hasta este dia: espirales marrones de plantas secas como cinta adhesiva cello vieja y apergaminada, metidas en un frasco de cristal. A veces me pregunto donde acabaria mi prima; en el fondo del mar, o arrastrada hasta una costa escarpada y desierta, o aventada hasta la ladera de una alta montana, para acabar devorada por gaviotas o por aguilas…
Prefiero pensar que murio cuando aun flotaba en el aire arrastrada por la cometa gigante, que volo alrededor del mundo y despues se fue elevando mas y mas al morir de hambre y deshidratacion, perdiendo asi mas peso y acabando finalmente como un minusculo esqueleto remontando las corrientes de aire del planeta; una especie de Holandesa Errante. Pero dudo que una vision tan romantica de los hechos se ajuste a la realidad.
Me pase la mayor parte del domingo en cama. Tras mi juerga de la noche anterior lo que queria era descansar, muchos liquidos, poca comida, y que se me pasara la resaca. En esos momentos me entraban ganas de decidir no volver a emborracharme jamas, pero al ser tan joven me parecio que probablemente seria una decision poco realista, asi que resolvi no volver a emborracharme tanto.
Llego mi padre y se puso a aporrear la puerta cuando vio que no me presentaba a desayunar.
—?Y ahora que te pasa? Si es que se puede preguntar.
—Nada —le conteste con voz ronca.
—Eso espero —dijo mi padre sarcasticamente—. ?Y cuanto bebiste anoche?
—No mucho.
—Humm —murmuro.
—Enseguida bajo —dije yo, moviendome arriba y abajo en la cama para hacer ruidos que sonaran como que me estaba levantando.
—?Eras tu el que llamo anoche por telefono?
—?Como? —pregunte dirigiendome a la puerta y dejando de moverme.
—?Eras tu, no? Ya pense que serias tu; intentaste camuflar la voz. ?Que hacias llamando a esa hora?
—Ehh… No recuerdo haber llamado, papa, de verdad —dije con calma.
—Humm. Eres un irresponsable, jovencito —dijo, y a continuacion se fue hacia el vestibulo arrastrando su zapatones. Yo me quede alli, pensando. Estaba casi seguro de no haber llamado a casa la noche anterior. Habia estado con Jamie en el pub, despues con Jamie y la chica en la calle, despues estuve solo cuando me puse a correr, y despues con Jamie, y mas tarde con el y su madre, para acabar volviendo a casa casi sobrio. No habia momentos en blanco. Supuse que debia de ser Eric quien llamo. Por lo que dijo mi padre no debio de hablar con el mucho tiempo pues, si no, habria reconocido la voz de su hijo. Estaba tendido en la cama, deseando que Eric siguiera huido y encaminandose hacia aqui, y que mi cabeza y mis tripas dejaran de recordarme lo mal que me sentia.
—Mira la pinta que tienes —me dijo mi padre cuando finalmente apareci con la bata para ver una vieja pelicula en el televisor aquella tarde—. Supongo que estaras orgulloso de ti mismo. Supongo que crees que sentirte asi te convierte en un hombre. —Mi padre chasqueo la lengua y sacudio la cabeza antes de volver la vista a su lectura, el Scientific American. Yo me sente silenciosamente en uno de los grandes sillones del salon.
—Me emborrache un poco anoche, papa, lo admito. Siento mucho que te enfades, pero te aseguro que ya estoy sufriendo las consecuencias.
—Espero que hayas aprendido una leccion. ?Te das cuenta de la cantidad de neuronas que conseguiste matar anoche?
—Unos cuantos miles —dije yo tras pararme un instante a calcularlo.
Mi padre asintio entusiasticamente con la cabeza y anadio:
—Por lo menos.
—Bueno, tratare de no volver a hacerlo.
—Humm.
—?Brrap! —solto mi ano con estruendo, sorprendiendome tanto a mi como a mi padre. Bajo la revista y se quedo mirando fijamente al espacio por encima de mi cabeza, con una sonrisa de conocedor, mientras yo me aclaraba la garganta y abanicaba el aire con los faldones de mi bata tan disimuladamente como podia. Pude ver como las aletas de su nariz se flexionaban y se estremecian.
—Lager y whisky, ?eh? —dijo moviendo con satisfaccion la cabeza de arriba abajo y volviendo a llevarse la revista a los ojos. Senti como me sonrojaba y me chirriaban los dientes, agradecido de que se hubiera retirado tras las paginas de papel cuche. ?Como podia hacerlo? Yo continue como si no hubiera pasado nada.
—Ah. Por cierto —dije—. Espero que no te importe, pero le conte a Jamie que Eric se habia escapado.
Mi padre me lanzo una mirada furiosa por encima de la revista, sacudio la cabeza y continuo leyendo.
—Idiota —dijo.
Por la noche, tras picar algo en lugar de cenar, subi al desvan y utilice el telescopio para echar un vistazo a distancia a la isla y asegurarme de que no habia ocurrido nada mientras yo descansaba en la casa. Todo parecia en calma. Aquella fria noche nublada sali a dar un breve paseo por la playa hacia el extremo sur de la isla, volvi a casa y, cuando estaba viendo un poco de television, llego la lluvia, transportada por un viento rasante, tamborileando en la ventana.
Ya estaba en la cama cuando sono el telefono. Me levante rapidamente, pues no me habia dormido del todo cuando lo oi, y sali corriendo escaleras abajo antes de que llegara mi padre. No sabia si todavia estaba despierto o no.
—?Si? —dije sin aliento mientras me remetia la camisa del pijama en los pantalones. Sonaron unos bips y a continuacion una voz al otro lado suspiro:
—No.
—?Como? —dije frunciendo el ceno.
—No —repitio la voz al otro lado.
—?Eh? —dije yo. No estaba seguro de que fuera Eric.
—Has dicho «Si».Yo digo «No».
—?Que quieres que diga?
—«Porteneil 531».
—Muy bien. Porteneil 531. ?Diga?
—Muy bien. Adios. —La voz solto una risita y la linea se corto.
Yo me quede mirando el telefono con cara de odio y despues lo colgue. Estuve dudando. El telefono volvio a sonar. Lo descolgue antes de que acabara el primer ring.
—Eres… —comence a decir y entonces volvieron a sonar los pitidos. Espere a que terminaran y dije—: Porteneil 531.
—Porteneil 531 —dijo Eric. Al menos yo creia que era Eric.
—Si —dije yo.
—?Si que?
—Si, que aqui es Porteneil 531.
—Yo creia que aqui es Porteneil 531.
—Es aqui. ?Quien es? ?Eres…?
—Soy yo. ?Es Porteneil 531?
—?Si! —exclame con un grito.
—?Y quien es usted?
—Frank Cauldhame —dije tratando de conservar la calma—. ?Quien es usted?
—Frank Cauldhame —respondio Eric.
Mire alrededor, arriba y abajo, pero mi padre no daba senales de vida.
—Hola, Eric —dije con una sonrisa. Decidi que, pasara lo que pasara, aquella noche no haria enfadar a Eric. Antes de decirle algo improcedente y conseguir que mi hermano rompiera otra pieza del mobiliario urbano perteneciente a Correos y Telegrafos, colgaria el telefono.
—Te acabo de decir que me llamo Frank. ?Por que me llamas «Eric»?
—Venga, Eric. Reconozco tu voz.