Sospechaba — aunque su buen sentido le impedia hablar de ello con sus colegas thalassianos — que Zoltan debia su exagerada reputacion a su tragica muerte, acaecida a temprana edad: los recuerdos de lo que habia hecho se confundian con los de lo que hubiera podido llegar a hacer. Habia muerto mientras nadaba frente a la costa de Isla Norte, y ese hecho habia dado lugar a numerosos mitos y leyendas romanticas — un desengano amoroso, un rival celoso, la incapacidad de someter sus teorias a la critica, el terror que el hiperinfinito habia despertado en el —, ninguno de los cuales tenia el menor asidero. Pero servian para engrandecer el recuerdo del gran genio de Thalassa, muerto en el apogeo de su carrera.

?Que decia el anciano profesor? Ufff, que fastidio. Nunca faltaba alguien que hiciera una pregunta ajena al tema o aprovechara la ocasion para exponer alguna teoria propia. Gracias a su larga experiencia la doctora Varley sabia tratar a esos individuos inoportunos y provocar risas a costa de ellos. Pero tratandose del Decano de la ciencia, rodeado por respetuosos colegas y en su propio terreno, deberia emplear mucho tacto.

— Esteee… profesor Winsdale — (Winslade — susurro el presidente, pero la doctora penso que una rectificacion solo empeoraria la cosas) — su pregunta, aunque muy importante, merece una conferencia aparte. Incluso diria que merece todo un seminario para profundizar siquiera un poco.

«Pero quiero responder a su primera critica, que hemos escuchado varias veces. No puedo aceptarla. No hemos querido mantener el empuje cuantico en secreto. La teoria se encuentra almacenada en el Archivo de la nave y quedara registrada en el Archivo General de Thalassa, junto con otros materiales.

«Pero nadie debe hacerse ilusiones. Francamente, ninguno de los tripulantes activos de la nave comprende el empuje. Sabemos usarlo, nada mas.

«Entre los tripulantes en hibernacion hay tres cientificos que, se dice, son especialistas en el problema. No los despertaremos antes de llegar a Sagan 2, a menos que nos enfrentemos a problemas muy serios.

«Se de hombres que se volvieron locos al tratar de visualizar la geometrodinamica del superespacio y averiguar por que el universo tiene once dimensiones, en lugar de una cifra redonda como diez o doce. Recuerdo lo que me dijo el jefe de trabajos practicos del curso sobre propulsion basica:

«Si usted comprendiera el empuje cuantico, no se encontraria aqui sino en el Instituto de Estudios Superiores de Lagrange-1. Y trazo la siguiente analogia, que me fue muy util para curar el insomnio y las pesadillas provocadas por el concepto de diez a la menos treinta y tres centimetros.

«Lo unico que necesita saber la tripulacion del Magallanes es como actua el empuje, me dijo. Son como ingenieros de una red de distribucion de energia electrica. Les basta saber como distribuir la energia, no como generarla. Si el generador es una maquina sencilla, como un dinamo diesel, una bateria solar o una turbina hidroelectrica, los ingenieros podrian comprender los principios basicos de su funcionamiento, pero ese conocimiento no seria necesario para el buen cumplimiento de sus tareas.

«O bien el generador de electricidad podria ser algo mucho mas complejo, como un reactor de fision, o un reactor termonuclear de fusion, o un catalizador de muones, o un nodulo de Penrose, o un nucleo de Hawking y Schwarzchild… ?comprenden? No comprenderian como funciona, pero como ingenieros sabrian distribuir la energia electrica segun fuese necesario.

«Asimismo, pudimos traer el Magallanes de la Tierra a Thalassa y podremos seguir, espero, hasta Sagan 2, sin saber en el fondo como funciona. Tal vez pasen varios siglos, pero algun dia aparecera un nuevo genio capaz de comprender el empuje cuantico.

«Y quien sabe si no aparecera aqui. Un Francis Zoltan moderno, nacido en Thalassa. Y en ese caso ustedes nos devolveran esta visita…

En realidad no lo creia. Pero fue un buen remate, que le gano una ovacion.

22 — Krakan

— El problema no es si podemos hacerlo — dijo el capitan Bey, pensativo —. Los planes estan casi terminados, el problema de la vibracion de los compresores ya esta resuelto y los trabajos de preparacion del lugar estan muy avanzados. Contamos con el personal y los equipos necesarios. La pregunta es: ?conviene hacerlo?

Miro a los cinco oficiales de su Estado Mayor, sentados en torno a la mesa ovalada del salon de reuniones del personal de Terra Nova. Todos volvieron las miradas hacia el doctor Kaldor, quien alzo las manos en gesto de resignacion:

— Comprendo, el problema no es tecnico. Por que no me ponen al tanto.

— La situacion es la siguiente — dijo el capitan Mauna. Se apagaron las luces y sobre la mesa aparecio un modelo de las Tres Islas, flotando en el aire. Pero en realidad no era un modelo: si se agrandaba la imagen, el espectador veia a los habitantes en sus tareas cotidianas.

«Creo que los thalassianos temen al monte Krakan, aunque en realidad es un volcan muy docil: ?nunca mato a nadie! Alli esta el centro de comunicaciones entre las islas. La cima se encuentra a seis kilometros sobre el nivel del mar, es el punto mas alto del planeta. Es el lugar ideal para instalar las antenas; todos los servicios de larga distancia pasan por ahi y son retransmitidos a las otras dos islas.

— Siempre me ha llamado la atencion — dijo Kaldor suavemente — el hecho de en dos mil anos no hayamos podido superar las ondas de radio.

— El universo cuenta con un solo espectro electromagnetico, doctor Kaldor. Debemos aprovecharlo lo mejor posible. Los thalassianos tienen la suerte de que entre los extremos de las islas Norte y Austral no haya mas de trescientos kilometros de distancia, de manera que el monte Krakan alcanza a ambas. No necesitan satelites de comunicacion.

«El unico problema es el acceso y el clima; los nativos dicen que Krakan es el unico lugar del planeta donde hace mal tiempo. Cada tantos anos alguien tiene que escalar la montana, reparar las antenas, remplazar las celulas y baterias solares y despejar la nieve. No es gran problema, pero requiere mucho trabajo.

— Cosa que los thalassianos siempre tratan de evitar — tercio la jefa medica Newton —. Aunque en realidad no tiene nada de malo que ahorren sus energias para cosas mas importantes, como el deporte y el atletismo. Iba a agregar «y para hacer el amor», pero sabia que la broma incomodaria a varios colegas.

— ?Por que escalan la montana? — pregunto Kaldor —. ?Por que no vuelan hasta la cima? He visto que tienen aviones de despegue vertical.

— Si, pero el aire esta muy enrarecido y hay mucha turbulencia. Ha habido varios accidentes, por eso prefieren el otro metodo.

— Comprendo — dijo Kaldor pensativamente —. El viejo problema de la no intromision. ?Debilitaremos su confianza en si mismos? Muy poco, no tendria importancia en mi opinion. Si rechazamos un pedido tan modesto se sentiran ofendidos, y con razon, en vista de la ayuda que nos brindan en la planta de hielo.

— Lo mismo pienso yo. ?Alguna objecion? Perfectamente. Senor Lorenson, el asunto queda en sus manos. Use el avion que quiera, siempre que no se lo necesite para Operacion Copo de Nieve.

A Moses Kaldor le fascinaban las montanas; lo hacian sentirse mas cerca de ese Dios cuya inexistencia no terminaba de aceptar.

Parado en el borde de la gran caldera, contemplaba el mar de lava, petrificada tiempo atras, pero de cuyas grietas aun escapaban jirones de humo. Hacia el oeste, en la distancia, se veian claramente las dos islas grandes, como nubes oscuras sobre el horizonte.

El frio penetrante y la necesidad de ahorrar el aliento agregaban su cuota de emocion al momento. Muchos anos atras habla leido, en alguna novela de viajes y aventuras, la frase «aire embriagador como el vino». En ese momento habia deseado preguntarle al autor si habia respirado mucho vino ultimamente, pero ahora la expresion no le parecia tan ridicula.

— Ya terminamos la descarga, Moses. Podemos volver cuando quieras.

— Gracias, Loren. Me gustaria quedarme hasta la noche, cuando vuelvas a recoger a los demas, pero podria ser peligroso debido a la altura.

— Los ingenieros han traido tubos de oxigeno.

— No lo decia por eso, sino porque un tocayo mio tuvo muchos problemas por subir a un monte.

— Perdon, no comprendo.

— No me hagas caso; sucedio hace muchisimo tiempo. El avion alzo vuelo desde el borde del crater, y los

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