nave, no lo facilitaba demasiado. Ahora, mientras el vehiculo flotaba con las unidades de traccion sin tocar fondo, el timon caia flojamente en respuesta a un pequeno empujon, incluso por un ligero balanceo del casco. En teoria, el vehiculo podia manejarse en el mar, pero esto requeria la instalacion de paletas en las cadenas, algo que se hacia mucho mas facilmente en tierra. Dondragmer habia pensado momentaneamente, cuando comprendio que estaban a la deriva, en enviar al exterior hombres con trajes especiales para intentar la tarea; despues decidio que no valia la pena correr el riesgo, aunque todo el mundo estuviese solidamente atado al casco por cables salvavidas. De todas formas, era bastante probable, por lo que ellos sabian, que pudiesen llegar al final o al borde de aquel rio o lago o lo que fuese sobre lo que flotaban, antes que estuviese completo un trabajo como aquel. Si cuando eso sucediese habia hombres fuera, los cables salvavidas no servirian de nada.

Los mismos pensamientos habian pasado por la mente del timonel, mientras permanecia en su puesto. Beetchermarlf era joven, pero no tanto como para pensar que nadie sino el podia ver lo evidente. Estaba completamente dispuesto a dar por sentada la competencia profesional de su capitan.

Sin embargo, segun pasaron los minutos empezo a preocuparse ante el fallo de Dondragmer en emitir alguna orden. Algo tendria que hacerse; no podian derivar hacia el este sin mas. Miro la brujula; si, hacia el este indefinidamente. Segun los ultimos informes aereos, hacia aquel lado hubo colinas, las mismas que habian bordeado a la izquierda el campo de nieve, mostrandose a veces ligeramente sobre el lejano horizonte en los ultimos cinco o seis mil kilometros. A juzgar por su color eran roca, no hielo. Si la superficie sobre la que el Kwembly flotaba resultaba simplemente el campo de nieve derretido, tenian que chocar pronto con algo. Beetchermarlf no tenia mas idea que los demas sobre la rapidez de su marcha, pero su confianza en la resistencia del casco igualaba a la de su capitan. No tenia mas deseos de chocar contra una roca en Dhrawn de los que habia tenido en Mesklin.

De todas formas, el viento no deberia moverlos muy rapidamente, teniendo en cuenta la densidad del aire. La parte superior del casco era ligeramente curva, excepto el puente, y las ruedas en el fondo deberian proporcionar suficiente resistencia al avance. Por todo lo que los exploradores aereos habian podido ver, el campo nevado era llano; por tanto, el liquido no deberia estar en movimiento. Se le ocurrio que la presion exterior lo comprobaria. El timonel se sobresalto al pensarlo, miro hacia el capitan, vacilo y despues hablo:

—Senor, ?y si revisamos las observaciones sobre la presion en el casco? Si donde estamos flotando hay alguna corriente, tendriamos que estar yendo cuesta abajo, y eso se notaria…

Dondragmer le interrumpio.

—Pero la superficie era plana… No, tienes razon. Podemos mirar.

Se elevo hasta la fila de microfonos y llamo al laboratorio.

—Born, ?como esta la presion? Por supuesto, la seguiras.

—Claro, capitan. Las ampollas de seguridad de proa y popa han comenzado a expandirse desde que comenzamos a flotar. Hemos bajado unos seis cuerpos en doce minutos. Estoy preparado para introducir mas argon.

Dondragmer acuso ese recibo y miro a su timonel.

—Bien por ti. Tenia que haberseme ocurrido. Eso significa que estamos siendo empujados por una corriente, ademas de por el viento, y cualquier apuesta sobre la velocidad, la distancia y donde pararemos queda descartada. A menos que los exploradores aereos no advirtiesen una pendiente, no puede haber corriente. Si hay una pendiente, esta llanura tiene que desaguar por alguna parte.

—Estamos preparados para un viaje dificil, senor. No veo que mas podemos hacer.

—Una cosa —dijo Dondragmer lugubremente.

Se acerco de nuevo a los microfonos y emitio la llamada general semejante a una sirena. Cuando estuvo razonablemente seguro de que todos estaban escuchando, echo su cabeza hacia atras de forma que estuviese distante por igual de todos los tubos y hablo alto, lo suficiente para llegar a todos.

—Todo el mundo en traje especial lo antes posible. Teneis permiso para dejar vuestros puestos con ese proposito, pero volved tan pronto como podais —descendio hasta su banco de comandante y se dirigio a Beetchermarlf—. Coge tu traje y el mio y traelos aqui. ?Rapido!

El timonel estuvo de vuelta con los trajes en noventa segundos. Comenzo a ayudar al capitan a ponerse el suyo, pero fue impedido con un gesto enfatico, y se dedico a ponerse el suyo. En unos minutos, los dos completamente protegidos, excepto la cubierta de la cabeza, habian vuelto a sus puestos.

La prisa, segun resulto, era innecesaria. Pasaron mas minutos mientras Beetchermarlf jugaba con el inutil timon y Dondragmer se preguntaba si los cientificos humanos proporcionarian alguna vez informacion y de que serviria esta si lo hacian. Esperaba que las vistas de los satelites le diesen alguna idea sobre la velocidad del Kwembly; que seria agradable saber la fuerza probable con la que golpearian cualquier cosa que les detuviese al final. Sabia que aquellas vistas eran dificiles de ordenar; habia mas de treinta satelites de imagenes reflejadas en orbita, pero estaban a menos de cinco mil kilometros sobre la superficie. No se habia intentado preparar sus orbitas de forma que sus limitados campos de cobertura visual y microndica fuesen uniformes o complejos. La comunicacion no era su objetivo primordial. La principal base humana, en orbita sincronica a mas de nueve millones de kilometros por encima del meridiano de la colonia, no necesitaba supuestamente ayuda para esta tarea. Ademas, tambien la velocidad de los satelites orbitales mas bajos (mas de ciento cuarenta kilometros por segundo), por muy util que los observadores humanos la proclamasen para la comprobacion de la localizacion de las lineas de las bases moviles, le parecia a Dondragmer una causa inevitable de dificultad. No estaba muy esperanzado en obtener su velocidad gracias a esta fuente. Mejor asi, porque nunca lo hizo.

Una vez, media hora despues de comenzar a derivar, un breve estremecimiento recorrio el Kwembly. El capitan informo a la estacion de que probablemente habia tocado fondo. A bordo, todos los demas supusieron lo mismo, y la tension comenzo a subir.

Un poco antes del final hubo un pequeno aviso. Un grito de laboratorio, proveniente del microfono, fue seguido por un informe de que la presion habia comenzado a aumentar mas rapidamente y que habia sido necesaria una liberacion adicional de argon en la atmosfera de la nave para evitar que las ampollas de seguridad explotasen. No se percibia ninguna sensacion de velocidad creciente, pero las implicaciones del informe eran lo suficientemente claras. Bajaban mas deprisa. ?A que velocidad iban horizontalmente? El capitan y el timonel se miraron sin hacer la pregunta en voz alta, pero leyendola en sus expresiones; la tension aumentaba, en tanto que las pinzas se agarraron a puntales y estribos con mas fuerza.

Entonces se oyo un ruido atronador y el casco se inclino abruptamente; otro ruido, y se ladeo fuertemente a estribor. Durante varios segundos cabeceo con violencia. Aquellos que se encontraban cerca de la proa y de la popa pudieron sentir como guinaba, ademas, aunque la niebla continuaba bloqueando cualquier vista del exterior que pudiese explicar la sensacion. Despues otro ruido, mucho mas alto, y el Kwembly volco a unos sesenta grados a estribor; pero esta vez no se recobro. Unos sonidos raspantes y rechinantes sugerian que algo se movia, pero no fueron acompanados de ningun cambio real. Por primera vez se hizo audible el sonido del liquido corriendo por el casco.

Dondragmer y su companero no estaban heridos. Para unos seres que consideraban doscientas gravedades terrestres como algo normal y seiscientas como una pequena inconveniencia, aquel tipo de aceleracion no significaba nada. Ni siquiera se habian soltado, y todavia continuaban en sus puestos. El capitan no estaba preocupado por los danos directos de su tripulacion. Sus primeras palabras demostraron que consideraba asuntos mucho mas lejanos.

—?Puestos de guardia, informen! —aullo por los microfonos—. Revisad la firmeza del casco en todos los puntos e informad de todas las grietas, roturas, melladuras y cualquier otra evidencia de escapes. El personal del laboratorio a sus puestos de emergencia, controlad el oxigeno. Soporte vital, cortad la circulacion de la cisterna hasta que termine la revision del oxigeno. ?Ya!

Aparentemente, los microfonos estaban intactos. Inmediatamente comenzaron a sonar gritos de respuesta. Mientras los informes se acumulaban, Beetchermarlf comenzo a relajarse. En realidad no esperaba que el estuche que le protegia del aire venenoso de Dhrawn resistiese un choque como aquel, y por su respeto por los ingenieros alienigenas subio varios grados. Habia considerado las estructuras artificiales de cualquier tipo inferiores normalmente en fuerza y duracion a cualquier otro cuerpo viviente. Por supuesto, tenia excelentes razones para una creencia asi. Sin embargo, cuando todos los informes llegaron, parecio que nadie habia observado fallos importantes en la estructura, ni siquiera grietas visibles. Si las aberturas normales, inevitables en una estructura con entradas para el personal y el equipo (sin mencionar los orificios en el casco para los instrumentos y cables de control), estaban peor de lo que habian estado, no se sabria durante algun tiempo. Por supuesto, la vigilancia de

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