viejo de las Termopilas: nunca hace nada como es debido. Si a eso vamos, no es justo que el tio Peter pague por todos los caballos que se caen cuando uno apuesta por ellos, ni por todas las asquerosas cazafortunas con las que uno tiene que cargar… Tendre que agruparlo bajo el epigrafe de «Varios». Y el dira: «?Ah, claro! Sellos de correos, llamadas telefonicas y recaderos». Y entonces yo perdere la cabeza y dire: «Bueno, tio…». Detesto esas frases que empiezan con «Bueno, tio». Me da la impresion de que se repiten una y otra vez y no llevan a ninguna parte.

– No creo que le pida detalles si usted no se los da. ?Ya esta! He ordenado todas estas facturas. ?Quiere que le escriba los cheques y usted los firma?

– Si no le importa… No, no preguntara nada. Se quedara tranquilamente, con expresion inocente, hasta que yo se lo cuente. Supongo que es asi como sonsaca a los delincuentes. No es un rasgo demasiado agradable. ?Tiene esa nota de Levy? Eso es lo principal. Y hay una carta de un tipo llamado Cartwright, bastante importante. Me presto algo en un par de ocasiones. ?A cuanto dice que asciende?… ?Tonterias! No puede ser tanto… Vamos a ver… Bueno, supongo que tiene razon…, y Archie Campbell… es mi corredor de apuestas… ?Dios! ?Que gentuza! No deberian soltar a esas pobres bestias. ?Y estos asuntillos sueltos? Se las arregla usted maravillosamente con estas cosas. ?Lo sumamos todo y vemos que pasa? Si me desmayo, pulse el timbre y vendra la enfermera.

– No se me da bien la aritmetica. Sera mejor que lo compruebe. Parece increible, pero no consigo que me salga menos.

– Vamos a anadir… digamos ciento cincuenta por la reparacion del coche, y ya veremos. Pero ?que demonios tenemos aqui?

– «El retrato de un tonto de remate» -repuso Harriet sin poder contenerse.

– Un tipo increible, ese Shakespeare. Siempre con la palabra adecuada para cada ocasion. Si, desde luego; esto tiene el aspecto de «Bueno, tio». Claro, me dan la asignacion trimestral a finales de mes, pero estan las vacaciones y el trimestre siguiente. Y, por supuesto, tendre que ir a casa y ser buen chico; no puedo seguir asi. El jefe me dio mas o menos a entender que yo tendria que pagar al medico, pero no me di por aludido. Mi madre culpa de todo al tio Peter.

– ?Y por que demonios?

– Por darme mal ejemplo conduciendo a lo loco. Es un poco bruto, pero claro, nunca tiene tan mala suerte como yo.

– ?Podria ser mejor conductor?

– Eso es un poco cruel, mi querida Harriet. ?Te importa que te llame Harriet?

– Pues si, bastante.

– Pero es que no puedo seguir llamando «senorita Vane» a una persona que conoce todos mis espantosos secretos. Quiza seria mejor que me acostumbrase a decir «tia Harriet»… ?Eso que tiene de malo? No puedes negarte a ser mi tia adoptiva. Mi tia Mary se ha vuelto de lo mas hogareno y no puede dedicarme tiempo, y las hermanas de mi madre son la personificacion de las arpias. Soy un incomprendido y huerfano de tias a todos los efectos practicos.

– No te mereces tener ni tios ni tias, en vista de como los tratas. ?Tienes intencion de terminar con estos cheques hoy mismo? Porque si no, tengo otras cosas que hacer.

– Muy bien, sigamos desnudando a un santo para vestir a otro. Ejerces una influencia estupenda sobre mi. Dedicacion absoluta al deber. Si me apretaras las clavijas, al final podria resultar que no soy tan mal chico.

– Firma, por favor.

– Pero no pareces muy dispuesta. ?Pobre tio Peter!

– El tio Peter sera pobre cuando hayas acabado con esto.

– A eso me refiero. Cincuenta y tres, diecinueve, cuatro… Hay que ver como se fuma la gente tus cigarrillos, y estoy seguro de que mi criado pilla la mitad. Veintiseis, doce, ocho. Diecinueve, siete, dos. Cien libras vistas y no vistas. Treinta y una, catorce. Doce, nueve, seis. Cinco, quince, tres. ?Que es eso que cuentan sobre fantasmas campando por sus respetos en Shrewsbury?

Harriet dio un respingo.

– ?Maldita sea! ?Cual de esas fierecillas te lo ha contado?

– A mi no me lo ha contado nadie. No les doy alas a las estudiantes. Buenas chicas seguro que son, pero un poco asquerositas. Hay un chaval de mi misma escalera que hoy me ha contado algo… Vaya; se me olvidaba que me ha dicho que no dijera nada. ?Que pasa? ?Y a que viene tanto secreto?

– ?Por Dios, y eso que les hemos pedido que no digan nada! No piensan en lo mucho que perjudican estas cosas al college.

– Pero no es mas que una broma, ?no?

– Me temo que es algo mas que eso. Vamos a ver, si te explico el porque de tanto secreto, ?prometes no contarlo?

– Bueno, ya sabes que me voy un poco de la lengua -replico lord Saint-George con franqueza-. No soy muy de fiar.

– Tu tio dice que si lo eres.

– ?El tio Peter? ?Dios santo! Se ha vuelto loco o algo asi. Que lastima, ese cerebro tan brillante destrozado. Claro, ya no es tan joven… Pareces muy seria.

– Es terrible, de verdad. Pensamos que el problema lo esta causando alguien que no esta bien de la cabeza. No una alumna… pero, por supuesto, no se lo podemos decir a ellas, sobre todo porque no sabemos quien es.

El vizconde la miro sin dar credito.

– ?Dios del cielo! ?Debe de ser espantoso para ti! Entiendo lo que quieres decir, que una cosa asi no debe andar de boca en boca. Bueno, yo no pienso decir ni media palabra… de verdad que no. Y si alguien lo menciona, adoptare una expresion reconcentrada de falta de interes. ?Sabes una cosa? A lo mejor he visto a tu fantasma.

– ?La conoces?

– Si. Al menos, conoci a alguien que no parecia real. Me asusto un poco. Eres la primera persona a la que se lo cuento.

– ?Cuando fue? Cuentamelo.

– A finales del trimestre pasado. Yo estaba fatal de dinero e hice una apuesta con alguien a que entraba en Shrewsbury y… -Guardo silencio y miro con aquella sonrisa que le era tan asombrosamente propia y ajena-. ?Que sabes de eso?

– Si te refieres a la parte del muro junto a la puerta privada, le van a poner pinchos. De los giratorios.

– Ah, se sabe todo. Bueno, no era la mejor noche, francamente, con luna llena y demas, pero parecia la ultima oportunidad de llevarme esas diez libras, asi que me meti alli, en el trocito de jardin que hay.

– El jardin de las profesoras. Ya.

– Ya. Si, bueno, yo iba a largarme cuando alguien salio de detras de un arbusto y me agarro. Estuvo a punto de salirseme el corazon por la boca, y yo lo unico que queria era salir por piernas.

– ?Como era aquella persona?

– Iba de negro y llevaba algo tambien negro alrededor de la cabeza. Solo pude verle los ojos, y eran espeluznantes. Asi que dije: «?Ay, Dios!», y ella dijo: «?A cual de ellas quieres?», con una voz repugnante, como pegamento. En fin, no resulto agradable, y desde luego, no lo que yo me esperaba. No digo que sea buen chico, pero en aquel momento no eran esas mis intenciones. Asi que le dije: «No quiero nada de eso. Simplemente habia hecho una apuesta a que no me pifiarian, y como me han pillado, me marcho y usted perdone». Y ella dijo: «Si, marchate. Asesinamos a los chicos guapos como tu, les arrancamos el corazon y nos lo comemos». Y yo: «?Dios santo! ?Que repulsivo!». No me hizo ninguna gracia.

– ?Te lo estas inventando?

– De verdad que no. Despues dijo: «El otro tambien era rubio». Y yo: «No me diga, ?en serio?». Y ella dijo algo, no recuerdo que… Me dio la impresion de que tenia una expresion como hambrienta, no se si me entiendes… y bueno, resultaba muy incomodo, asi que dije: «Perdone, pero sera mejor que me vaya», y me solte (esa mujer tenia una fuerza extraordinaria en las munecas) y subi el muro de un tiron.

Harriet lo miro, pero el parecia completamente serio.

– ?Que estatura tenia?

– Yo diria que como tu, o un poco mas baja. De verdad, estaba tan asustado que no pude fijarme en

Вы читаете Los secretos de Oxford
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату