—Quiza ya no estemos satisfaciendo su inteligencia superior. El, o para decirlo mas exactamente Ello, envia Sus emisarios, sus Angeles si lo prefiere, para que blandan el tipo de espada que somos capaces de comprender. El final de la Tierra. —Crockerman alzo los ojos para cruzarlos con los de Hicks.
La camarera les trajo el desayuno y pregunto si deseaban mas cafe. Crockerman dijo que no; Hicks acepto otra taza. Cuando se hubo marchado, Hicks investigo su tortilla con un tenedor; ya no tenia hambre. Notaba su estomago anudado, acido. Se daba cuenta de que una especie de panico se estaba apoderando de el.
—Nunca me he sentido comodo con las interpretaciones religiosas —dijo.
—?Debemos clasificar esto como una interpretacion religiosa? ?No podria ser mas facilmente una alternativa a las teorias de alienigenas conflictivos o invasores sectarios?
—No estoy seguro de cual es su teoria.
—«El dedo ejecutor». Esa.
—Ah.
—Exacto. Lo hemos embarullado todo. Polucionado, superarma-do. El siglo XX ha sido un autentico lio. El siglo mas sangriento de toda la historia humana. Mas muertes humanas innecesarias que en cualquier otra epoca.
—No puedo discutir eso —murmuro Hicks.
—Y ahora, hemos salido al exterior. Quiza hemos sido tolerados solamente mientras hemos permanecido en la Tierra. Pero ahora…
—Es una vieja idea —interrumpio Hicks, sintiendo que su inquietud se transformaba rapidamente en irritacion.
—?Significa eso que no es valida?
—Creo que hay ideas mejores —dijo Hicks.
—Ah —murmuro Crockerman, sin tocar tampoco su desayuno—. Pero ninguna de ellas me convence. Soy el unico juez en el que puedo confiar realmente en esta situacion, ?no cree?
—No, senor. Hay expertos…
—En mi carrera politica he ignorado el consejo de los expertos durante mucho tiempo, y mi opinion ha prevalecido. Esto me ha hecho distinto de otros aspirantes mas estandarizados a mi alto cargo. De todos modos, le garantizo que esta actitud tiene sus riesgos.
—Me estoy perdiendo de nuevo, senor. ?Que actitud?
—Ignorar a los expertos. —El presidente se inclino hacia delante, extendio las manos encima de la mesa, los punos apretados, los ojos humedos. La expresion de Crockerman era un rictus de dolor—. Le hice al Huesped una pregunta, y recibi una importante respuesta, de entre todas nuestras preguntas… Le pregunte: «?Cree usted en Dios?», y el respondio: «Creo en el castigo.» —Se reclino en su asiento, contemplando sus punos; los relajo, se froto las palmas alla donde sus unas se habian clavado profundamente—. Eso tiene que tener un significado. Quizas el Huesped proceda de otro mundo, otro lugar donde los transgresores han sido tratados con severidad. Esa cosa ahi fuera en la Caldera…, en el Valle de la Muerte, entre todos los lugares posibles… Nos han dicho que convertiran la Tierra en escoria. Destruccion total. Nos han dicho que no podemos destruirla. De hecho, creo que no podemos.
Hicks fue a decir algo, pero Crockerman prosiguio con voz muy baja:
—Dios, una inteligencia superior, nos esculpe a todos
—?Y el artefacto australiano, los robots, los mensajes?
—No lo se —dijo Crockerman—. Pareceria completamente loco si afirmara que los australianos estaban enfrentandose a un adversario… Pero quiza.
—?Un adversario…, una especie de Satanas?
—Algo opuesto al Creador. Una fuerza que espera que se nos permita proseguir con nuestras transgresiones, para desequilibrar toda la creacion.
—Creo que hay otras explicaciones mejores, senor presidente —dijo suavemente Hicks.
—Entonces, por favor —suplico Crockerman—, digame cuales son.
—No estoy cualificado —murmuro Hicks—. Apenas se nada de lo que ha ocurrido. Solo lo que usted me ha contado.
—Entonces, ?como puede criticar mi teoria?
La forma de hablar de Crockerman, como un nino utilizando palabras de adulto, helo a Hicks hasta lo mas profundo de los huesos. Un amigo le habia hablado a Hicks en un tono muy similar en Londres en 1959; se habia suicidado un mes mas tarde.
—No es realista —dijo.
—?Hay algo realista en esta situacion? —pregunto Crockerman. Ninguno de los dos habia hecho mucho mas que revolver la comida en sus platos.
Hicks tomo un bocado. La tortilla estaba fria. La engullo de todos modos, y Crockerman empezo a comer la suya. Ninguno de los dos volvio a hablar hasta que los platos estuvieron vacios, como si estuvieran empenados en una confrontacion de silencio. La camarera retiro los platos y lleno de nuevo la taza de cafe de Hicks.
—Le pido disculpas —murmuro el presidente, secandose los labios con la servilleta y doblandola sobre la mesa—. He sido brusco con usted. Es imperdonable.
Hicks murmuro algo acerca de la tension a la que todos estaban sometidos, y lo comprensible que era todo.
—De todos modos, me ha proporcionado usted una especie de perspectiva —dijo Crockerman—. Puedo ver, solo examinando su reaccion, como reaccionaran los demas. Esta es una epoca muy dificil, en mas de un sentido. He tenido que interrumpir el programa de mi campana. Las elecciones estan a menos de un mes de distancia. El mantener el ritmo es muy importante. Me doy cuenta de que necesito limar las aristas de mis frases…
—Senor, no son las frases. Es la perspectiva —dijo Hicks, alzando sin darse cuenta la voz—. Si sigue usted adelante con esas teorias de la recriminacion cosmica, me resulta dificil imaginar el dano que puede causar.
—Si. Entiendo.
17
Arthur desdoblo un periodico mientras el Learjet rodaba lentamente por la pista. En una franja de estacionamiento alejada se alineaban los bombarderos B-1, con sus esbeltas formas tostadas, grises y verdes oscurecidas por una capa de bruma marina de primera hora de la manana. Necesito varios segundos para concentrarse en los titulares. Sus pensamientos estaban todavia en Harry Feinman y en la autopsia.
El Huesped no poseia una estructura clara de organos internos. Llenando la cavidad toracica no habia mas que un tejido continuo de color rosado interrumpido solo por algunas cavidades ocasionales, mas parecido a un cerebro que a ninguna otra cosa. Su cabeza consistia casi exclusivamente en un material de apariencia osea, articulado, dispuesto en grandes masas solidas, sin ningun sistema nervioso central discernible. Pequenos modulos del tamano de balas de escaso calibre interrumpian la continuidad del hueso; parecian estar hechas de alguna especie de metal, quiza plata.
Harry estaria pronto sometiendose a sus propios sondeos y examenes en Los Angeles.
El avion completo su rodadura, se situo al inicio de la pista y empezo a acelerar, con los pequenos reactores chillando agudamente mas alla de las aisladas paredes.
Arthur se concentro en el periodico. El titular de primera pagina decia: