espalda y me sente pesadamente en la peana, despues me levante tambaleante y me subi los pantalones.
—?Por que lo hiciste? —me dijo Jamie, todavia jadeante.
Yo le salude con la mano, luchando por ponerme el cinturon. Estaba empezando a sentir nauseas de nuevo, y percibia descomunales emanaciones de humo del pub que surgian de mi ropa.
—Lo… —comence a decir—. Lo siento — y las palabras se convirtieron en una arcada. La parte antisocial de mi cerebro se puso a pensar de repente en los huevos y en el beicon grasiento y mi estomago estaba a punto de entrar en erupcion. Me doble por la cintura, con arcadas y vomitos, sintiendo que el estomago se me contraia como un puno cerrado; involuntariamente, con vida propia, como una mujer debe de sentir las patadas de un teto. La garganta me raspaba con la fuerza del chorro. Jamie me agarro cuando estaba a punto de caerme. Me quede alli quieto, como una navaja medio abierta, salpicando ruidosamente la explanada, Jamie metio una mano por la cintura de mis pantalones de pana para evitar que me cayera de bruces y me puso la otra mano en la frente mientras murmuraba algo. Yo seguia teniendo nauseas y ahora el estomago me dolia muchisimo; tenia los ojos inundados de lagrimas, la nariz me moqueaba y sentia la cabeza como si fuera un tomate maduro a punto de explotar. Luche por recobrar el aliento entre arcadas, arrojando chorros de vomito, y tosiendo y escupiendo al mismo tiempo. Oi como emitia un horrible sonido como el que hacia Eric cuando le daba un ataque por el telefono, y confie en que no pasara nadie en ese instante y me sorprendiera en un momento tan indigno y en una posicion tan delicada. Por fin pare, me senti mejor, y volvi a empezar, sintiendome diez veces peor. Me eche hacia un lado con la ayuda de Jaime y me apoye con las dos manos en una zona del suelo de cemento un poco mas limpia, donde las manchas de aceite parecian estar secas. Tosi, escupi y senti arcadas unas cuantas veces hasta que me eche hacia atras y apoye la espalda en los brazos de Jamie colocando las rodillas a la altura de la barbilla para aliviar el dolor de los musculos de mi estomago.
—?Mejor ahora? —dijo Jamie. Yo asenti. Me incline hacia delante hasta apoyarme en el trasero y los talones, con la cabeza entre las rodillas. Jamie me daba palmaditas en la espalda—. Quedate asi un minuto, querido Frankie—. Senti como se fue unos segundos. Volvio con unas toallitas de papel aspero del dispensador del patio y me limpio la boca con un trozo y el resto de la cara con otro. Hasta se las llevo y las tiro al cubo de la basura.
A pesar de que seguia sintiendome borracho, de que me dolia el estomago y de que me sentia la garganta como si alli hubiera tenido lugar una pelea de puerco espines, me sentia mucho mejor.
—Gracias —consegui decirle a Jaime, y comence a levantarme. Jamie me ayudo a ponerme en pie.
—Por Dios, Frank, como te has puesto.
—Ya veo —le dije enjugandome los ojos con la manga de la camisa y echando un vistazo alrededor para comprobar que seguiamos solos. Le di un par de palmadas en el hombro y nos dirigimos a la calle.
Caminamos por las calles desiertas, yo respirando profundamente y Jamie sosteniendome por un codo. La chica se habia ido, no habia duda, pero no lo sentia lo mas minimo.
—?Por que te pusiste a correr de ese modo?
—Tenia que largarme —le conteste meneando la cabeza.
—?Como? —y se puso a reir—. ?Y por que no lo dijiste?
—No podia.
—?Solo porque estaba alli la chica?
—No —le dije, y tosi—. No podia hablar. Demasiado borracho.
—?Como? —dijo Jamie riendo.
—Si —le dije asintiendo con la cabeza—. Volvio a reirse y sacudio la cabeza. Seguimos caminando.
La madre de Jamie todavia estaba levantada y nos preparo un te. Es una mujer grande que siempre lleva puesta una bata verde cuando la veo por las noches despues de salir del pub en las ocasiones en que, como ocurre a menudo, su hijo y yo acabamos en su casa. No es muy desagradable, aunque hace ver que le agrado mas de lo que en verdad siente.
—Mirate jovencito, no tienes muy buen aspecto. Venga, sientate aqui y te traere un te enseguida. Vaya oveja descarriada. —Yo estaba plantado en un sillon del salon en aquella casa de proteccion oficial mientras Jamie intentaba colgar nuestras chaquetas. Se podian oir sus saltos en el vestibulo.
—Gracias —le dije con la voz rota y la garganta seca.
—Aqui tienes, carino. Bueno, ?quieres que encienda el fuego? ?Tienes mucho frio?
Sacudi la cabeza y ella sonrio y asintio y me dio unas palmaditas en el hombro y se fue arrastrando los pies a la cocina. Jamie entro y se sento en el sofa junto a mi sillon. Me miro, esbozo una sonrisa forzada y sacudio la cabeza.
—?Estas hecho un desastre! ?Estas hecho un desastre! —Dio una palmada y se hundio en el sofa, con los pies rectos delante de el. Yo parpadee y mire a otro lado—. No te preocupes, querido Frankie. Con un par de tazas de te estaras como nuevo.
—Humm —logre murmurar, y me estremeci.
Me marche sobre la una de la manana, mas sobrio y empapado en te. Mi estomago y mi garganta casi habian vuelto a su estado normal, aunque mi voz seguia sonando aspera. Les di las buenas noches a Jamie y a su madre y me fui caminando por las afueras del pueblo hasta el sendero que lleva a la isla. Despues continue por el camino en la mas absoluta oscuridad, utilizando a veces mi pequena linterna, en direccion al puente y a la casa.
Era un paseo muy tranquilo a traves de terrenos de dunas, marismas y ocasionales pastos. Lo unico que se podia oir, aparte de mis pasos en el sendero, era el lejano estruendo de los camiones pesados por la carretera que atraviesa el pueblo. El cielo estaba cubierto de nubes que apenas dejaban pasar la luz de la luna y me dejaban frente a una oscuridad absoluta.
Me acorde de una ocasion, en mitad del verano, hace dos anos, cuando volvia por el sendero con el crepusculo de la tarde despues de pasar el dia caminando por los montes que hay detras del pueblo. A la caida de la noche vi unas luces extranas desplazandose en el aire mas alla de la isla. Ondeaban y se movian de un modo muy extrano, refulgiendo, desplazandose y destellando con una densidad y solidez impensables en algo que flota en el aire. Me pare y estuve observandolas un tiempo, tratando de captarlas con mis prismaticos, y me dio la impresion de que, de vez en cuando, entre las cambiantes imagenes de luz, podia distinguir estructuras a su alrededor. Un escalofrio me recorrio el cuerpo, y mi mente se apresuro a racionalizar lo que veia. Rapidamente desplace la mirada a las tinieblas y volvi a alzar la vista hacia aquellas lejanas y silenciosas torres de llamas oscilantes. Estaban suspendidas en el cielo como rostros de fuego que observaran la isla desde lo alto, como esperando algo.
Entonces cai en la cuenta y supe lo que estaba pasando.
Un espejismo, un reflejo de capas de aire en alta mar. Estaba contemplando las llamaradas de las plataformas petroliferas, quiza a cientos de kilometros de distancia, en el mar del Norte. Al volver a mirar aquellas formas difuminadas alrededor de la llama me parecieron plataformas, construidas vagamente con el fulgor de sus propios gases. Segui mi camino feliz tras aquello —sin duda mucho mas feliz de lo que estaba antes de ver la extrana aparicion— y se me ocurrio que alguien menos logico y menos imaginativo que yo habria llegado a la conclusion de que lo que estaba viendo eran OVNIS.
Finalmente llegue a la isla. La casa estaba a oscuras. Me quede contemplandola en la oscuridad, apreciando en silencio su masa bajo la tenue luz de una luna borrosa, y pense que parecia mayor de lo que era, como una inmensa cabeza de piedra, como una enorme calavera iluminada por la luna, llena de formas y recuerdos, que miraba al mar, unida a un vasto y poderoso cuerpo, enterrado en las rocas y la arena, dispuesto a desperezarse y a salir de alli, desenterrandose el mismo, esperando una orden o senal inescrutable.
La casa miraba fijamente al mar, a la noche, y yo entre en ella.
5. UN RAMILLETE DE FLORES
Mate a Esmerelda porque me parecio que me lo debia a mi mismo y al mundo en general. Despues de todo, me habia cargado a dos ninos y por lo tanto le habia hecho a las mujeres una especie de favor estadistico. Si