pisadas se aproximaron, llegaron hasta el porche y se detuvieron. El caminante nocturno emitio un chillido.

– ?Aah!

– ?Que pasa? -pregunto Harriet.

– ?Ah, es usted, senorita! Menudo susto me ha dado. ?Ha visto algo?

– ?Que si he visto que? Por cierto, ?quien es usted?

– Emily, senorita. Duermo en el patio nuevo, senorita, y al despertarme, estoy segura de haber oido la voz de un hombre en el patio interior, y al mirar alli lo vi, senorita, con toda claridad, viniendo hacia aqui con una de las senoritas jovenes. Asi que me puse las zapatillas, senorita…

Maldita sea, dijo Harriet para sus adentros. Sera mejor que cuente parte de la verdad.

– No se preocupe, Emily. Era un amigo mio. Entro conmigo y queria ver el patio nuevo a la luz de la luna, asi que lo cruzamos y volvimos a salir.

(Una excusa poco convincente, pero probablemente menos sospechosa que negarlo rotundamente.)

– Ah, ya, senorita. Perdone, pero entre unas cosas y otras me pongo muy nerviosa. Y si me perdona que se lo diga, senorita, no es corriente que…

– No, nada corriente -la interrumpio Harriet, dirigiendose lentamente hacia el patio nuevo, para obligar a la criada a que la siguiera-. Ha sido una estupidez mia no pensar que podria molestar. Se lo explicare a la decana por la manana. Ha hecho muy bien en bajar.

– Bueno, senorita, es que yo no sabia quien era, y la decana es tan especial… Y con todas estas cosas raras que estan pasando…

– Por supuesto. Desde luego. Siento de verdad mi falta de consideracion. El caballero ya se ha marchado, asi que nadie volvera a despertarla.

Emily parecia indecisa. Era una de esas personas que creen que no han dicho una cosa hasta que la dicen tres veces seguidas. Se detuvo al pie de la escalera para volver a contarlo todo. Harriet la escucho impaciente, pensando en el senor Pomfret, que estaba echando chispas en la capilla. Por fin se libro de la criada y volvio.

Que complicado, que situacion tan absurda, como una farsa, penso Harriet Emily piensa que ha sorprendido a un estudiante, y yo que he sorprendido a un Poltergeist. Nos sorprendemos mutuamente. El joven Pomfret abandonado en la capilla, pensando que los estoy protegiendo a Cattermole y a el. Tras esconder con tanto cuidado a Pomfret, tengo que reconocer que estaba alli, pero si el Poltergeist hubiera sido Emily (y es probable), Pomfret no podria haberme ayudado a perseguirla. Esta clase de investigacion te confunde mucho.

Abrio la puerta de la capilla. El porche estaba desierto. Maldita sea! -exclamo Harriet irreverentemente-. El muy imbecil se ha ido. O a lo mejor ha entrado.

Se asomo a la puerta interior y vio con alivio una figura oscura recortada debilmente contra el roble claro de la silleria del coro. A continuacion se llevo una impresion tremenda al vislumbrar una segunda figura oscura, al parecer extranamente suspendida en el aire.

– ?Hola? -dijo Harriet. A la tenue luz de las ventanas orientadas hacia el sur vio el destello de la pechera de una camisa blanca cuando aparecio el senor Pomfret-. Soy yo. ?Que es eso?

Saco una linterna del bolso y enfoco despiadadamente. El haz de luz recayo en una lugubre figura que colgaba del baldaquino sobre la silleria. Se balanceaba un poco de un lado a otro y giraba con el balanceo. Harriet se precipito hacia alli.

– Que imaginacion tan morbosa tienen estas chicas, ?no? -dijo el senor Pomfret.

Harriet contemplo el birrete y la toga de licenciada, colocados sobre una almohada cilindrica y un vestido sujetos por un delgado cordon a un extremo del baldaquino.

– Y encima con un cuchillo del pan en la tripa -anadio el senor Pomfret-. Casi me da un patatus, como diria mi tia. ?Ha pillado a la joven?

– No. ?Ha estado aqui?

– Si, desde luego -contesto el senor Pomfret-. Es que pense que debia apartarme un poco, y al entrar aqui vi eso. Me acerque a investigar y oi a alguien saliendo a hurtadillas por la otra puerta… por ahi.

Senalo vagamente hacia el lado norte del edificio, donde habia una puerta que daba a la sacristia. Harriet fue rapidamente a mirar. Estaba abierta, y aunque la puerta exterior de la sacristia estaba cerrada, la habian abierto desde dentro. Se asomo. Todo estaba en silencio.

– Malditas sean, ellas y sus novatadas -dijo Harriet al regresar-. No, no he visto a la senora en cuestion. Debe de haberse es capado mientras yo llevaba a Emily al patio nuevo. ?Que suerte la mia!

Pronuncio las ultimas palabras para sus adentros. Le daba un rabia tremenda haber tenido al Poltergeist al alcance de la mano y haberse entretenido por culpa de Emily. Volvio a acercarse a la muneca y vio que habia un papel en la cintura, sujeto con el cuchillo.

– Citas de los clasicos -dijo el senor Pomfret con soltura- Parece que alguien esta resentido con las profesoras.

– ?Las muy insensatas! -exclamo Harriet-. Pero es una faena muy convincente, si te paras a pensar. Si no lo hubieramos visto nosotros, se habria armado un gran revuelo cuando hubieramos entrado a la oracion. Hay que iniciar una pequena investigacion. Bueno, es hora de que se vaya tranquilamente a casa y de que le prohiban las salidas, por su bien.

Lo acompano hasta la verja y se la abrio.

– Por cierto, senor Pomfret, le agradeceria que no hablara con nadie de esta novatada. No es precisamente de buen gusto. Favor con favor se paga.

– Como usted diga -replico el senor Pomfret-. Y una cosa… ?puedo pasarme por aqui manana?… Bueno, ya es manana, ?no? Para preguntar y esas cosas. Sere correcto, por supuesto. ?Cuando estara usted? ?Por favor!

– No se permiten visitas por la manana -contesto Harriet de inmediato-. No se que hare por la tarde, pero puede preguntar en la conserjeria.

?Puedo, de verdad? Fantastico. Vendre, y si no esta, dejare una nota. O sea, tiene que venir a tomar el te o un coctel o algo. Y le prometo que no volvera a ocurrir, en serio, si puedo evitarlo.

De acuerdo. A proposito… ?A que hora llego la senorita Cattermole a las habitaciones de su amigo?

Pues… hacia las nueve y media, creo. No estoy seguro. ?Por que?

– Por saber si sus iniciales estaban en el cuaderno del portero, pero ya lo averiguare. Buenas noches.

– Buenas noches y muchisimas gracias -dijo el senor Pomfret.

Harriet cerro la verja y volvio a cruzar el patio, pensando que de aquel absurdo incidente habia sacado algo en claro. Dificilmente podrian haber colocado la muneca antes de las nueve y media, de modo que, por pura estupidez, la senorita Cattermole habia conseguido hacerse con una coartada a toda prueba. Harriet le estaba tan agradecida por haber adelantado la investigacion incluso con un paso tan pequeno que decidio que, si era posible, la muchacha no pagaria las consecuencias de su aventura.

Eso le recordo que la senorita Cattermole seguia en el suelo del bano, esperando a que alguien se ocupara de ella. Resultaria muy violento que hubiera recuperado el conocimiento y se hubiese puesto a hacer ruido, pero al llegar al patio nuevo y abrir la puerta, Harriet encontro a su prisionera en la etapa de somnolencia de su carrera de libertina. Tras una breve busqueda por los pasillos descubrio que la senorita Cattermole dormia en el primer piso. Abrio la puerta de la habitacion; en el mismo momento se abrio la puerta de al lado y alguien asomo la cabeza.

– ?Cattermole? -susurro aquella cabeza-. ?Ay, perdon!

Y volvio a esconderse.

Harriet reconocio a la chica que habia hablado con la senorita Cattermole tras la inauguracion de la biblioteca. Fue a su puerta, en la que estaba escrito el nombre de C. I. Briggs y llamo con suavidad. La cabeza volvio a aparecer.

– ?Esperaba a la senorita Cattermole?

– Pues… Es que he oido a alguien a su puerta y… ?Ah! Es usted la senorita Vane, ?no? -dijo la senorita Briggs.

– Si. ?Por que estaba despierta esperando a la senorita Cattermole?

La senorita Briggs, que llevaba una chaqueta de lana encima del pijama, parecio asustarse un poco.

– Tenia que hacer un trabajo, o sea que de todas formas tenia que quedarme despierta. ?Por que?

Harriet miro a aquella chica. Era baja y corpulenta, de rostro energico, feucho y con expresion de sensatez. Parecia digna de confianza.

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