un debil gesto de reconocimiento. Nunca se habia acostumbrado a conducir en los Estados Unidos. Incapaz de encontrar una ruta rapida por las calles, habia tomado la autopista para llegar a los muelles de Seattle, luego habia conducido en circulos debajo del puente durante diez minutos, estando a punto de chocar dos veces con otros coches en las estrechas callejuelas. Finalmente habia conseguido aparcar justo debajo de los largos escalones de cemento del Pike Pace Market. Al otro lado de la calle, almacenes convertidos en restaurantes y tiendas rivalizaban con los nuevos edificios en sus vistas sobre la bahia. Las gaviotas trazaban circulos y chillaban en torno a una hamburguesa medio comida en mitad de la calle, alzandose sobre sus alas extendidas para eludir los coches que pasaban.
Gordon se acerco, y se estrecharon torpemente la mano. Pese a haberse comunicado recientemente por la red, no se habian visto el uno al otro desde su primer encuentro en el Furnace Creek Inn.
—Mi esposa y mi hijo estan en el acuario —dijo Gordon, senalando calle abajo—. Eso los mantendra ocupados durante un par de horas.
—?Lo saben ellos? —pregunto Hicks.
—Se lo dije —respondio Arthur—. Vamos a permanecer juntos, vayamos donde vayamos. Tenemos que ir a San Francisco la semana proxima.
Hicks asintio.
—Yo me quedo aqui. He oido que va a haber actividad pronto. —Hizo una mueca—. Si puede llamarse «actividad» a algo.
—?Alguna idea de que tipo de actividad? —pregunto Arthur.
Hicks agito la cabeza.
—Algo importante. En San Francisco tambien.
—Esa es la impresion que tuve.
—Lamento lo de su amigo —dijo Hicks.
Arthur le miro, desconcertado.
—?Lamenta que?
—Lo del senor Feinman. Estaba en la prensa ayer por la manana.
Arthur no habia pensado mucho en Harry desde que habian abandonado Oregon.
—No he leido los periodicos. ?El…?
—El lunes —dijo Hicks.
—Cristo. Yo… Probablemente Ithaca llamo, y nosotros nos habiamos ido. —Alzo la cabeza—. Tambien le conte lo de la red.
—?Le creyo?
—Supongo que si.
—Entonces quiza eso ayudo… No, supongo que es una estupidez.
Arthur permanecio de pie con las manos en los bolsillos, estremecido pese a los meses de preparacion. Se sentia vagamente culpable por no haber pensado en Harry; habia llamado varias veces antes de abandonar Oregon, y no habia conseguido hablar con su amigo. Inspiro profundamente e indico que tal vez fuera mejor que subieran las escaleras al mercado.
—Deseaba que el supiera que no todo estaba perdido. Espero que ayudara. Es tan dificil tomar decisiones sobre nada.
Cruzaron en silencio por los pasillos casi vacios, deteniendose en una pasteleria para comprar cafe y unos bollos y sentandose en una mesa de hierro colado blanca colocada entre las tiendas.
—?Como le han mantenido atareado? —pregunto Arthur.
—He estado visitando bibliotecas, universidades. Localizando a gente… Al parecer asi es como resulto mas util. Ayudo a encontrar a gente que la red esta buscando: cientificos, candidatos.
—Yo todavia no he estado haciendo mucho de nada —dijo Arthur—. ?Sabe usted… quienes son los candidatos?
—Realmente no. Hay tantos nombres como lugares. No creo que ninguno de
—Terrible, ?no? —dijo Arthur.
—En cierto sentido.
—?Ha oido algo sobre los aparecidos? En la red, quiero decir.
—Nada —dijo Hicks.
—?Cree usted que los hemos frenado algo, que hemos hecho algun bien volandolos?
Hicks sonrio hoscamente.
—No. Hemos sido tan efectivos como Crockerman.
—Pero el no…, al menos, supongo que no tuvo nada que ver con la accion en el Valle de la Muerte.
—Eso es cierto —dijo Hicks—. El no hizo nada. Para eso estan los exaltados. En realidad han elevado un poco nuestra moral…, pero nadie cree que hayan arreglado nada. Los proyectiles siguen girando.
—Entonces, ?para que sirven los aparecidos? —pregunto Arthur.
—Usted lo dijo una vez. Eran una distraccion, algo para mantenernos ocupados. Concentramos casi toda nuestra atencion en ellos.
Arthur parpadeo.
—No creo que fueran simples senuelos.
Hicks agito la cabeza.
—Yo tampoco.
Arthur aparto a un lado su bollo, desaparecido todo su apetito.
—?Los dejaron caer ahi para enganarnos, para
—Ahora yo diria mas bien que si, ?no cree?
Arthur agito la cabeza.
—Esto
—Insulto antes del dano —dijo Hicks.
—?Ha hablado de eso con otros en la red?
—No. Hasta ahora hemos estado demasiado ocupados con otras cosas. Pero la red no ha recibido ninguna instruccion del Jefe relativa a los aparecidos. No hemos recibido instrucciones de reclutar al presidente. ?Sabe usted que Lehrman es un Poseido?
Arthur asintio.
—El Jefe ha eliminado todo nuestro esfuerzo militar y gubernamental. Eso es evidente. —Hicks se puso en pie y recogio la taza de plastico y el envoltorio de papel encerado del bollo—. Asi que me quedo aqui, para ayudar con cualquier esfuerzo que se haga en Seattle. Y usted se va al sur.
Arthur permanecio sentado, absorto. Hubiera debido reunir todos los hechos. Estaba decepcionado consigo mismo al descubrir que aun habia albergado algunas ilusiones.
—Lamento haber sido yo quien le ha dicho lo del senor Feinman —dijo Hicks.
Arthur asintio.
—Esta noche voy a reunirme con un grupo que permanece en Queen Anne Hill —dijo Hicks—. Haremos un reconocimiento desde alli. —Tendio una mano—. Buena suerte a usted y su familia.
Arthur se puso en pie y se la estrecho con firmeza.
—Adios —dijo.
Se miraron el uno al otro, sin expresar en voz alta la unica pregunta que resultaba demasiado obvio formular.
Hicks regreso a su coche. Unos momentos mas tarde, despues de examinar los puestos de pescado fresco y verduras del mercado y comprar una libra de salmon ahumado y varias bolsas de fruta, Arthur bajo las escaleras y cruzo el aparcamiento y la calle para reunirse con Francine y Marty en el acuario.
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