desastrado que, segun habia explicado antes, no habia tenido tiempo de quitarse, por haber estado muy ocupada con un trabajo hasta el momento mismo de la conferencia de Harriet-. Si, lo he visto en las habitaciones de las profesoras, pero solo en ciertas ocasiones, y siempre me ha parecido una especie de infantilismo.
– ?No es como resucitar el pasado heroico? -apunto la senorita Millbanks-. O
– Toman cacao las grupistas -intervino otra alumna de tercero. Era delgada, con una expresion desdenosa y ansiosa, y no pidio disculpas por su jersey; debia de pensar que no merecia la pena prestar atencion a tales asuntos.
– Pero ?ah!, son tan compasivas con las debilidades de los demas…-dijo la senorita Millbanks-. La senorita Layton «cambio» una vez, y ahora ha vuelto a cambiar. Estuvo bien mientras duro.
La senorita Layton, acurrucada en un puf junto a la chimenea, levanto la traviesa carita en forma de corazon radiante de picardia.
– Yo disfrutaba diciendo a la gente lo que pensaba de ellas. Me extasiaba, sobre todo confesar en publico los perfidos pensamientos que tenia sobre esa mujer, la Flaxman.
– Que zurzan a Flaxman -dijo secamente la chica morena. Se llamaba Haydock, y segun descubrio Harriet, se la consideraba candidata segura a un sobresaliente en historia-. Esta revolucionando a todas las de segundo. No me gusta en absoluto la influencia que ejerce en ellas. Y a decir verdad, creo que a Cattermole le pasa algo muy grave. Sabe Dios que no quiero tener nada que ver con lo de ser el guardian de mi hermano (bastante lo sufrimos en la escuela), pero seria muy molesto que empujaran a Cattermole a hacer algo drastico. Como delegada, ?no cree que podria hacer algo, Lilian?
Pero ?que puede hacer nadie, hija mia? -replico la senorita Millbanks-. No le puedo prohibir a Flaxman que le amargue la vida a la gente, y si pudiera, no lo haria. No esperara que ejerza mi autoridad, ?no? Bastante tengo con agobiar a la gente para que asista a las reuniones. El claustro no comprende nuestra triste falta de entusiasmo.
– Creo que en su epoca les apasionaban las reuniones y organizar cosas -dijo Harriet.
– Hay bastantes reuniones entre universidades -dijo la senorita Layton-. Tenemos muchos debates y estamos indignadas con las normas de inspeccion para los grupos mixtos, pero nuestro interes por los asuntos internos es mas limitado.
– Pues yo creo que a veces nos excedemos con el
– ?Se refiere a las actividades de Flaxman o a la novatada? Por cierto, senorita Vane, supongo que se habra enterado de lo del misterio del college.
– Algo he oido -replico Harriet con cautela-. Francamente, es una pesadez.
– Mucho mas pesado sera si no se le pone fin -dijo la senorita Haydock-. Creo que nosotras deberiamos investigar un poquito. Me da la impresion de que el claustro esta avanzando mucho.
– Desde luego, las ultimas tentativas de investigar no han dado grandes resultados -dijo la senorita Millbanks.
– ?Sobre Cattermole? No creo que sea ella. Cattermole es demasiado clara, y encima no tiene valor para eso. Podria hacer el ridiculo, y lo hace, pero no con tanto secreto.
– No hay nada contra Cattermole -dijo la senorita Fowler-, salvo que alguien escribio una carta ofensiva a Flaxman con ocasion de que le birlara el novio a Cattermole, que entonces era la sospechosa mas evidente, pero ?por que iba a hacer todo lo demas?
– Sin duda -intervino la senorita Layton, dirigiendose a Harriet-, sin duda el sospechoso mas claro es siempre inocente.
Harriet se echo a reir, y la senorita Millbanks dijo:
– Si, pero estoy convencida de que Cattermole esta llegando al punto en el que podria hacer practicamente cualquier cosa para llamar la atencion.
– Bueno, no creo que sea Cattermole -dijo la senorita Haydock-. ?Por que tendria que escribirme cartas a mi?
– ?Ha recibido alguna?
– Si, pero solo era una especie de deseo de que fallara en los examenes, la estupidez de costumbre con letras pegadas. La queme y aproveche para invitar a cenar a Cattermole.
– Bien hecho -dijo la senorita Fowler.
– Yo tambien recibi una -dijo la senorita Layton-. Una autentica joya… Decia que las mujeres como yo recibirian su recompensa en el infierno, y yo, dandome por aludida, la envie a mi futuro domicilio tirandola a la chimenea.
– De todos modos es repugnante -dijo la senorita Millbanks-. Las cartas no me preocupan demasiado, pero si las novatadas y las pintadas en las paredes. Si se enterase algun chismoso de fuera, habria un escandalo publico, y seria una pesadez. No presumo de mucho sentido de lo social, pero reconozco que algo si tengo. No nos gustaria que nos encerrasen a todas a modo de represalia, y preferiria que no dijeran que viviamos en un manicomio.
– Si, es bochornoso -admitio la senorita Layton-, aunque, claro, en cualquier sitio se puede encontrar un bicho raro aisladamente.
– Desde luego, hay gente rara en primero -dijo la senorita Fowler-. Pero ?por que cada ano son mas chillonas y vulgares?
– Siempre han sido asi -replico Harriet.
– Si, y supongo que en tercero decian lo mismo cuando empezamos nosotras -dijo la senorita Haydock-. Pero lo cierto es que no teniamos ninguno de estos problemas antes de ese monton de novatas.
Harriet no la contradijo, pues no deseaba que las sospechas se centrasen en el claustro ni en la desgraciada Cattermole, quien, como todo el mundo recordaria, habia estado en la celebracion, librando batalla simultaneamente contra el amor despechado y contra los examenes para la especialidad, pero si pregunto si habian recaido sospechas sobre otras alumnas ademas de Cattermole.
– No, seguro que no -contesto la senorita Millbanks-. Esta Hudson, claro… Llego de la escuela con cierta fama de bromista, pero en mi opinion es bastante responsable. Yo diria que todas las de su curso lo son. Y en realidad, Cattermole se lo ha buscado, es decir, va pidiendo guerra.
– ?Como? -pregunto Harriet.
– De diversas maneras -contesto la senorita Millbanks con una cautela que daba a entender que Harriet gozaba de demasiada confianza entre las profesoras para contarle detalles-. Tiene tendencia a romper las normas porque si, que esta muy bien si te diviertes con ello, pero no es su caso.
– Cattermole se esta metiendo de lleno en un lio. Quiere demostrar a ese joven… ?como se llama?… Farringdon, que no es el unico hombre sobre la tierra. Hasta ahi, muy bien, pero lo esta haciendo con cierto descaro. Sencillamente esta asediando a ese muchacho, Pomfret.
– ?Ese pobrecillo con cara de bueno de Queen's? -dijo la senorita Fowler-. Pues va a volver a tener mala suerte, porque Flaxman lo esta acorralando.
– ?Maldita Flaxman! -exclamo la senorita Haydock-. ?Es que no puede dejar en paz a los hombres de las demas? Ha cazado a Farringdon; creo yo que podria dejarle Pomfret a Cattermole.
– Le sienta fatal dejarle nada a nadie -replico la senorita Layton.
– Espero que no haya intentado llevarse a su Geoffrey -dijo la senorita Millbanks.
– No voy a darle ninguna oportunidad -contesto la senorita Layton con sonrisa picara-. Geoffrey es sensato… Si, queridas, sumamente sensato, pero no pienso correr riesgos. La ultima vez que lo invitamos a tomar el te en la sala de alumnas, Flaxman entro cimbreandose y… ah, perdon, resulta que no tenia ni idea de que hubiera alguien alli y se habia dejado un libro. Con el cartel de «Ocupado» como una casa en la puerta. No le presente a Geoffrey.
– ?El queria que lo presentara? -pregunto la senorita Haydock.
– Me pregunto quien era. Le dije que es la becaria de Templeton y peso pesado de la erudicion. Eso lo desanimo.
– ?Y que hara Geoffrey cuando saque usted sobresaliente, hija mia? -pregunto la senorita Haydock.
– En fin, Eve… Como lo consiga, me vere en un aprieto. ?Pobre criatura! Tendre que hacerle creer que lo consegui por este aspecto fragil que da tanta pena en los orales.