que una alumna presenciara el descubrimiento. ?Que profesoras dormian en el Tudor? Sin consultar la lista, Harriet recordo que la senorita Barton y la senorita Chilperic tenian alli su alojamiento, pero en el otro extremo del edificio. Al menos, se le presentaba una buena ocasion de controlarlas. Tras echar un ultimo vistazo a la ventana de la biblioteca, Harriet paso rapidamente junto a su habitacion, en el puente, y entro en el edificio principal. Se maldijo por no haber cogido una linterna y tuvo que entretenerse buscando los interruptores de la luz. Siguio por el pasillo, paso de largo la escalera y torcio a la izquierda. Ninguna profesora en aquel piso; debia de ser en el de abajo. Volvio, bajo las escaleras, y torcio otra vez a la izquierda. Fue dejando todas las luces del pasillo encendidas, y penso si llamarian la atencion en otros edificios. Por fin, una puerta a la izquierda con un rotulo, «Senorita Barton». Y estaba abierta.
Llamo con firmeza y entro. El salon estaba vacio. Detras, la puerta del dormitorio tambien estaba abierta.
– ?Valgame Dios! -exclamo. ?Senorita Barton!
No hubo respuesta, y al mirar en el dormitorio, vio que estaba tan vacio como el salon. La ropa de cama estaba retirada y alguien habia dormido alli, pero quienquiera que fuese se habia levantado y se habia marchado.
Resultaba facil pensar en una explicacion inocente. Harriet reflexiono unos momentos, y entonces le vino a la memoria que la ventana de la habitacion daba al patio. Las cortinas estaban descorridas. Miro la oscuridad. La luz seguia brillando en la ventana de la biblioteca, pero se apago enseguida.
Harriet corrio hacia el pie de la escalera y atraveso el vestibulo. La puerta del edificio estaba entornada. La abrio del todo y cruzo rapidamente el patio. Mientras corria, le dio la impresion de que algo surgia amenazante delante de ella. Se dirigio hacia alli y al alcanzarlo, lo aferro con fuerza.
– ?Quien es? -pregunto Harriet con brusquedad.
– ?Y quien es usted?
Una mano se desasio y la luz de una linterna cayo sobre la cara de Harriet.
– ?Senorita Vane! ?Que hace usted aqui?
– ?Senorita Barton? Estaba buscandola. He visto una luz en la biblioteca nueva.
– Yo tambien. Acabo de ir a investigar. La puerta esta cerrada con llave.
– ?Con llave?
– Si, por dentro.
– ?No hay otra entrada? -pregunto Harriet.
– Si, claro. Tendria que haberlo pensado. Por el pasillo del comedor y la biblioteca de narrativa. ?Venga!
– Un momento -dijo Harriet-. Quienquiera que sea puede seguir alli. Usted vigile la puerta principal, para que no salga por ahi, y yo subire por el comedor.
– Buena idea. ?Oiga! ?No tiene linterna! Llevese la mia. Asi no perdera tiempo encendiendo las luces.
Harriet cogio la linterna y echo a correr, sin dejar de pensar. Lo que le habia contado la senorita Barton parecia verosimil. Se habia despertado (?por que?), habia visto la luz (probablemente dormia con las cortinas descorridas) y habia salido a investigar mientras Harriet deambulaba por las plantas de arriba tratando de dar con la habitacion que buscaba. Entretanto, la persona que estaba en la biblioteca habia terminado lo que estuviera haciendo o posiblemente se habia asustado al ver que encendian luces en el Tudor y habia apagado la luz. No habia salido por la puerta principal; o estaba aun en el ala de la biblioteca o se habia escabullido por las escaleras del comedor mientras la senorita Barton y Harriet forcejeaban en el patio.
Harriet encontro la escalera del comedor y empezo a remontarla, usando la linterna lo menos posible y manteniendo la luz baja. Se convencio de que la persona a la que perseguia estaba, tenia que estar, desequilibrada, si no loca, y de que posiblemente se abalanzaria sobre ella desde un rincon oscuro. Llego al ultimo escalon y empujo la puerta batiente de cristal que daba al pasillo entre el comedor y la despensa. Entonces le parecio oir a alguien correteando y casi en el mismo momento vio el destello de una linterna. Tenia que haber un interruptor doble a la derecha, detras de la puerta. Lo encontro y lo acciono. Un parpadeo, y a continuacion la oscuridad. ?Un fusible? Se rio de si misma. Pues claro que no. Quienquiera que estuviera al otro extremo del pasillo le habia dado al interruptor al mismo tiempo que ella. Volvio a accionar el interruptor y el pasillo se inundo de luz.
A la izquierda vio las tres entradas, con los pasaplatos en medio, que daban al comedor. A la derecha estaba la pared desnuda entre el pasillo y las cocinas, y enfrente, al fondo del pasillo, junto a la puerta de la despensa, habia alguien agarrando la bata que llevaba puesta con una mano y un tarro grande con la otra.
Harriet se dirigio a toda velocidad hacia aquella aparicion, que avanzaba docilmente hacia ella. Sus rasgos le resultaban vagamente familiares, y enseguida los reconocio. Era la senorita Hudson, la estudiante de tercero que habia asistido a la celebracion.
– ?Se puede saber que demonios hace aqui a estas horas? -pregunto Harriet con tono severo.
No es que tuviera ningun derecho especial a interrogar a las alumnas sobre sus movimientos, ni que pensara que su aspecto, en pijama y con una gruesa bata de cuadros, inspirase respeto ni desprendiera autoridad. Desde luego, la senorita Hudson parecio quedarse estupefacta al verse abordada asi por una desconocida a las tres de la manana. Se quedo mirandola, sin habla.
?Y por que no podria estar aqui? -replico al fin, desafiante-. No se quien es usted, y tengo tanto derecho como usted a ir por ahi… ?Ya, claro! -anadio, y se echo a reir-. Supongo que es una de las criadas. No la habia reconocido sin el uniforme.
– No -dijo Harriet-. Soy antigua alumna. Y usted es la senorita Hudson, ?no? Pero su habitacion no esta aqui. ?Ha estado en la despensa?
Clavo la mirada en el tarro, y la senorita Hudson se sonrojo.
– Si… Queria un poco de leche. Es que tengo que hacer un trabajo.
Lo dijo como si se tratara de una enfermedad. Harriet se rio.
– Asi que seguimos en las mismas, ?eh? Carrie es tan blanda como lo era Agnes en mi epoca. -Se acerco al pasaplatos de la despensa e intento moverlo, pero estaba cerrado-. No, parece que no.
– Le pedi que lo dejara abierto, pero supongo que se le habra olvidado -dijo la senorita Hudson-. Oiga… No vaya a delatar a Carrie. Es una persona maravillosa.
– Sabe muy bien que Carrie no deberia dejar el pasaplatos abierto, y que si se quiere un poco de leche, hay que venir antes de las diez.
– Si, ya lo se, pero no siempre sabes si vas a quererla. Supongo que usted habra hecho lo mismo en su epoca.
– Si -replico Harriet-. En fin, mas vale que se marche, pero un momento. ?Cuando ha entrado aqui?
– Ahora mismo, unos segundos antes que usted.
– ?Ha visto a alguien?
– No. -La senorita Hudson parecia asustada-. ?Por que? ?Ha pasado algo?
– No, que yo sepa. Venga, vayase a la cama.
La senorita Hudson salio corriendo y Harriet intento abrir la puerta de la despensa, que estaba cerrada a cal y canto, como el pasaplatos. Despues entro en la biblioteca de narrativa, que estaba vacia, y puso una mano en el picaporte de la puerta de roble que daba a la biblioteca nueva.
No hubo forma de abrirla. No habia llave en la cerradura. Harriet echo un vistazo a la biblioteca de narrativa. Sobre el alfeizar de la ventana habia un lapiz fino, un libro y unos papeles. Metio el lapiz en la cerradura y la puerta se abrio sin ofrecer resistencia.
Fue hasta la ventana de la biblioteca de narrativa y la abrio. Daba a la terraza de una pequena galeria. Dos personas no eran suficientes para jugar asi al escondite. Arrastro una mesa hasta la puerta, para darse cuenta de si alguien intentaba salir a sus espaldas; despues salto a la terraza de la galeria y se asomo a la barandilla. Abajo no distinguio nada con claridad, pero saco la linterna del bolsillo e hizo una senal.
– ?Hola! -oyo que decia la senorita Barton con cautela desde, abajo.
– La otra puerta esta cerrada, y la llave ha desaparecido.
– Que situacion tan complicada. Si una de nosotras se va, podria salir alguien, y si gritamos pidiendo ayuda, se formara gran revuelo.
– Pues si, mas o menos -replico Harriet.
– Vamos a ver. Voy a intentar entrar por una de las ventanas de la planta baja. Parece que todas tienen echado el pestillo, pero puedo romper un cristal.