trabajadores de la cuadrilla de reparacion agitaron las manos en senal de despedida. Habian descargado sus herramientas y equipos y se disponian a cumplir con ese rito que precedia a cualquier tarea en Thalassa. Alguien preparaba el te.
El avion se alzo lentamente, esquivando la marana de antenas de todos los tamanos y formas conocidos. Todas apuntaban al Oeste, hacia las dos islas brumosas. Si el avion llegara a interferir alguna emision, se perderian incontables gigabits de informacion, y los thalassianos lamentarian haber pedido su ayuda.
— ?No vamos hacia Tarna?
— Enseguida, pero antes quiero echar un vistazo a la montana. Mira, ?ahi esta!
— ?Que cosa? Ah, si. ??Por Krakan!!
Una exclamacion muy apropiada, en verdad. Surcaba el suelo una profunda hondonada, de unos cien metros de ancho. En el fondo de la hondonada estaba el Infierno.
Los fuegos del nucleo del joven planeta se alzaban hasta pocos metros de la superficie. Un rio amarillo brillante con vetas escarlatas bajaba lentamente hacia el mar. ?Quien podia asegurar que el volcan no volveria a entrar en erupcion, que solo aguardaba una oportunidad propicia? se pregunto Kaldor.
Pero no era el rio de lava lo que buscaban. Mas alla habia un pequeno crater, de un kilometro de diametro, en cuyo borde se alzaban los restos de una antigua torre. Al acercarse comprobaron que tres torres equidistantes se habian alzado desde el borde de la caldera, pero que de dos de ellas solo quedaban los cimientos.
En el fondo del crater vieron una marana de cables retorcidos y laminas metalicas, restos del gran radiorreflector que alguna vez habia estado suspendido de las torres. En el centro se hallaban los restos del equipo de recepcion y trasmision, parcialmente hundidos en un pequeno lago alimentado por las frecuentes lluvias de la montana.
Contemplaron las ruinas de los ultimos lazos con la Tierra, en silencio, como obedeciendo a un acuerdo tacito.
— Es un desastre, pero se puede reparar — dijo Loren finalmente —. Sagan 2 se encuentra a doce grados hacia el norte. Esta mas cerca del Ecuador de lo que estaba la Tierra. Sera mas facil apuntar la onda con una antena offset.
— Excelente idea. Podemos ayudarlos a poner en marcha el proyecto una vez que hayamos construido nuestro escudo. En realidad no creo que necesiten ayuda, puesto que no hay apuro. Tardaremos casi cuatro siglos en comunicarnos con ellos, si es que empezamos a trasmitir apenas llegamos.
Loren termino de filmar el lugar e inicio el descenso frente a la ladera antes de volver el avion hacia Isla Austral. Pero no habia descendido mil metros, cuando Kaldor le llamo la atencion:
— ?Que significa ese humo hacia el nordeste? Parece una senal.
A mitad de camino entre el avion y el horizonte se alzaba una delgada columna blanca, muy nitida contra el cielo azul despejado de Thalassa.
— Vamos a ver. Tal vez sea un barco averiado.
— ?Sabes que me recuerda? — pregunto Kaldor.
Loren se encogio de hombros en silencio.
— Una ballena al lanzar su chorro. Los grandes cetaceos, lanzaban chorros de vapor de agua muy parecidos al que estamos viendo cuando salian a la superficie a respirar.
— Es una teoria muy interesante — dijo Loren —, pero no puede ser, por dos razones. Esa columna tiene casi un kilometro de altura. Una ballena un poco grande, ?no te parece?
— Tienes razon. Ademas lanzaba varios chorros sucesivos, no uno continuo como este. ?Cual es la otra razon?
— Que de acuerdo al mapa alli no hay mar abierto. Y al diablo con mi teoria del bote averiado.
— No puede ser, si Thalassa es puro oceano. Ah, no, ya recuerdo: la Gran Pradera Oriental. Alla se ve el borde. Cualquiera diria que es tierra firme.
Se acercaban rapidamente hacia una gran masa de vegetacion flotante, que cubria buena parte de la superficie oceanica de Thalassa y producia practicamente todo el oxigeno de su atmosfera. Era una superficie continua, de un color verde brillante, casi violento, y parecia lo suficientemente solida como para soportar el peso de un hombre. Su verdadera naturaleza se revelaba en la ausencia absoluta de elevaciones o accidentes de cualquier tipo.
Pero un sector de la pradera flotante, de un kilometro de diametro, aproximadamente, no era llano ni continuo. Algo hervia bajo la superficie y alzaba grandes nubes de vapor con alguna que otra alga.
— Si, me hablaron de esto — dijo Kaldor —. Hijo de Krakan.
— Asi es — respondio Loren —. Es la primera vez que entra en erupcion desde que llegamos. Con que este fue el origen de las islas.
— Si, y la columna volcanica se desplaza hacia el este. Tal vez dentro de pocos milenios los thalassianos tendran todo un archipielago.
Sobrevolaron la zona un par de minutos mas y luego enderezaron hacia la Isla Oriental. Para cualquier otro espectador, la vista de un volcan submarino en medio de los dolores de parto hubiera sido un espectaculo sobrecogedor.
Pero no para estos hombres, que habian asistido a la destruccion de un sistema solar.
23 — Fiesta del hielo
En sus trescientos anos de existencia el yate presidencial, tambien llamado Ferry Interislas Numero 1, jamas habia lucido tan hermoso, con sus banderas y su pintura fresca. Desgraciadamente, la pintura o los pintores se habian agotado antes de terminar el trabajo, y el capitan debia cuidar que siempre presentara su banda de estribor hacia la costa.
El presidente Farradine vestia su traje de ceremonias, una vestimenta espectacular (disenada por la Senora Presidenta) que le daba un aspecto mezcla de emperador romano con astronauta primitivo. No se sentia comodo con esa ropa; el capitan Sirdar Bey, en cambio, estaba feliz con su traje de ceremonias: pantaloncillos blancos, camisa abierta al cuello con charreteras y gorra con trencilla dorada. La llevaba con toda naturalidad, aunque casi nunca tenia ocasion de usarla.
A pesar de que las piernas del Presidente se enredaban en los pliegues de su toga, la visita de inspeccion oficial se habia cumplido a las mil maravillas, y el hermoso modelo de la planta de hielo funcionaba a la perfeccion. Habia producido hexagonos de hielo, del tamano exacto para un vaso de bebida fresca, en cantidades ilimitadas. No era culpa de los visitantes si no comprendian por que los llamaban copos de nieve; en Thalassa no nevaba jamas.
Luego de observar el modelo bajaron a tierra para inspeccionar la planta, que ocupaba varias hectareas sobre la costa de Tarna. Se necesito bastante tiempo para trasportar al Presidente y su comitiva y luego al capitan Bey y sus oficiales de la nave a la costa. Ahora, a la ultima luz del atardecer, contemplaban respetuosos el bloque hexagonal de hielo, de veinte metros de ancho y dos de espesor. Ningun thalassiano habia visto jamas semejante masa de agua congelada. En todo el planeta no habia cosa igual, ya que el hielo no se formaba naturalmente ni siquiera en los polos. Ante la ausencia de masas continentales que impidieran la circulacion, las veloces corrientes ecuatoriales calentaban el agua antes de que pudieran formarse los tempanos.
— ?Por que tiene esa forma en particular? — pregunto el Presidente.
El capitan Malina no pudo reprimir un suspiro de hastio: ya lo habia explicado veinte veces.
— Se trata de cubrir una superficie con bloques identicos — dijo, armandose de paciencia —. Hay solo tres opciones: el cuadrado, el triangulo o el hexagono. Para nuestros fines el hexagono es lo mas eficiente y ademas es de facil manejo. Se juntaran mas de doscientos bloques, de seiscientas toneladas cada uno, para formar el escudo. Sera una especie de emparedado de hielo, de tres capas. Cuando aceleremos la marcha de la nave, las tres capas se fundiran en una para formar un gran disco o, mejor dicho, un cono trunco.
— Ahora que lo pienso — dijo el presidente Farradine, quien se mostraba mas animado que en cualquier otro momento de la visita —, en Thalassa nunca hemos tenido patinaje sobre hielo. Era un deporte muy entretenido, y existia una competencia llamada hockey sobre hielo, aunque no se si convendria reeditarla. Por lo que he visto en viejas cintas de video, era demasiado violenta. Pero seria maravilloso contar con una pista de