Encontre los hilos principales de control y se los entregue a Esmerelda, ensenandole como y donde utilizarlos. Habia hecho unas lazadas para pasarlas alrededor de sus munecas de manera que, segun le conte, no perdiera el agarre. Ella paso sus manos por el nailon trenzado, asiendo con fuerza un hilo y tomando el manojo de flores y el otro hilo con la otra mano. Yo agarre mi parte de los hilos de control y los pase en una lazada alrededor de la cometa. Esmerelda se puso a saltar y me dijo que me diera prisa y que empezara a volar la cometa. Eche un ultimo vistazo alrededor y a continuacion solo tuve que empujar un poco con el pie hacia arriba la parte superior de la cometa para que cogiera viento y se elevara. Retrocedi corriendo detras de la espalda de mi prima mientras el hilo suelto entre ella y la cometa, que ascendia con rapidez, se iba tensando.
La cometa remonto el vuelo en el aire de manera brutal, elevando su cola con un sonido como el de carton desgarrado. Dio una sacudida y crujio en el aire. Esquivo su propia cola y flexiono sus huecos huesos. Yo me coloque detras de Esmerelda y sostuve los hilos justo detras de sus pequenos codos pecosos, esperando el tiron. Las lineas se tensaron y entonces llego. Tuve que clavar los talones en el suelo para mantener el equilibrio. Choque contra Esmerelda y ella dio un chillido. Habia soltado los hilos cuando sintio el primer chasquido brutal al tensarse el nailon, y se quedo, alternativamente, mirandome con la cabeza vuelta y mirando al cielo que nos cubria. Seguia aferrada a sus flores y los tirones que yo daba lucian que sus brazos se movieran como los de una marioneta, atrapada en los lazos. Tenia el carrete sujeto al arnes, un poco suelto entre mi pecho y mis manos. Esmerelda volvio su rostro hacia mi una ultima vez, entre risitas, y yo tambien me rei. Entonces solte los hilos.
El carrete la golpeo al final de su espalda y dio un grito. Entonces fue elevandose sobre sus pies a medida que los hilos tiraban de ella y los lazos apretaban sus munecas. Yo me tambalee hacia atras, en parte para que pareciera la reaccion normal ante la remota posibilidad de que hubiera alguien observando, y en parte porque perdi el equilibrio al soltarme el carrete. Me cai al suelo cuando Esmerelda lo abandonaba para siempre. La cometa continuo chasqueando y flameando y flameando y chasqueando mientras iba alzando a la nina de la tierra y la encumbraba en el aire, con carrete incluido. Me quede tendido de espaldas y contemple aquello un segundo para levantarme enseguida y salir corriendo detras de ella tan veloz corno pude porque, una vez mas, sabia que no podria alcanzarla. Ella gritaba y agitaba las piernas con todas sus ganas, pero los crueles lazos la sujetaban por las munecas, la cometa estaba a merced de las fauces del viento, y ya quedaba muy lejos de mi alcance aunque hubiera querido cogerla.
Corri y corri, saltando de una duna y rodando por la ladera que da al mar, contemplando como la pequena figura gesticulante iba alzandose mas y mas en el cielo a medida que la cometa se la llevaba. Apenas se oian ya sus gritos y chillidos; solo un leve gemido arrastrado por el viento. Volo sobre las arenas y las rocas en direccion al mar, y yo corria, alborozado, debajo de ella, contemplando como el carrete atascado se balanceaba bajo sus agitados pies. Su vestido ondulaba a su alrededor.
Subio y subio y yo segui corriendo, sobrepasado ahora por el viento y la cometa. Corri atravesando los charcos rizados a la orilla del mar y despues acabe metiendome en el agua hasta las rodillas. Fue entonces cuando algo, que a primera vista me parecio homogeneo, y despues vi separarse y disgregarse, cayo de ella. Al principio pense que se habia meado encima pero enseguida vi flores descendiendo del cielo y caer en el agua delante de mi como una rara lluvia. Avance chapaleando por el agua poco profunda hasta que llegue hasta ellas y recogi las que pude, alzando la vista desde mi recolecta para contemplar como Esmerelda y la cometa partian hacia el mar del Norte. Se me paso por la cabeza la posibilidad de que pudiera llegar a cruzar el maldito mar y llegar a tierra antes de que el viento amainara, pero estime que, aunque tal cosa pudiera ocurrir, yo ya habia hecho todo lo que estaba en mi mano, y mi honor estaba a salvo.
Observe como se iba haciendo mas y mas pequena, y despues me di la vuelta y me dirigi a la playa.
Sabia que tres muertes en mi inmediata vecindad en un plazo de cuatro anos tenia que parecer sospechoso, y ya habia planeado cuidadosamente mi reaccion. No sali corriendo hacia la casa sino que volvi a las dunas y me sente alli con las flores en la mano. Me cante canciones, me invente historias, me entro hambre, me revolque un poco en la arena, me frote un poco los ojos con ella y, en general, intente meterme a fondo en un estado mental que pareciera terrible para un nino como yo. Y alli seguia sentado al atardecer, mirando fijamente al mar, cuando un joven trabajador forestal del pueblo me encontro.
Formaba parte del grupo de busqueda organizado por Diggs despues de que mi padre y mis parientes nos echaran en falta y llamaran a la policia. El joven aparecio en lo alto de las dunas silbando y golpeando de vez en cuando canaverales y matojos con un palo.
Hice como si no lo viera. Me quede mirando fijamente al mar, tiritando y aferrado a las flores. Mi padre y Diggs llegaron despues de que el joven diera la voz a la brigada de gente en hilera que batia las dunas en nuestra busca, pero yo segui sin reconocer su presencia. Al final habia decenas de personas arracimadas a mi alrededor, mirandome, haciendome preguntas, rascandose la cabeza, mirando sus relojes e intercambiando miradas. Yo hice como si no viera a nadie. Formaron de nuevo una hilera y se pusieron a buscar a Esmerelda mientras a mi me llevaban a la casa. Me ofrecieron una sopa, que deseaba mas que nada en el mundo, pero que hice como si no la viera, me hicieron preguntas que conteste con un silencio catatonico y una mirada perdida. Mi tio y mi tia me sacudieron por los hombros, sus rostros enrojecidos y sus ojos en lagrimas, pero yo hice como si no los viera. Finalmente mi padre me llevo a mi cuarto, me desvistio y me metio en la cama.
No me dejaron solo en mi habitacion durante toda la noche y, tanto si fue mi padre, Diggs, o cualquier otro quien me acompanaba, lo mantuve despierto quedandome tendido tranquilamente durante un rato, fingiendo estar dormido, y a continuacion poniendome a gritar con todas mis ganas y cayendome de la cama para acabar tirado en el suelo. En cada ocasion me recogian, me abrazaban y me devolvian a la cama. Y en cada ocasion yo pretendia volver a dormirme y volverme loco a los pocos minutos. Si cualquiera de ellos me hablaba yo me quedaba tintando en la cama y lo miraba fijamente, sordo y mudo.
Estuve asi hasta el amanecer, cuando la partida de busqueda volvio, sin Esmerelda, y entonces decidi que ya podia dormirme.
Tarde una semana en recuperarme y tengo que reconocer que fue una de las mejores semanas de mi vida. Eric volvio de su crucero con el colegio y comence a hablar poco despues de su llegada; al principio solo fueron palabras sin sentido que se fueron transformando mas adelante en indicios inconexos de lo que habia ocurrido, seguido siempre todo ello de alaridos y de estado catatonico.
Alrededor de la mitad de la semana permitieron que el doctor MacLennan me viera un momento, despues de que Diggs rechazara la prohibicion de mi padre de que nadie, excepto el, podia realizarme un examen medico. Y aun asi, mi padre permanecio en la habitacion, cenudo y circunspecto, para asegurarse de que el examen se llevaba a cabo dentro de unos limites; me alegre de que no dejara al doctor explorarme de arriba abajo, y correspondi a ello mostrandome un poco mas lucido.
Al final de la semana seguia representando ocasionalmente mis fingidas pesadillas, y de vez en cuando me ponia repentinamente a temblar y me quedaba en silencio, pero ya comia mas o menos normalmente y podia responder a las preguntas con cierta despreocupacion. Aunque hablar de Esmerelda y de lo que le habia ocurrido seguia provocandome mini ataques de histeria seguidos de gritos y mutismo total, tras un laborioso y paciente interrogatorio por parte de mi padre y de Diggs. les deje entender que estaba dispuesto a contar lo que habia ocurrido…una cometa enorme; Esmerelda que se enreda en los hilos; yo intentando ayudarla y el carrete que se me escapa de las manos; carrera desesperada; despues la mente en blanco.
Les explique que tenia miedo de estar bajo una maldicion, de traer la muerte y la destruccion a cualquiera que se me acercase, y que tambien tenia miedo de que me pudieran mandar a la carcel si la gente pensaba que yo habia matado a Esmerelda. Solloce y me abrace a mi padre y hasta llegue a abrazar a Diggs, oliendo la tela de su rigido uniforme azul mientras lo hacia y sintiendo como casi se derretia y me creia. Le pedi que fuera a mi cabana y que se llevara todas mis cometas y las quemara, lo cual cumplio diligentemente en una hondonada que hoy lleva el nombre de Canada de la Pira de Cometas. Lo senti por las cometas, y ya me habia hecho a la idea de que tendria que renunciar para siempre a volarlas para hacer que todo aquel montaje pareciera convincente, pero merecia la pena. Esmerelda jamas aparecio; nadie la volvio a ver despues de mi, a juzgar por el resultado de las indagaciones de Diggs entre pescadores y trabajadores de las plataformas petroliferas.
Asi que consegui superarme a mi mismo y pasar una maravillosa, aunque agotadora, semana disfrutando con la actuacion. Las flores a las que seguia aferrado cuando me llevaron a la casa habian sido arrancadas de mi mano y depositadas en una bolsa de plastico en lo alto del refrigerador. Alli las descubri, marchitas y mustias, olvidadas y desapercibidas, dos semanas despues. Una noche me las lleve al santuario del desvan y alli siguen