demasiados detalles. No creo que la reconociera si volviera a verla. No me dio la impresion de que fuera una jovencita, y practicamente no puedo decirte nada mas.

– ?Y dices que has guardado silencio, que no le has contado a nadie esta historia tan extraordinaria?

– Si. No me pega nada, ?verdad?, pero es que habia algo extrano… no se. Si se lo hubiera contado a cualquiera de los muchachos, se habrian partido de la risa, y no tiene nada de divertido. Por eso no dije nada. Ademas, no me parecia bien.

– Me alegro de que no quisieras que se rieran.

– No. El chico tiene buenos sentimientos. Y no hay nada mas. Veinticinco, once, nueve… ese maldito coche se traga el aceite y la gasolina, como todas las maquinas grandes. Lo del seguro va a ser muy delicado. Querida tia Harriet, por favor, ?tengo que seguir con esto? Me deprime.

– Puedes dejarlo hasta que yo me marche y entonces escribir todos los cheques y los sobres tu mismo.

– Negrera. Me voy a echar a llorar.

– Te dare un panuelo.

– Eres la mujer menos femenina que he conocido en mi vida. El tio Peter cuenta con todas mis simpatias. ?Mira esto! Sesenta y nueve, quince… cuenta rendida… No se de que iba.

Harriet no replico; se limito a extender cheques.

– Y no parece que haya mucho en Blackwell's. Una insignificancia de seis con doce.

– «Una pizca de pan para esta intolerable cantidad de jerez».

– Esa mania de las citas, ?se te ha pegado del tio Peter?

– No pongas mas cargas sobre los hombros de tu tio.

– ?Tienes que restregarmelo por las narices? Casi no hay nada de la bodega. Lo de beber mucho se esta pasando de moda. ?No es estupendo? Naturalmente, el jefe tiene el detalle de regalar un par de botellas de vez en cuando. ?Te gusto el Niersteiner del otro dia? Detalle del tio Peter. ?Cuantas cosillas mas de este tipo quedan?

– Unas cuantas.

– ?Huy! ?Como me duele el brazo!

– Si estas demasiado cansado…

– No, no. Puedo arreglarmelas.

Harriet dijo al cabo de media hora:

– Ya esta todo.

– ?Gracias a Dios! Ahora dime cosas bonitas.

– No; tengo que marcharme. De camino echare al correo estas cartas.

– Pero ?te vas? ?Asi, sin mas?

– Si, me voy a Londres.

– Que envidia. ?Vendras el proximo trimestre?

– No lo se.

– ?Vaya por Dios! Bueno, dame un beso de despedida.

Como no se le ocurrio ninguna forma de negarse que no provocara un comentario capaz de atacarla de los nervios, Harriet accedio reposadamente. Estaba a punto de marcharse cuando aparecio la enfermera para anunciar otra visita. Era una joven, vestida con la maxima estupidez que dictaba la moda del momento, sombrero ladeado, como borracho, y unas pintadas de morado brillante, que se acerco exclamando con tono compasivo:

– ?Ay, Jerry, cielo! ?Es absolutamente terrible!

– ?Por Dios, Gillian! -dijo el vizconde sin demasiado entusiasmo-. ?Como te has…?

– ?Pobrecito! No pareces muy contento de verme.

Harriet huyo y se encontro a la enfermera en el pasillo, colocando un monton de rosas en un cuenco.

– Espero no haber cansado demasiado a su paciente con esos asuntos.

– Me alegro de que haya venido a ayudar. Estaba muy preocupado. ?A que son preciosas las rosas? La senorita las ha traido de Londres. Tiene muchas visitas, pero no es de extranar, ?verdad? Es un encanto, ?y las cosas que le dice a la hermana! Es que no puedes ponerte seria. ?No le parece que tiene mucho mejor aspecto? El senor Whybrow ha hecho un trabajo estupendo con la herida de la cabeza. Ya le ha quitado los puntos… ?y casi ni se le va a notar! Gracias a Dios, porque es tan guapo…

– Si, es un joven muy apuesto.

– Ha salido a su padre. ?Conoce usted al duque de Denver? El tambien es muy apuesto. No diria yo que la duquesa sea guapa; mas bien elegante. Tenia mucho miedo de que su hijo pudiera quedar desfigurado de por vida, y es que habria sido una verdadera lastima, pero el senor Whybrow es un cirujano excelente. Ya vera como se pone bien. La hermana esta encantada… Le decimos que casi se ha enamorado del numero quince. A todas nos va a dar lastima decirle adios… Nos mantiene muy animadas.

– Ya me lo imagino.

– Y como le toma el pelo a la enfermera jefe. Diablillo descarado, asi es como lo llama, pero no deja de reirse con sus cosas. ?Vaya por Dios! Vuelve a llamar la diecisiete. Supongo que quiere una cuna. Sabe donde esta la puerta, ?no?

Harriet se marcho, con la sensacion de que debia de resultar muy gravoso ser tia de lord Saint-George.

– Naturalmente, si ocurriera algo durante las vacaciones… -dijo la decana.

– Lo dudo mucho -la interrumpio Harriet-. No hay suficientes espectadoras. Me imagino que de lo que se trata es de dar un espectaculo publico, pero si ocurriese otro incidente, se reducirian las posibilidades.

– Si; la mayoria de los miembros del claustro estaran fuera. El proximo trimestre, entre la directora, la senorita Lydgate y yo fuera de sospecha definitivamente, deberia resultarnos mas facil vigilar. ?Que va a hacer?

– No lo se. Estaba pensando en volver a Oxford una temporada, a trabajar. Este sitio te atrapa. Esta tan poco comercializado… Creo que estoy demasiado agitada, y necesitaria un poco de sosiego.

– ?Por que no prepara un doctorado de literatura?

– Si, seria bastante divertido, aunque me temo que no aceptarian a Le Fanu, ?no? Tendria que ser algo mas aburrido. Me vendria bien un poco de aburrimiento. Hay que seguir escribiendo novelas para ganarse el pan, pero me gustaria hincarle el diente a algo realmente academico y sustancioso, para variar.

– Bueno, de todos modos espero que venga aqui a pasar parte del trimestre. No puede dejar sola a la senorita Lydgate hasta que esas pruebas esten en manos del impresor.

– Casi me da miedo dejarla suelta estas vacaciones. No esta contenta con el capitulo sobre Gerard Manley Hopkins; piensa que a lo mejor lo ha atacado desde un angulo completamente erroneo.

– ?Oh, no!

– Me temo que es ?oh, si!… En fin, ya me las arreglare. Y con lo demas… bueno, ya veremos que pasa.

Harriet se marcho de Oxford justo despues del almuerzo. Mientras estaba colocando la maleta en el coche, se le acerco Padgett.

– Perdone, senorita, pero la decana piensa que le gustaria ver esto, senorita. Lo han encontrado esta manana en la chimenea de la senorita De Vine, senorita.

Harriet miro la hoja de periodico medio quemada y arrugada. Habian recortado letras de los anuncios.

– ?Esta aqui todavia la senorita De Vine?

– Se ha marchado en el tren de las diez y diez, senorita.

– Gracias, Padgett. Voy a quedarme con esto. ?Suele leer la senorita De Vine The Daily Trumpet?

– No diria yo que si, senorita. Me parece mas probable The Times o The Telegraph, pero lo puede averiguar facilmente.

– Cualquiera podria haber tirado esto a la chimenea, claro esta. No demuestra nada, pero me alegro mucho de haberlo visto. Buenos dias, Padgett.

– Buenos dias, senorita.

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