—Vaya, hoy nos ha traido una carga enorme. Me sorprende que no se haya caido de camino hacia aqui.

—No me veras caer nunca, no. —La senora Clamp volvio, a negar con la cabeza, se dirigio al fregadero, extendio el brazo poniendose de puntillas, abrio el grifo de agua caliente, se enjuago las manos, se las seco con su mandil a cuadros de nailon, y saco un trozo de queso de la cesta.

—?Quiere que le prepare una taza de algo, senora Clamp?

—No te molestes por mi —dijo la senora Clamp meneando la cabeza dentro de la nevera, por debajo del compartimento del hielo.

—Bueno, pues entonces no preparo nada. —La observe mientras se volvia a lavar las manos. Cuando comenzo a separar las lechugas de las espinacas sali de la cocina y me dirigi a mi habitacion.

Tomamos nuestro desayuno usual de los sabados: pescado con patatas de la huerta. La senora Clamp estaba sentada en el extremo de la mesa opuesto a mi padre, donde yo suelo sentarme. Yo estaba sentado hacia la mitad de la mesa, de espaldas al fregadero, colocando espinas de pescado en formas sugerentes mientras Padre y la senora Clamp intercambiaban comentarios muy formales, casi rituales. Forme un esqueleto humano con las espinas de los peces muertos y le puse un poco de salsa ketchup para darle un toque realista.

—?Mas te, senor Cauldhame? —dijo la senora Clamp.

—No, gracias, senora Clamp —respondio mi padre.

—?Francis? —me pregunto la senora Clamp.

—No, gracias —replique yo. Un guisante resultaria una calavera demasiado verde para aquel esqueleto. Lo coloque alli. Padre y la senora Clamp charloteaban de esto y aquello.

—He oido que el guardia estuvo por aqui el otro dia, si no le importa que yo lo mencione —dijo la senora Clamp, y se aclaro la garganta educadamente.

—Por supuesto que no —dijo mi padre, y se metio en la boca una cucharada tan grande de comida que le impidio hablar durante los minutos siguientes. La senora Clamp movio la cabeza de arriba abajo ante su pescado demasiado salado y sorbio un poco de te. Yo me puse a tararear y mi padre me echo una mirada fulminante desde lo alto de aquellas mandibulas que parecian enzarzadas en una pelea de lucha libre.

No se hablo mas del asunto.

Era sabado por la noche en el pub Cauldhame Arms y alli estaba yo como de costumbre, al fondo de aquel local lleno de gente y de humo, situado detras del hotel, sosteniendo un vaso de plastico lleno de lager, las piernas levemente cruzadas en el suelo, la espalda contra la columna forrada de papel pintado, y Jamie el enano sentado a horcajadas sobre mis hombros, reposando de vez en cuando su pinta de cerveza negra en mi cabeza y dandome conversacion.

—Bueno, ?y que has estado haciendo ultimamente, Frankie?

—Nada del otro mundo. El otro dia mate unos cuantos conejos y sigo recibiendo extranas llamadas de Eric, pero eso es todo. Y tu, ?que?

—Pues nada. ?Por que te tiene que llamar Eric por telefono?

—?No lo sabias? —le dije, torciendo la cabeza para mirarle. El se inclino y me miro. Las caras se ven muy raras boca abajo—, Ah, pues porque se ha escapado.

—?Escapado?

—Chisss. No hace falta ir contandoselo a la gente que no lo sabe. Si, se largo. Ha llamado a casa un par de veces y dice que viene en esta direccion. Diggs vino el otro dia y nos lo comunico el mismo dia que se fugo.

—Dios mio. ?Lo estan buscando?

—Eso dice Angus. ?No ha salido nada en las noticias? Pense que quiza tu sabrias algo.

—No. Vaya. ?Crees que se lo diran a la gente del pueblo si no lo agarran?

—Ni idea —le respondi, y me habria encogido de hombros si hubiera podido.

—?Y que va a pasar si sigue empenado en prenderles fuego a los perros? Mierda. Y todos esos gusanos que usaba para intentar que se los comieran los ninos. Los del pueblo se van a poner histericos. —Podia notar como sacudia la cabeza de un lado a otro.

—Creo que no quieren alarmar a la gente. Seguramente piensan que pueden cogerlo.

—?Tu crees que lo cogeran?

—Jo. Pues no tengo ni idea. Puede que este loco, pero es inteligente. Si no lo fuera no se podria haber fugado, y cuando me llama por telefono suena ingenioso. Ingenioso pero chalado.

—No pareces muy preocupado.

—Espero que lo consiga. Me gustaria volver a verlo. Y me gustaria que consiguiera llegar hasta aqui porque… bueno, solo porque si. —Bebi un trago.

—Mierda. Espero que no cause ninguna agresion.

—Pudiera ser. Es lo unico que me preocupa. Por lo que dice, parece que siguen sin gustarle demasiado los perros. Creo que, a pesar de todo, los ninos no tienen nada que temer.

—?Como viaja? ?Te ha dicho si tiene intencion de venir por aqui? ?Tiene dinero?

—Debe de tener algo para ir haciendo esas llamadas, pero fundamentalmente se dedica a robar.

—Vaya. Bueno, al menos no puedes perder remision de condena por escaparte de un manicomio.

—Ya —dije yo.

El grupo musical subio al escenario, un grupo de cuatro punks de Inverness llamados Los Vomitos. El cantante solista llevaba un corte de pelo a lo mohicano y muchas cadenas y cremalleras. Agarro el microfono mientras los otros tres empezaban a destrozar sus respectivos instrumentos y a berrear:

Mi novia rn’ha dejao y me siento un mentiroso, M’han echao del trabajo y con las pajas no me corro…

Apoye los hombros mas firmemente contra la columna y bebi un trago mientras los pies de Jamie me daban golpecitos contra el pecho y aquella musica estridente y atronadora retumbaba en el local lleno de sudor.

Durante el descanso, cuando uno de los camareros se fue al frente del escenario con un cubo y una fregona para limpiar los escupitajos de la gente, me acerque al bar a por mas bebida.

—?Lo de siempre? —me pregunto Duncan desde detras de la barra y Jarme asintio con la cabeza—. ?Como estamos, Frank? —pregunto Duncan sirviendo una lager y una negra.

—Muy bien. ?Y usted? —le conteste.

—Vamos tirando, vamos tirando. ?Todavia quieres que te guarde botellas?

—No, gracias. Por ahora tengo suficientes para mi cerveza casera.

—Pero seguiremos viendote por aqui, ?no?

—Oh, por supuesto —le respondi. Duncan alargo el brazo para pasarle a Jamie su pinta y yo agarre la mia dejando al mismo tiempo el dinero en el mostrador.

—Salud, muchachos —nos dijo Duncan cuando nos dabamos la vuelta para volver a la columna.

Unas pintas mas tarde, cuando Los Vomitos estaban en su primer bis, Jamie y yo estabamos de pie bailando y saltando. Jamie gritaba y daba palmadas y bailaba sobre mis hombros. No me importa bailar con chicas cuando lo hago por Jamie, aunque una vez, con una rubia muy alta, queria que nos fueramos los dos afuera con ella para poder besarla. La idea de sus tetas apretujadas contra mi cara casi me hace vomitar, y le falle en esa ocasion. Ademas, la mayoria de las chicas punkies no huelen a perfume, y solo unas pocas llevan falda, y cuando la llevan generalmente es de cuero. A Jamie y a mi nos dieron unos empujones y estuvimos a punto de caernos al suelo un par de veces, pero resistimos hasta el final de la noche sin que nos tocaran un pelo. Desafortunadamente, Jamie acabo hablando con una mujer, pero yo ya estaba demasiado ocupado tratando de respirar profundamente y de mantener fija en la retina la pared del fondo para que me importara aquello.

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