veia claramente que rebasaba los sesenta, y era un poco demasiado mayor para ella. En cambio el mas joven le gusto mas, a pesar de que se pregunto si podria acostumbrarse a aquella desagradable palidez. Loren Lorenson (?que nombre tan agradable!) media dos metros, y su pelo era tan rubio que parecia plata. No era tan fuerte como… bueno, como Brant, pero desde luego era mas guapo.
La alcaldesa Waldron sabia juzgar bien a los hombre y a las mujeres, y clasifico con gran rapidez a Lorenson. Habia en el inteligencia, determinacion, quizas incluso crueldad… No le gustaria tenerle como enemigo, pero si le interesaba tenerle como amigo. O mejor…
Al mismo tiempo, no tenia la menor duda de que Kaldor era una persona mucho mas agradable. En su rostro y su voz ya podia distinguir sabiduria, compasion y tambien una profunda tristeza. No era de extranar, teniendo en cuenta la sombra bajo la cual debia de haber pasado toda su vida.
Todos los demas miembros del comite de recepcion se habian acercado y fueron presentados uno a uno. Brant, tras un breve saludo, se encamino directamente a la nave y empezo a examinarla de cabo a rabo.
Loren le siguio; sabia reconocer a otro ingeniero cuando lo veia, y podia aprender mucho de las reacciones del thalassano. Adivino la primera pregunta que le haria Brant. Pese a ello, se sintio desconcertado.
— ?Cual es el sistema de propulsion? Estos orificios de propulsion son ridiculamente pequenos… si es que son eso.
Era una observacion perspicaz; esa gente no eran los salvajes tecnologicos que parecian a primera vista. Sin embargo, no serviria de nada demostrar que estaba impresionado. Mejor era contraatacar y no fiarse de el.
— Es un estatorreactor cuantico restringido, adaptado para vuelo atmosferico usando aire como fluido de trabajo. Utiliza las fluctuaciones Planck… ya sabe, diez a la menos treinta y tres centimetros. Por supuesto tiene un alcance infinito en el aire o en el espacio.
Loren se sintio bastante satisfecho de su «por supuesto». Por segunda vez se quedo admirado del aplomo de Brant; el thalassano apenas habia parpadeado e incluso consiguio decir: «Muy interesante», como si hablara en serio.
— ?Puedo entrar?
Loren titubeo. Negarselo podria parecer descortes, y al fin y al cabo estaban deseosos de hacerse amigos lo mas pronto posible. Y, lo que quizas era mas importante, esto mostraria quien era el amo.
— Desde luego — respondio—. Pero procure no tocar nada.
Brant estaba demasiado interesado para notar la ausencia del «por favor».
Loren le condujo hasta la diminuta camara bajo presion de la astronave. Habia apenas el espacio suficiente para los dos, y tuvieron que recurrir a una complicada gimnasia para que Brant se ajustara el traje espacial sobrante.
— Espero que no sean necesarios por mucho tiempo — le explico Loren — pero tenemos que llevarlos hasta que las pruebas de microbiologia hayan finalizado. Cierre los ojos hasta que hayamos pasado el ciclo de esterilizacion.
Brant noto un tenue brillo violaceo, y se oyo un breve silbido de gas. Luego, la puerta interior se abrio y entraron en la cabina de control.
Cuando se sentaron uno junto al otro, las espesas pero apenas visibles peliculas que les rodeaban casi no dificultaron sus movimientos. Sin embargo, les separaban con tanta eficacia como si estuvieran en mundos distintos… lo que, en muchos sentidos, era todavia cierto.
Loren tuvo que admitir que Brant aprendia rapidamente. Si se le dieran unas pocas horas, podria aprender a manejar aquel aparato… aunque nunca podria comprender la teoria subyacente. A este respecto, la leyenda decia que solo un punado de hombres habian llegado a entender de verdad la geodinamica del superespacio… y llevaban muertos ya varios siglos.
Pronto estuvieron tan enzarzados en discusiones tecnicas que casi olvidaron el mundo exterior. De repente, una voz ligeramente preocupada exclamo desde la direccion general del panel de control:
— ?Loren? Llamando a la nave. ?Que sucede? No hemos sabido nada de vosotros desde hace media hora.
Loren alargo perezosamente una mano hasta un interruptor.
— Dado que nos sintonizais a traves de seis canales de video y cinco de audio, esto es una exageracion.
Esperaba que Brant hubiera captado el mensaje: dominamos completamente la situacion.
— En cuanto a Moses… se encarga de las conversaciones.
A traves de las ventanas curvadas, podian ver que Kaldor y la alcaldesa seguian enfrascados en una seria discusion, uniendoseles de vez en cuando el concejal Simmons. Loren acciono un interruptor, y sus voces amplificadas llenaron subitamente la cabina a un volumen mayor que si estuvieran junto a ellos.
… nuestra hospitalidad. Pero, naturalmente, como puede darse cuenta este es un mundo extraordinariamente pequeno, en lo que respecta a superficie terrestre. ?Cuanta gente ha dicho usted que habia a bordo de su nave?
— Creo que no le he dado ninguna cifra, senora alcaldesa. De cualquier modo, solo unos pocos de nosotros descenderian a Thalassa, a pesar de su belleza. Entiendo perfectamente su… eh… preocupacion, pero no tiene por que sentir la menor aprension. En un ano o dos, si todo va bien, reemprenderemos nuestro camino.
— Ademas, esto no es una peticion de auxilio. ?Al fin y al cabo, no esperabamos encontrar a nadie aqui! Pero una nave estelar no se desvia hasta aqui a la mitad de la velocidad de la luz a no ser que tenga muy buenas razones. Ustedes poseen algo que necesitamos, y nosotros tenemos algo que darles.
— ?Que es, si me permite la pregunta?
— De nosotros, si lo aceptan, los ultimos siglos del arte y la ciencia humanos. Sin embargo, debo advertirle que considere bien lo que un regalo asi podria ocasionar a su cultura. Quiza no seria prudente aceptar todo lo que podemos ofrecerles.
— Le agradezco su honestidad… y su comprension. Ustedes deben de tener tesoros de valor incalculable. ?Que podemos ofrecerles a cambio?
Kaldor solto una de sus sonoras carcajadas.
— Afortunadamente, eso no es ningun problema. Si nos lo llevaramos sin pedirlo, ni siquiera se darian cuenta. Lo unico que queremos de Thalassa es cien mil toneladas de agua. O, para ser mas concretos, de hielo.
11. Delegacion
Hacia unicamente dos meses que el presidente de Thalassa ostentaba el cargo, y todavia no se habia acostumbrado a su infortunio. Sin embargo, no habia nada que pudiese hacer, salvo ejercer lo mejor posible un mal trabajo durante tres anos que iba a durar. Realmente, era inutil pedir una revision: el programa de seleccion, que implicaba la generacion y combinacion de numeros aleatorios del mil digitos, era lo mas proximo a la pura suerte que el ingenio humano podia inventar.
Existian exactamente cinco formas de evitar el peligro de que a uno lo llevasen a rastras hasta el Palacio Presidencial (veinte habitaciones, una de ellas lo bastante grande para acoger a casi cien invitados): tener menos de treinta anos o mas de setenta; ser un enfermo incurable; ser retrasado mental; o haber cometido un delito grave. La unica opcion realmente posible para el presidente Edgar Ferradine era la ultima y habia pensado en ella seriamente.
Sin embargo, tenia que admitir que pese a las molestias personales que le habia causado, probablemente esta era la mejor forma de gobierno que habia ideado jamas la Humanidad. El planeta madre habia necesitado unos diez mil anos para perfeccionarla a base de tentativas y, a menudo, de terribles errores.
En cuanto toda la poblacion adulta estuvo educada hasta los limites de su capacidad intelectual (y a veces, ?ay! mas alla de ella) la democracia autentica se hizo posible. El paso definitivo preciso el desarrollo de comunicaciones personales instantaneas, unidas a ordenadores centrales. Segun los historiadores, la primera democracia verdadera de la Tierra se establecio el ano terrestre 2011, en un pais llamado Nueva Zelanda.
En adelante, seleccionar un jefe de estado fue relativamente poco importante. Una vez fue aceptado por