– Hoy en dia no se puede imponer la vieja disciplina -dijo la decana-. Sienta muy mal.
– La idea moderna consiste en que las jovenes se disciplinen a si mismas, pero ?lo hacen? -pregunto la bibliotecaria.
– No, claro que no. Las responsabilidades les aburren. Ante de la guerra se celebraban apasionadas reuniones del college por todo. Ahora eso les trae sin cuidado. La mitad de las antiguas instituciones, como los debates y la obra de teatro de tercer ano, han, muerto o estan moribundas. No quieren responsabilidades.
– Estan demasiado ocupadas con los novios -dijo la senorita Burrows.
– ?Dichosos novios! -exclamo la decana-. En mis tiempo sencillamente estabamos ansiosas por tener responsabilidades Nos tenian en la escuela como corderitos y saliamos deseando demostrar lo bien que podiamos organizar las cosas cuando las dejaban en nuestras manos.
– Desde mi punto de vista, la culpa es de las escuelas, con la libre disciplina y demas. Las ninas estan hasta las narices de ten que dirigirlo todo ellas y de encargarse de la disciplina, y cuando llegan a Oxford estan agotadas y lo unico que quieren es quedar sentaditas tranquilamente y que otras lleven la batuta. Incluso mis tiempos, las que salian de las escuelas republicanas mas al tenian miedo de tomar posesion de su cargo, las pobres ignorantes.
– Ahora todo es distinto -dijo la senorita Burrows, bostezando-. En fin, yo hoy he conseguido que las voluntarias de la biblioteca trabajaran un poco. Hemos llenado como Dios manda la mayoria de las estanterias, colgado los cuadros y puesto las cortinas. Ha quedado muy bien, y espero que al rector le cause buena impresion. No han terminado de pintar los radiadores de abajo, pero he metido los botes de pintura y esas cosas en un armario, y que sea lo que Dios quiera. Y he pedido un grupo de criadas para que limpien, de modo que manana no haya que hacer nada.
– ?A que hora llega el rector? -pregunto Harriet.
– A las doce. Recepcion en la sala de profesoras y ensenarle el college. Despues almuerzo en el comedor, y espero que le guste. Ceremonia a las dos y media. Y luego echarlo para que llegue al tren de las cuatro menos cuarto. Es un hombre encantador, pero empiezo a hartarme de tanta inauguracion. Hemos inaugurado el patio nuevo, la capilla (con coro), el comedor de profesoras (con almuerzo para antiguas tutoras e investigadoras), el anexo Tudor (con te para antiguas alumnas), el ala de las cocinas y la servidumbre (con miembros de la familia real), el sanatorio (con discurso del catedratico de medicina), la camara del consejo y la residencia de la rectora, y hemos descubierto el retrato de la difunta rectora, el reloj de sol conmemorativo de Willett y el nuevo reloj. Y ahora la biblioteca. Padgett me dijo el ultimo curso, cuando estabamos haciendo las reformas del Queen Elizabeth: «Perdone, senora decana, senorita, pero ?podria decirme la fecha de la inauguracion, senorita?». «?Que inauguracion, Padgett?», le dije. «No vamos a inaugurar nada este curso. ?Que queda por inaugurar?» «Bueno, senorita, yo es que estaba pensando en aqui los nuevos servicios, con perdon, senora decana, senorita», me dice. «Es que ya hemos inaugurado todo lo que se puede inaugurar, senorita, y si va a haber una ceremonia, senorita, deberia yo saberlo a tiempo, para solucionar lo de los taxis y lo del estacionamiento.»
– ?Pobre Padgett! -exclamo la senorita Burrows-. Es lo mas inteligente que tenemos aqui. -Volvio a bostezar-. Estoy muerta de cansancio.
– Llevela a la cama, senorita Vane -dijo la decana-. Ya esta bien por hoy.
Capitulo 6
A menudo cuando se habian acostado, se abrian las puertas de dentro de par en par, asi como las puertas de un armario que en la sala habia, y todo ello con alboroto y ruido grandes. Y una noche las sillas, que cuando iban a acostarse se quedaban en el rincon de la chimenea, cambiaron de sitio y aparecieron en mitad de la habitacion, muy bien ordenadas, y un cedazo colgando sobre una pieza de tela llena de agujeros, y la llave de una puerta sobre otra. Y por el dia, mientras hilaban en la casa, muchas veces veian abrirse las puertas del establo de par en par, pero no quien las abria. En una ocasion, estando Alice hilando, la roca o rueca se desprendio varias veces y llego al centro de la habitacion… y muchas mas cosas, tan ridiculas que resultaria tedioso referirlas.
WILLIAM TURNER
– Peter -dijo Harriet, y con el sonido de su propia voz salio adormilada y flotando del fuerte cerco de los brazos de el por un triar verde de hojas de haya moteadas por el sol y se interno en la oscuridad-. Maldita sea - anadio para sus adentros-. Maldita sea. Y no queria despertarme.
El reloj del patio nuevo dio las tres melodiosamente.
– Esto no puede ser -dijo-. Esto no puede ser. Mi subconsciente tiene una imaginacion de lo mas traicionera. -Tanteo hasta encontrar el interruptor de la lampara de la mesilla-. Que inquietante pensar que los suenos jamas simbolizan los deseos reales, sino algo mucho peor. -Encendio la luz y se incorporo-. Si de verdad quisiera que Peter me abrazara apasionadamente, sonaria con dentistas o con la jardineria. Me pregunto que inconcebible atrocidad puede ser unicamente expresada con el cortes simbolo de los abrazos de Peter. ?Caray con Peter! ?Que haria con un caso como este?
Aquel pensamiento la devolvio a la noche en el Egotists Club y la carta anonima, y de ahi paso a la absurda furia que sentia Peter por el esparadrapo.
«… pero como en aquel momento tenia la cabeza en mi trabajo…»
A veces cualquiera diria que es un cabeza de chorlito, penso pero cuando trabaja se concentra. Si, centrarse en el trabajo. ?Que hago yo, dejando que se me vaya la cabeza de un lado a otro? ?Esto es un trabajo o no?… Supongamos que la autora de los anonimos anda ahora mismo por aqui, dejando cartas por debajo de las puertas… Pero ?que puertas? No se pueden vigilar todas… Deberia apostarme en la ventana, ojo avizor, por si aparece alguien deslizandose sigilosamente por el patio… Alguien tendria que hacerlo pero ?en quien confiar? Ademas, las profesoras tienen su trabajo; no pueden pasarse la noche en vela y trabajar todo el dia… El trabajo… centrarse en el trabajo…
Ya habia saltado de la cama y estaba descorriendo las cortinas. No habia luna, y no se veia nada en absoluto. Tampoco parecia que nadie se estuviera quemando las pestanas redactando un trabajo a ultima hora.
Cualquiera podia ir a cualquier parte en una noche tan oscura, se dijo Harriet. Apenas se distinguian los contornos de los tejados del Tudor a la derecha, ni la oscura mole de la nueva biblioteca que sobresalia detras del anexo a la izquierda.
La biblioteca: ni un alma alli dentro.
Se puso la bata y abrio la puerta con cautela. Hacia un frio terrible. Busco el interruptor de la pared y bajo por el pasillo central del anexo, entre una hilera de puertas tras las cuales dormian las alumnas, sonando Dios sabe con que… examenes, deportes, muchachos, fiestas, la extrana mezcolanza que se resume en la palabra «actividades». Junto a las puertas habia montoncitos de platos sucios para que las criadas los recogieran y los fregaran. Y zapatos. En las puertas habia tarjetas con su nombres: senorita H. Brown, senorita Jones, senorita Colburn, senorita Szleposky, senorita Isaacson… Tantas incognitas, tantas futuras esposas y madres de la raza, o bien tantas potenciales historiadoras, cientificas, maestras, medicas, abogadas… segun que se considerase mas importante, una cosa u otra. Al final del pasillo habia una ventana grande, higienicamente abierta por arriba y por abajo. Harriet levanto con suavidad la parte de abajo y se asomo, tiritando.
Y de repente comprendio que en la razon o la intuicion que la habia llevado a mirar en la biblioteca se habia calibrado muy bien la situacion. La nueva biblioteca deberia haber estado a oscuras; no era asi. Una de las alargadas ventanas estaba dividida de arriba abajo por una estrecha franja de luz.
Harriet se puso a pensar rapidamente. Si era la senorita Burrows, que continuaba con sus preparativos, legitima y abnegadamente, si bien a una hora intempestiva, ?por que se habia molestado en correr las cortinas? Habian colgado cortinas en las ventanas, porque al estar orientada hacia el sur, la biblioteca necesitaba proteccion de la fuerte luz del sol, pero seria absurdo que la bibliotecaria se protegiese a si misma y sus funciones de una posible observacion en medio de una oscura noche de marzo. La direccion del centro no era tan hermetica. Algo pasaba. ?Que hacer? ?Ir alli a investigar sola o avisar a alguien?
Algo estaba muy claro: si quien acechaba tras aquellas cortinas era alguien del claustro, no seria diplomatico