fabricas, se exterminaban hermosos animales inofensivos, como las jirafas, las cebras y los elefantes, hasta que el mundo logro llegar a la organizacion de la sociedad. La Tierra estaba emporcada; los rios y los mares, sucios de petroleo y de residuos quimicos.

Y solamente despues de una depuracion radical del agua, el aire y la tierra, consiguio la humanidad dar al planeta el aspecto que tenia, dejandolo tan desbrozado y limpio, que se podia caminar descalzo, por todas partes, sin temor a lastimarse los pies.

En cambio el, Mven Mas, que habia estado en un cargo de responsabilidad menos de dos anos, habia ya destruido un satelite artificial, creado con el esfuerzo conjunto de miles de personas y sorprendentes artificios de ingenieria, causando la muerte de cuatro cientificos capaces, cada uno de los cuales habria podido llegar a ser un Ren Boz… Hasta el propio Ren Boz habia sido salvado a duras penas. Y de nuevo, la imagen de Bet Lon, que se ocultaba alli, en algun lugar de las montanas o los valles, surgio ante el, viva, suscitandole una intensa compasion. Poco antes de partir, Mven Mas habia visto unos retratos del matematico, y en su memoria habianse grabado para siempre el rostro de energicas facciones, gran menton, estrecho entrecejo y ojos penetrantes y hundidos, toda su figura atletica y corpulenta.

El mecanico del out-board acercose al africano.

— Hay mucha marejada. No podremos atracar, las olas saltan por encima del muelle.

Habra que ir al puerto Sur.

— No vale la pena. ?Tienen ustedes balsillas salvavidas? Pondre en una la ropa y ganare a nado la costa.

El mecanico y el timonel le miraron con respeto. Las turbias olas abatianse una tras otra sobre un banco de arena, fundiendose en fragorosa cascada. Mas cerca de la orilla, se adentraban profundamente, en confuso tropel, en la playa de suave declive, espumeantes, removiendo la arena. Unos nubarrones bajos esparcian una lluvia menuda, tibia, oblicua del viento, que se mezclaba con la agitada espuma. A traves de aquella red brumosa, se columbraban unas siluetas grises.

Los dos marinos cambiaron una mirada, mientras Mven Mas se desnudaba y plegaba su ropa. Los que partian para la isla del Olvido quedaban sin la tutela de una sociedad en la que cada uno protegia y ayudaba a los demas. La personalidad de Mven Mas infundia involuntario respeto, y el timonel decidio advertirle del gran peligro. El africano se encogio de hombros despreocupado. El mecanico le trajo un paquete pequeno, hermeticamente cerrado.

— Tome, aqui tiene alimentos concentrados, para un mes.

Mven Mas reflexiono un instante y metio el paquete, junto con la ropa, en la camara impermeable, cerro cuidadosamente la valvula y, con la pequena balsa bajo el brazo, salto la barandilla.

— ?Vire! — ordeno.

El out-board se inclino de costado, en redondo viraje, y Mven Mas, lanzado de la embarcacion, entablo una furiosa lucha con el mar. Desde el out-board se le veia elevarse sobre las crestas de las encrespadas olas para hundirse al instante en sus abismos y resurgir de nuevo.

— Llegara — aseguro el mecanico con un suspiro de alivio —. El mar nos arrastra, hay que marcharse.

Zumbo sonora la helice, y la embarcacion, dando un salto, avanzo alzada por una ola que venia a su encuentro. La negra figura de Mven Mas aparecio en la orilla, en toda su talla, y esfumose en la neblina de la lluvia.

Por la arena, apisonada por el temporal, venia un grupo de hombres sin mas ropas que unos taparrabos. Traian, con aire triunfante, un gran pescado, que se debatia aun. Al ver a Mven Mas, se detuvieron para saludarle amistosos.

— Uno nuevo, venido del otro mundo — comento sonriente uno de los pescadores —. ?Y que bien nada! ?Vente a vivir con nosotros!

Mven Mas, que los miraba franco y afectuoso, nego con la cabeza.

— Me seria penoso vivir aqui, a orillas del mar, otear su infinita lejania, anorando mi hermoso mundo perdido.

Otro pescador — de espesa y canosa barba, que debia considerarse alli ornato masculino — puso su mano sobre el mojado hombro del forastero.

— ?Es que le han mandado aqui a la fuerza?

Mven Mas, con sonrisa de amargura, trato de explicar las causas de su llegada.

El barbudo le dirigio una mirada compasiva y triste.

— Tu y yo no nos entenderemos. Ve alli — el hombre senalo hacia el Sudeste, donde, en un desgarron de las nubes, se perfilaban los escalones azules de unas lejanas montanas —. El camino es largo, pero aqui no hay mas medio de locomocion que esta…

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