—?No! ?No me asustare! —dijo gritando—.Yo…

Estuvo a punto de salir frente a mi y golpear la bomba alli mismo con la tabla de madera —ya la habia levantado por encima de la cabeza y la blandia en el aire— cuando alargue los brazos y lo levante por la cintura.

—?Todavia no! —le dije—. Espera a que yo me haya ido mas lejos. Es una campana muy vieja y es posible que solo le quede un sonido. ?No querras desperdiciarlo, verdad?

Paul meneo el cuerpo de lado a lado, y la cara que puso indicaba que no le importaria malgastar lo que fuera con tal de poder golpear la campana con su tabla de madera.

—Bueeeno —dijo, y se quedo quieto. Lo deje en el suelo—. Pero ?puedo darle fuerte de verdad?

—Tan fuerte como puedas, cuando yo te haga una senal desde lo alto de aquella duna. ?De acuerdo?

—?Puedo praticar?

—Practica golpeando en el suelo.

—?Puedo dar golpes en los charcos?

—Si, practica dandole a los charcos de agua. Es una buena idea.

—?Puedo dar golpes en este charco? —Senalo con la madera al charco circular que se habia formado en la arena alrededor de la bomba. Negue meneando la cabeza.

—No, porque quiza se enfade la campana.

—?Las campanas se ’fadan? —pregunto con el ceno fruncido.

—Si, se enfadan. Ahora me voy. Tu golpeas fuerte a la campana y yo escuchare con atencion.

—Si, Frank.

—No golpearas la campana hasta que yo te haga una senal, ?de acuerdo?

—Pometido —dijo meneando la cabeza.

—Muy bien. Es solo un momento. —Me di la vuelta y comence a correr lentamente en direccion a las dunas. Sentia algo raro en la espalda. Fui mirando a los alrededores a medida que avanzaba para comprobar que no hubiera nadie por alli. Tan solo habia unas gaviotas dando vueltas en un cielo apagado con nubes cargadas. Cuando mire hacia atras pude ver a Paul por detras de mi hombro. Seguia junto a la bomba, golpeando la arena con su tablon, agarrandolo con ambas manos y descargandolo con todas sus fuerzas, saltando al tiempo que lo hacia y gritando. Acelere la carrera por las rocas hasta la arena dura, pase la linea de algas de la marea y llegue a la arena dorada, mas lenta y seca, y subi hasta la hierba, en lo alto de la duna mas cercana. Llegue gateando a la cima y dirigi la vista hacia la arena y las rocas donde se encontraba Paul, una minuscula figura contra el brillo reflejado de los charcos y las arenas mojadas, oscurecido por la sombra del inclinado cono de metal que tenia junto a el. Me levante, espere a que me viera, eche un ultimo vistazo alrededor y despues ondee las manos extendidas hacia arriba y me tire al suelo con las manos detras de la cabeza.

Mientras estaba tendido alli, esperando, cai en la cuenta de que no le habia dicho a Paul donde tenia que golpear la bomba. No paso nada. Yo segui alli tirado sintiendo que el estomago se me iba hundiendo lentamente en la arena de la cima de la duna. Suspire con resignacion y alce la vista.

Paul se veia como un muneco en la distancia, arremetiendo y brincando y echando los brazos atras y dandole golpes una y otra vez a la bomba en el costado. Se podian oir sus gritos de jubilo por encima del rumor del viento en la hierba. «Mierda», me dije a mi mismo y me puse la mano bajo la barbilla justo en el momento en que Paul, tras echar una mirada en mi direccion, comenzo a atacar la espoleta de la bomba. La golpeo una vez y yo ya me habia quitado las manos de debajo de la barbilla para volver a taparme la cabeza cuando de repente Paul, la bomba, el pequeno charco de agua que la rodeaba como un halo y todo lo que habia a diez metros alrededor desaparecio dentro de una ascendente columna de arena, humo y rocas volantes, iluminado todo un instante desde el interior en ese breve y cegador primer momento, por la detonacion del potente explosivo.

La ascendente columna de restos se elevo y se ensancho, y comenzo a descender cuando la onda expansiva me llego como un latido de la duna. Tenia una vaga idea de que existian multitud de pequenas grietas en las resecas laderas de las dunas cercanas. El estruendo se propago por ellas como el encrespado ruido de tripas de un trueno. Observe un creciente circulo de salpicaduras que surgia del centro de la explosion a medida que los restos volvian a caer. La columna de gas y arena fue desplazada por el viento, oscureciendo la arena con su sombra y formando una cortina de niebla en su base, como la que se puede ver a veces bajo un nubarron cuando comienza a descargar la lluvia. Ahora podia ver el crater.

Sali corriendo duna abajo. Me detuve a unos quince metros del crater aun humeante. No me pare a observar con detenimiento los restos que habia alrededor, tan solo una mirada de reojo, como queriendo, y al mismo tiempo evitando, ver carne ensangrentada o ropas desgarradas. El estrepitoso sonido regreso retumbando posiblemente desde las colinas que hay detras del pueblo. El borde del crater estaba marcado con enormes astillas de piedras desgarradas del lecho rocoso que hay bajo la arena; se alzaban como dientes rotos alrededor de aquella escena, unas apuntando al cielo y otras desplomadas alrededor. Contemple como la nube lejana de la explosion se iba desplazando por encima del estuario, dispersandose, y despues me di!a vuelta y corri con todas mis fuerzas hacia la casa.

Asi que hoy en dia estoy en condiciones de afirmar que se trataba de una bomba alemana de media tonelada, y que fue lanzada por un HE 111 averiado que iba de vuelta a su base en Noruega tras un infructuoso ataque a la base de lanchas rapidas que habia al fondo del estuario. Me gusta imaginar que fue el canon que estuvo instalado en mi Bunker el que le acerto y forzo al piloto a dar la vuelta y arrojar las bombas que llevaba.

Las puntas de algunas de aquellas astillas de roca ignea todavia sobresalen de la superficie de la arena que acabo volviendo a la playa, y conforman el llamado Circulo de la Bomba, el monumento mas apropiado para honrar la memoria del pobre Paul; un blasfemo circulo de piedra en donde juegan las sombras.

Volvi a tener suerte. Nadie vio nada, y nadie podia imaginar que yo lo hubiera hecho. En esta ocasion estuve ocupado con el dolor, desgarrado por la culpa, y Eric tenia que cuidarme mientras yo representaba mi papel a la perfeccion, sin ayuda de nadie. No disfrute enganando a Eric, pero sabia que era necesario; no podia decirle que yo lo habia hecho porque no habria entendido por que lo habia hecho. Se habria horrorizado, y probablemente jamas habria vuelto a ser mi amigo. Asi que tuve que hacerme pasar por un nino torturado que se culpaba a si mismo y Eric tenia que consolarme mientras mi padre seguia meditabundo.

La verdad es que no me gusto nada el modo en que Diggs me interrogo acerca de lo que habia ocurrido, y por un momento pense que podria haberlo adivinado, pero mis explicaciones le parecieron satisfactorias. No me ayudo mucho tener que referirme a mi padre como «mi tio» y a Eric y a Paul como «mis primos»; eso fue idea de mi padre para intentar ocultar a la policia mis lazos familiares en caso de que Diggs se pusiera a husmear y descubriera que yo no existia oficialmente. Le conte la historia de que yo era el hijo huerfano de un hermano mas joven de mi padre que habia desaparecido hacia tiempo y que tan solo pasaba largas temporadas de vacaciones1 en la isla, mientras pasaba de pariente en pariente, hasta que se resolviera definitivamente mi futuro.

De todos modos, sali bien parado de aquel dificil trago, y hasta el mar vino por una vez en mi ayuda, pues poco despues de la explosion subio la marea y barrio todas las huellas delatoras que pude dejar en la arena, aproximadamente una hora antes de que llegara Diggs del pueblo para inspeccionar la escena del accidente.

Cuando llegue a la casa ya estaba alli la senora Clamp descargando la enorme cesta que llevaba sobre el manillar de su vieja bicicleta, apoyada contra la mesa de la cocina. Estaba ocupada rellenando los armarios de la cocina, el refrigerador y el congelador con la comida y las provisiones que habia traido del pueblo.

—Buenos dias, senora Clamp —le dije amablemente al entrar en la cocina. Ella se volvio a mirarme. La senora Clamp es muy vieja y extremadamente pequena. Me miro de arriba abajo y dijo:

—Vaya, con que eres tu, ?no? —y se dio la vuelta para seguir descargando cosas de la cesta, sumergiendo ambas manos en ella para emerger cargada de grandes paquetes envueltos en papel de periodico. Fue arrastrando los pies hasta el congelador, se subio a una banqueta que habia al lado, deshizo los envoltorios, que revelaron bolsas de mis hamburguesas congeladas, y las metio en el congelador, introduciendose casi hasta desaparecer. Me di cuenta de lo facil que resultaria… Sacudi la cabeza para olvidar aquella estupida idea. Me sente a la mesa de la cocina para observar como trabajaba la senora Clamp.

—?Como le va, senora Clamp? —le pregunte.

—Bueno, pues no me puedo quejar —dijo la senora Clamp meneando la cabeza de un lado a otro y bajando de la banqueta para volver a coger mas hamburguesas congeladas y seguir rellenando el congelador. Estaba seguro de que podia ver minusculos cristales de hielo colgandole de su desvaido bigote.

Вы читаете La fabrica de avispas
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату