—?Como soporta semejante situacion?

—No la soporto. De hecho, estoy intentando salir de ella… de una u otra forma.

—?Que planea? —pregunto el baron con un deje de inquietud.

—Nada que vaya en contra de la ley de Dios o incluso de los hombres. A no ser que me obliguen a ello, en cuyo caso pagare el precio. Pero ahora lo importante es la suerte de Simon. Contaba con el para que me ayudara a encontrar la pista del rubi, la ultima piedra que falta. Encontre un hilo en Espana, pero se ha roto…

—?Hasta donde ha llegado?

—Hasta el emperador Rodolfo II. Se que la piedra fue comprada para el. ?Sabe usted algo mas?

—?Sabe quien la compro para el emperador?

—Si: el principe Khevenhuller, entonces embajador suyo en Madrid.

—En ese caso, no hay ninguna duda: la piedra fue entregada al soberano y no servira de nada compulsar los archivos de Hochosterwitz, la fortaleza que Georges Khevenhuller construyo en Carintia a fines del siglo XVI.

—No imaginaba que el nombre del comprador pudiera ser relevante.

—Si, lo es. La pasion coleccionista del emperador era muy conocida. Resultaba facil utilizar su dinero… y quedarse con lo adquirido, pero eso no lo haria Khevenhuller. De modo que hay que buscar en el tesoro, y no es una tarea sencilla. Todo no permanecio en Praga, ni mucho menos.

—Si, lo se. Ademas, un especialista en objetos que pertenecieron a Juana la Loca, entre los que figura el rubi, jura que ya no estaba en posesion del emperador cuando este murio.

—?La piedra pertenecio a la madre de Carlos V?

—De eso no cabe duda. Incluso la lleva en uno de sus retratos.

—?Que raro! En cualquier caso, no entiendo como puede su informador estar seguro de que no estaba en el tesoro. Me cuesta imaginar a un coleccionista tan apasionado como Rodolfo deshaciendose de una pieza de semejante importancia, sobre todo procediendo de su propia familia. Ademas, era el hombre mas misterioso e imprevisible del mundo. Ese rubi debio de ser uno de sus mas caros tesoros. No me extranaria que lo hubiera escondido en alguna parte, quiza junto con otras piedras. Si no me equivoco, hay algunas que no se han encontrado nunca.

—Podria habersela regalado a algun ser querido. A una mujer tal vez.

—La unica a la que amo de verdad no habria lucido jamas una joya como esa.

—?Que solucion queda, entonces? ?Demoler el castillo de Hradcany piedra a piedra en busca de un escondrijo… que quiza no existe?

—Espero que no —dijo el baron, sonriendo—. Yo creo que hay que estudiar lo mas a fondo posible la vida de Rodolfo. Aunque no podemos estar seguros de que los suecos, cuando tomaron Praga en 1648, no encontraran ese hipotetico escondrijo.

—En tal caso, el rubi habria entrado a formar parte del tesoro sueco, y la reina Cristina, cuando dejo el trono, se llevo las joyas mas hermosas y algunas fruslerias mas. Se habria guardado de dejar una maravilla como esa. Conozco el camino que ha seguido su herencia, legada al cardenal Odescalchi, en Roma, y vendida mas tarde, en 1721, al regente de Francia, Felipe de Orleans. Mi amigo Vidal-Pellicorne ya ha inventariado la herencia del regente. Una parte de sus joyas se sumo a las de la Corona. Yo tengo el catalogo completo de estas y el rubi no figura en el. En cuanto a la familia Orleans actual, si estuviera en su poder, los coleccionistas lo sabrian. Evidentemente, esta tambien la hipotesis del robo, pero no me parece probable. En el palacio del emperador habia mucha vigilancia y un robo de esa importancia habria sido duramente castigado. No, esa condenada piedra parece haberse volatilizado entre las manos de Rodolfo II… y lo unico que me falta a mi por hacer es darme de cabezazos contra la pared.

—Seria una lastima —dijo el baron con una sonrisa indulgente—. Pero, contemplando la hipotesis de un posible robo, con el tiempo que ha pasado, la piedra habria salido a la luz en uno u otro momento y puedo asegurarle que mi familia se habria enterado. Usted sabe con que apasionamiento perseguimos objetos raros y piedras antiguas. Y ninguno de nosotros ha tenido nunca noticias de ella. Asi que eso me lleva a contemplar una posibilidad muy sencilla: ?por que el rubi no podria seguir en Praga?

—Simon lo habria sabido. En Viena oi decir que tiene una propiedad en Bohemia…

—Si, pero esta bastante lejos de Praga. Junto a Krumau, si no recuerdo mal. Fue legada al «baron Palmer» por una mujer cuyo nombre no dire. La unica, creo, a la que el ha amado. Por eso le gusta residir alli de vez en cuando. No, olvidemos de momento a Simon y tratemos de encontrar una pista. Puedo equivocarme, pero…, si, creo que el rubi debe de estar aun en algun lugar de Bohemia.

—No sera vidente… —dijo Morosini, sonriendo tambien.

—?Dios me libre! Pero, conociendo nuestra historia y nuestras tradiciones, Praga es de una gran importancia. Sin duda sabe que forma la punta mas alta del triangulo hermetico cuyos otros dos angulos son Lyon y Turin. Las tres se parecen. Estan repletas de pasajes secretos, de callejas tortuosas, pero la ciudad magica es Praga.

—?Por Rodolfo y su corte de magos, brujos y alquimistas?

—Esa es la leyenda, pero ya lo era antes de el. Segun nuestra tradicion, despues del saqueo de Jerusalen, ciertos judios que se llevaron consigo algunas piedras del Templo incendiado por Tito se instalaron alli. Con esas piedras transportadas desde tan lejos construyeron una sinagoga, la mas antigua de todas, la que actualmente se llama Vieja-Nueva. La vera si va alli, y creo que ira.

La mirada de Rothschild se distanciaba. Su voz se volvia lejana, como si contemplara una imagen venerada.

—Estaba pensando en eso —dijo en voz baja Morosini.

—Algo me dice que no lo lamentara. A veces tengo intuiciones, y esta es muy fuerte, hasta el punto de que me gustaria ir a Praga con usted. Desgraciadamente, por el momento me resulta imposible, pero voy a intentar ayudarlo.

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