– Si es usted amiga de la senorita Cattermole, haga el favor de ayudarme a subirla hasta aqui -dijo Harriet-. Esta abajo, en el cuarto de bano. Me la encontre cuando un joven la ayudaba a subir el muro, y esta hecha polvo.

– ?Vaya por Dios! -exclamo la senorita Briggs-. ?Borracha?

– Pues si.

– Es una insensata -dijo la senorita Briggs-. Ya sabia yo que algun dia pasaria algo. Muy bien; voy con usted.

Entre las dos arrastraron a la senorita Cattermole por las escaleras enceradas, que hacian un ruido tremendo, y la dejaron en la cama. La desnudaron en absoluto silencio y la cubrieron con las sabanas.

– Ahora dormira hasta que se le pase la borrachera -dijo Harriet-. Por cierto, ?no le parece que no estarian de mas ciertas explicaciones?

– Venga a mi habitacion -dijo la senorita Briggs-. ?Le apetece tomar algo, leche caliente, un caldo, cafe?

Harriet le pidio leche caliente. La senorita Briggs encendio el hornillo en la antecocina, entro, avivo el fuego en la chimenea y se sento en un puf.

– Por favor, cuenteme que ha ocurrido -dijo la senorita Briggs.

Harriet se lo conto, omitiendo los nombres de los caballeros implicados, pero a la senorita Briggs le falto tiempo para reparar la omision.

– Reggie Pomfret, claro -dijo-. Pobrecillo. Siempre le cargan con el mochuelo. ?Y que va a hacer el muchacho, si la gente anda detras de el?

– Es algo muy delicado -dijo Harriet-. O sea, se necesita cierto conocimiento del mundo para salir airoso. ?A la chica le interesa de verdad?

– No -contesto la senorita Briggs-. La verdad es que no. Solamente necesita a alguien o algo, ?comprende? Recibio un golpe tremendo cuando se rompio su compromiso. Vera, Lionel Farringdon y ella eran amigos de la infancia, y estaba todo decidido antes de que ella viniera aqui. Y entonces nuestra querida senorita Flaxman cazo a Farringdon y se produjo la ruptura, con muchas complicaciones. Y Violet Cattermole esta muy nerviosa.

– Lo se -dijo Harriet-. Es una sensacion de desesperacion… debo tener un hombre para mi sola y esas cosas.

– Si. Y da igual quien sea. Creo que es una especie de complejo de inferioridad o algo parecido. Tienes que cometer estupideces y hacerte valer. ?Me explico?

– Si, si. Lo entiendo perfectamente. Ocurre muchas veces. Hay que autoafirmarse a costa de lo que sea… ?Ha ocurrido esto con frecuencia?

– Pues con mas frecuencia de lo que a mi me gustaria -confeso la senorita Briggs-. He intentando hacer entrar en razon a Violet, pero ?de que sirven los sermones? Cuando la gente se pone tan frenetica, es como hablar con la pared, y aunque es un fastidio para el joven Pomfret, el es de lo mas decente y fiable. Desde luego, si fuera una persona mas decidida, se libraria de esto, pero yo le agradezco que no lo haga, porque si no fuera por el, podria ser cualquier sanguijuela.

– ?Es posible que salga algo de todo esto?

– ?Se refiere a una boda? No, que va. Creo que el tiene suficiente instinto de autoproteccion para evitarlo. Y ademas… Mire, senorita Vane, de verdad que es vergonzoso. La senorita Flaxman no es capaz de dejar a nadie en paz, y tambien esta intentando llevarse a Pomfret, aunque no lo quiere. Si dejara en paz a la pobre Violet, probablemente todo este asunto se acabaria sin mas. Claro, yo le tengo mucho carino a Violet. Es buena persona, y le iria perfectamente con el hombre adecuado. La verdad es que no le interesa lo mas minimo estar en Oxford. Lo que realmente quiere es llevar una vida hogarena con un hombre al que dedicarse, pero ese hombre tendria que ser firme, decidido y muy afectuoso, de una forma seria. Pero desde luego, no Reggie Pomfret, que es un imbecil caballeroso.

La senorita Briggs atizo el fuego con furia.

– Pues algo habra que hacer al respecto -dijo Harriet-. No quiero hablar con la decana, pero…

– Claro que hay que hacer algo -la interrumpio la senorita Briggs-. Hemos tenido una suerte enorme, que fuera usted quien lo descubriera y no una de las profesoras. Yo casi estaba deseando que pasara algo. Me tiene realmente preocupada. Es ese tipo de cosas a las que no se como enfrentarme, pero tenia que apoyar a Violet, mas o menos, porque si no, habria perdido toda la confianza en si misma, y sabe Dios que estupidez podria haber cometido.

– Creo que tiene usted razon -dijo Harriet-. Pero ahora quiza podria tener yo una conversacion con ella y decirle que se ande con cuidado. Al fin y al cabo, tiene que ofrecer ciertas garantias de que va a observar una conducta sensata para que yo no de parte a la decana. Me parece que en este caso procede un poquito de amable chantaje.

– Si -reconocio la senorita Briggs-. Deberia hacerlo, y es usted de lo mas amable. Agradeceria librarme de esa responsabilidad. Es agotador… y ademas interfiere con tu trabajo. Al fin y al cabo, si estamos aqui es para trabajar. El proximo trimestre tengo examenes finales, y te descentra muchisimo no saber que va a pasar manana.

– La senorita Cattermole confia mucho en usted, supongo.

– Si, pero escuchar las confidencias de la gente lleva mucho tiempo, y a mi no se me da precisamente bien enfrentarme con arrebatos de mal genio.

– La tarea del confidente es muy ingrata y pesada -dijo Harriet-. No es de extranar que acabe poco menos que con camisa de fuerza, mientras que si es raro que se mantenga en sus cabales, como usted, pero estoy de acuerdo en que hay que quitarle esa carga de sus espaldas. ?Es usted la unica?

– Desde luego. La pobre Violet ha perdido muchos amigo por el revuelo que se formo.

– ?Y la historia de los anonimos?

– Ah, se ha enterado de eso… Bueno, por supuesto que no ha sido Violet. Seria absurdo, pero Flaxman ha propagado ese chismorreo por todo el colegio, y con una acusacion de tal calibre se hace mucho dano.

– Si, desde luego. En fin, senorita Briggs, ya es hora de que las dos nos vayamos a la cama. Vendre a ver a la senorita Cattermole despues del desayuno. No se preocupe demasiado. A lo mejor este disgusto es para bien. Bueno, me marcho. ?Podria dejarme un buen cuchillo?

Un tanto atonita, la senorita Briggs le entrego una navaja consistente y le dio las buenas noches. Antes de llegar al Tudor, Harriet se detuvo para cortar la muneca oscilante y se la llevo para inspeccionarla y tomar medidas un poco mas tarde. Sentia una necesidad imperiosa de consultar el asunto con la almohada. Y debia de estar muy cansada, porque se quedo dormida en cuanto se metio en la cama, y no sono ni con Peter Wimsey ni con nada.

Capitulo 8

Contemplandolo con tiernos ojos

un emocionado latido de su corazon broto

e interrumpio sus palabras.

Con un viejo pesar que abrio una nueva grieta

pareciole ver en el rostro del mozo

las viejas facciones de su gentil padre.

EDMUND SPENSER

– El caso es que tengo que dar una clase a las nueve. ?Alguien puede prestarme una toga? -pregunto la senorita Pyke.

Varias profesoras estaban desayunando en el comedor del profesorado. Harriet entro a tiempo de oir la pregunta, formulada con un tono destemplado y bastante indignado.

– ?Ha perdido la toga, senorita Pyke?

– Le dejaria la mia con mucho gusto, senorita Pyke, pero me temo que le quedaria demasiado corta -dijo la

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