diminuta senorita Chilperic con gentileza.

– En los tiempos que corren ya no se puede dejar nada en el guardarropa del claustro -dijo la senorita Pyke-. Se que estaba alli despues de la cena, porque la vi.

– Puedo dejarle la mia, si me la devuelve antes de las diez -apunto la senorita Burrows.

– Pidasela a la senorita De Vine o a la senorita Barton rio la decana-. No tienen clase. O a la senorita Vane… Su toga le quedara bien.

– Por supuesto -dijo Harriet con tono despreocupado- ?Tambien necesita birrete?

– El birrete tambien ha desaparecido -repuso la senorita Pyke-. No lo necesito para la clase, pero no estaria de mas saber adonde han ido a parar mis pertenencias.

– Es sorprendente como desaparecen las cosas -dijo Harriet sirviendose huevos revueltos-. La gente es muy descuidada. Por cierto, ?de quien es un vestido negro estampado, de crepe, con ramilletes de amapolas rojas y verdes, delantero drapeado, escote de pico, corte en las caderas, falda y mangas con mucho vuelo de hace como tres temporadas? -Recorrio con la mirada el comedor, que se habia llenado de profesoras-. Senorita Shaw, usted que tiene tan buen ojo para la ropa, ?podria reconocerlo?

– Quiza, si lo viera -contesto la senorita Shaw-. Por su descripcion, no recuerdo ninguno asi.

– ?Lo ha encontrado usted? -pregunto la administradora.

– ?Otro capitulo del misterio? -apunto la senorita Barton.

– Estoy segura de que ninguna de mis alumnas tiene un vestido asi -dijo la senorita Shaw-. Les gusta ensenarme los vestidos que se compran. Creo que es bueno interesarse por esas cosas.

– Yo no recuerdo haber visto un vestido de esas caracteristicas en la sala de profesoras -dijo la administradora.

– ?No tenia la senorita Wrigley un vestido negro estampado de crepe? -pregunto la senora Goodwin.

– Si -contesto la senorita Shaw-. Pero ya no esta aqui, y ademas, el suyo era de escote cuadrado y sin corte en las caderas. Lo recuerdo muy bien.

– ?No podria contarnos cual es el misterio, senorita Vane? -pregunto la senorita Lydgate-. ?O es mejor que no nos diga nada?

– Bueno, no veo razon alguna para no contarlo -respondio Harriet-. Cuando volvi anoche de un baile fui a… hacer la ronda y…

– Ah!, ya me parecia a mi haber oido a alguien desde mi ventana yendo y viniendo. Y susurrando -dijo la decana.

– Si… Es que salio Emily y me pillo. Creo que pensaba que yo era la bromista. El caso es que entre en la capilla.

Conto la historia, omitiendo el nombre del senor Pomfret y limitandose a decir que el culpable al parecer habia salido por la puerta de la sacristia.

– Y el hecho es que el birrete y la toga son suyos, senorita Pyke, y que puede recogerlos cuando quiera. Lo mas probable es que el cuchillo de pan se lo llevaran del comedor, o de aqui. Y la almohada… no se de donde la habran sacado.

– Creo que puedo imaginarmelo -dijo la administradora-. La senorita Trotman esta fuera. Vive en la planta baja de Burleigh. Resultaria muy facil colarse y apoderarse de la almohada.

– ?Por que esta fuera Trotman? -pregunto la senorita Shaw-. No me lo habia dicho.

– Su padre se ha puesto enfermo -dijo la decana-. Se marcho ayer por la tarde deprisa y corriendo.

– No comprendo por que no me lo dijo a mi -insistio la senorita Shaw-. Mis alumnas siempre acuden a mi con sus problemas. Es terrible, pensar que tus alumnas valoran que seas comprensiva y…

– Pero usted habia salido a merendar -dijo la administradora con sentido practico.

– Le deje una nota en su casillero -dijo la decana.

– Ah, pues no la vi -replico la senorita Shaw-. No sabia nada, y me parece muy raro que nadie lo mencionara.

– ?Quien lo sabia? -pregunto Harriet.

Durante la pausa que siguio, todo el mundo tuvo tiempo de pensar que resultaba tan extrano como inverosimil que la senorita Shaw no hubiera recibido la nota ni se hubiera enterado de la marcha de la senorita Trotman.

– Creo que anoche se menciono el asunto en la mesa -dijo la senorita Allison.

– Yo cene fuera -replico la senorita Shaw-. Voy a ver si esta ahi la nota.

Harriet la acompano; la nota, una hoja de papel doblada y guardada en un sobre sin cerrar, estaba alli.

– Pues no la habia visto -dijo la senorita Shaw.

– Cualquiera podria haberla leido y vuelto a poner en su sitio -dijo Harriet.

– Si… incluso yo, quiere decir.

– Yo no he dicho eso, senorita Shaw. He dicho cualquiera.

Volvieron juntas a la sala, con expresion sombria.

– La… la broma se perpetro entre la hora de la cena, cuando la senorita Pyke perdio su toga, y aproximadamente la una menos cuarto, cuando yo lo descubri -dijo Harriet-. Convendria que alguien pudiera presentar una coartada a toda prueba para esas horas, sobre todo para despues de las once y cuarto. Supongo que podre averiguar si algunas alumnas tenian permiso de salida hasta la medianoche. Cualquiera que entrase a esa hora podria haber visto algo.

– Yo tengo la lista -dijo la decana-. Y el conserje podria darle los nombres de quienes volvieron despues de las nueve.

– Eso ayudaria bastante.

– Mientras tanto -tercio la senorita Pyke, retirando su plato y enrollando la servilleta-, hay que continuar con las tareas del dia. ?Puede darme mi toga… o una toga?

Fue al Tudor con Harriet, quien le devolvio la toga y le enseno el vestido de crepe estampado.

– No he visto jamas ese vestido, que yo recuerde -dijo la senorita Pyke-. Pero no soy precisamente muy observadora para estas cosas. Parece para una persona delgada de estatura media.

– No hay razon alguna para suponer que es de la persona que lo dejo aqui -dijo Harriet-. Lo mismo que ocurre con su toga.

– Desde luego que no -replico la senorita Pyke. Le dirigio a Harriet una mirada extrana, rapida, con sus penetrantes ojos negros-. Pero la propietaria podria proporcionar alguna pista sobre la ladrona. ?No seria posible, y perdoneme si me meto en su terreno, no seria posible deducir algo del nombre de la tienda en la que se compro?

– Por supuesto que seria posible, pero han quitado la etiqueta -contesto Harriet.

– Ya -dijo la senorita Pyke-. Bueno, tengo que ir a dar mi clase. En cuanto encuentre un momento libre intentare proporcionarle el horario de mis movimientos anoche. De todos modos, mucho me temo que no resulte demasiado esclarecedor. Me fui a mi habitacion despues de cenar y me acoste antes de las diez y media.

Salio muy digna, con la toga y el birrete. Harriet la observo mientras se alejaba, y despues saco un papel de un cajon. El mensaje estaba pegado como de costumbre, y decia lo siguiente:

Tristius haud illis monstrum nec saevior ulla pestis et ira deum Stygiis sese extulit undis. Virginei volucrum vultus foedissima ventris proluvies uncaeque manus et pallida semper ora fame.

– Las arpias -dijo Harriet en voz alta-. Las arpias. Parece indicar cierta linea de pensamiento, pero para mi que ni Emily ni ninguna de las criadas pueden ser sospechosas de expresar sus sentimientos en hexametros virgilianos.

Fruncio el entrecejo. Las cosas se estaban poniendo feas para el claustro.

Harriet llamo a la puerta de la habitacion de la senorita Cattermole, a pesar del letrero que decia, en grandes caracteres: SE RUEGA NO MOLESTAR. DOLOR DE CABEZA. Abrio la senorita Briggs con expresion angustiada y sintio alivio al ver quien era.

– Me temia que fuera la decana -dijo.

– No, de momento me he contenido. ?Como esta la enferma?

– No demasiado bien -respondio la senorita Briggs.

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