porque tenia la impresion de que no queria que lo hiciera.

– No, no queria -respondio Harriet.

– ?Y sigue sin quererlo?

– Como dijo Sherlock Holmes en una ocasion: «Creo que debemos pedir amnistia en ese sentido».

La decana le dirigio una centelleante mirada de astucia.

– Hay que atar cabos, y yo confio en usted.

– Pero yo iba a proponerle que se colocara una hilera de pinchos en el muro del jardin de las profesoras.

– ?Ah! -exclamo la decana-. Bueno, no quiero enterarme de las cosas, y ademas, la mayoria solo son un fastidio. Quieren hacerse los heroes y las heroinas. La ultima semana del trimestre es la peor para escalar muros. Hacen apuestas, y tienen que pagarlas antes del final. Esos chalados… Son una pesadez, pero no podemos consentirlo.

– Me imagino que no volvera a ocurrir, al menos con esta pandilla.

– Muy bien. Hablare con la administradora sobre lo de los pinchos…, asi como quien no quiere la cosa.

Harriet se cambio de vestido mientras reflexionaba sobre las incongruencias de la fiesta a la que estaba invitada. Saltaba a la vista que el senor Pomfret se pegaba a ella para protegerse de la senorita Flaxman, y el senor Farringdon para protegerse del senor Pomfret, mientras que la senorita Flaxman, que al parecer era su anfitriona, no queria ni verla. Lastima que no pudiera embarcarse en la aventura de anexionar al senor Farringdon, para completar una perfecta pescadilla que se muerde la cola, pero era demasiado mayor y demasiado joven a la vez para emocionarse con el perfil byroniano del senor Farringdon; le resultaria mas divertido mantenerse como estado tapon. Sin embargo, le guardaba suficiente rencor a la senorita Flaxman por el asunto de Cattermole para ponerse un traje de chaqueta de excelente corte y un sombrero elegante pero anodino antes de dirigirse al primer punto de su agenda vespertina.

No tuvo gran dificultad para encontrar la escalera del senor Pomfret, y aun menos para encontrar al senor Pomfret. Mientras ascendia las antiguas y oscuras escaleras, pasaba junto a la puerta entornada de un tal senor Smith, la puerta cerrada a cal y canto de un tal senor Banerjee y la puerta abierta de un tal senor Hodges, que al parecer celebraba una ruidosa fiesta con un monton de amigos varones, oyo una disputa en el rellano de arriba, y de repente diviso al senor Pomfret, en el umbral de la puerta de su habitacion, discutiendo con un hombre que estaba de espaldas a la escalera.

– Por mi, se puede ir al mismisimo infierno -dijo el senor Pomfret.

– Muy bien, senor -replico el hombre de espaldas-, pero ?y si le voy con el cuento a la senorita? Si voy y le cuento que lo he visto empujandola por el muro…

– ?Que se vaya usted al diablo! -exclamo el senor Pomfret-. ?Callese de una vez!

En aquel momento Harriet llego al ultimo escalon y su mirada se cruzo con la del senor Pomfret.

– ?Ah! -dijo el senor Pomfret, sorprendido. Y dirigiendose a aquel hombre, anadio-: Larguese, que tengo cosas que hacer. Ya volvera otro dia.

– Vaya, vaya, conque todo un caballero, ?eh, senor? -dijo aquel hombre con un tono muy desagradable.

Tras pronunciar estas palabras se dio la vuelta, y Harriet se quedo pasmada al reconocer su cara.

– ?Pero hombre, Jukes! -dijo Harriet-. ?Como usted por aqui?

– ?Conoce usted a este tipo? -pregunto el senor Pomfret.

– Claro que si -contesto Harriet-. Fue conserje de Shrewsbury, y lo echaron por pequenos hurtos. Espero que se haya enderezado, Jukes. ?Como esta su esposa?

– Bien -replico Jukes malhumorado-. Ya volvere.

Hizo ademan de bajar la escalera, pero Harriet habia puesto su paraguas de tal manera que le cortaba la retirada.

– ?Eh, un momento! -exclamo el senor Pomfret-. Vamos a ver que pasa aqui, ?de acuerdo?

Estiro un brazo y atrajo con fuerza hacia el umbral a Jukes, que se resistio.

– No puede volver con esa vieja historia -dijo Jukes con desden, mientras Harriet los seguia, cerrando la puerta de golpe-. Eso esta acabado y requeteacabado, y no tiene nada que ver con el otro asuntillo que he mencionado.

– ?De que se trata? -pregunto Harriet.

– Este canalla ha tenido la desfachatez de venir a decirme que si no le pago para que mantenga su asquerosa boca cerrada, informara sobre lo que ocurrio anoche.

– Chantaje -dijo Harriet muy interesada-. Es un delito grave.

– Yo no he hablado de dinero -repuso Jukes, ofendido-. Lo Unico que he hecho ha sido decirle a este caballero lo que habia visto y que no debia haber pasado y que me estaba dando vueltas en la cabeza. El me dice que me vaya al infierno, asi que yo se lo voy a contar a la senorita, porque me remuerde la conciencia, a ver si me entiende.

– Muy bien -dijo Harriet-. Aqui estoy. Adelante. -Jukes se quedo mirandola-. Supongo que vio anoche al senor Pomfret ayudandome a saltar el muro de Shrewsbury, porque habia olvidado la llave. Y por cierto, ?que hacia usted ahi fuera? ?Merodeando con intencion de cometer alguna fechoria? Entonces es probable que tambien me viera cuando sali, le di las gracias al senor Pomfret y le pedi que viniera a ver los edificios del colegio a la luz de la luna. Si espero lo suficiente, tambien veria cuando le abri la puerta. ?Y que?

– Pues menudos tejemanejes, me parece a mi -contesto Jukes, desconcertado.

– Es posible -dijo Harriet-. Pero si las antiguas alumnas deciden entrar en su college de una forma heterodoxa, no veo quien Puede impedirselo. No usted, desde luego.

– No me creo ni una palabra -replico Jukes.

– Alla usted -dijo Harriet-. La decana nos vio al senor Pomfret y a mi, asi que ella si se lo creera. Y a usted, ?quien lo va a creer? ?Por que no le ha contado a este hombre toda la historia desde el principio para tranquilizar su conciencia, senor Pomfret? Por cierto, Jukes, acabo de decirle a la decana que deberia poner pinchos en ese muro. A nosotros nos vino bien, pero no es lo suficientemente alto para impedir la entrada de ladrones y otras personas indeseables. Asi que no le va a servir de gran cosa seguir merodeando por alli. Recientemente han desaparecido un par de cosas de algunas habitaciones -anadio, sin faltar por completo a la verdad-. De modo que convendria poner vigilancia especial en esa carretera.

– De eso nada -dijo Jukes-. No voy a consentir que se manche mi buen nombre. Si es como usted dice, tenga por seguro que no sere yo quien ponga en apuros a una senorita como usted.

– Espero que no se le olvide -intervino el senor Pomfret-. Pero quiza le gustaria llevarse algo para recordarlo.

– ?Nada de agresiones! -grito Jukes, retrocediendo hacia puerta-. ?Nada de agresiones! ?Ni se le ocurra ponerme la mano encima!

– Como vuelva a asomar su asquerosa cara por aqui -dijo el senor Pomfret abriendo la puerta-, lo echo a patadas escaleras abajo, hasta el patio. ?Entendido? ?Pues largo!

Tiro de la puerta con una mano y empujo energicamente a Jukes con la otra. Un golpetazo y una palabrota anunciaron que la rapida salida de Jukes lo habia llevado hasta la escalera.

– ?Uf! -exclamo el senor Pomfret al regresar-. ?Demonios! Ha sido estupendo. Ha estado usted maravillosa. ?Como se le ha ocurrido?

– Saltaba a la vista. De todos modos, espero que solo sea un farol. No creo que pudiera saber quien era la senorita Cattermole, pero me pregunto como dio con usted.

– Debio de seguirme cuando sali, pero evidentemente no entre por esta ventana, asi que… ?como? ?Ah, ya! Cuando desperte Brown, creo que saco la cabeza y dijo: «?Eres tu?». ?Que poco cuidado tiene ese tipo! Ya hablare yo con el… Oiga, parece usted el angel de la guarda de todo el mundo, ?no? Es increible que pueda estar siempre tan alerta.

La miro con ojos perrunos. Harriet se echo a reir, y en ese momento llegaron juntos el senor Rogers y el te.

El senor Rogers estaba en tercero y era alto, moreno, alegre y parecia sinceramente arrepentido.

– Esto de no parar de transgredir normas es una tonteria -dijo-. ?Por que lo hacemos? Porque alguien dice que es divertido y te lo crees. ?Por que te lo crees? No lo se. Habria que observar estas cosas con mas objetividad. ?Es algo bonito en si mismo? No. Entonces, no lo hagamos. Por cierto, Pomfret, ?alguien te ha propuesto lo de quitarle los pantalones a Culpepper?

Вы читаете Los secretos de Oxford
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату