Capitulo 11

Dejame, oh, amor, que a polvo te reduces,

y tu, espiritu mio, a elevarte aspiras;

enriquecete con aquello que el orin no cubre,

lo que se marchita, pero marchitos placeres procura.

Tus rayos oculta y humillalos

al dulce yugo donde la libertad perdura,

rompe las nubes y abre paso a la luz

que nos alumbra y para ver nos da la vista.

Sir PHILIP SIDNEY

La ciudad parecia extraordinariamente vacia y anodina; sin embargo, pasaban muchas cosas. Harriet vio a su agente y editor, firmo un contrato para una novela por entregas, se entero del conflicto interno entre lord Gobbersleigh, propietario del periodico, y el senor Adrian Cloot, el critico, entro de lleno en la furibunda disputa triangular entre Gargantua Colour-Talkies Ltd., el senor Garrick Drury, actor, y la senora Snell-Wilmington, autora de Pastel de flor de la pasion, y en los detalles de la tremenda demanda por difamacion contra The Daily Headline interpuesta por la senorita Sugar Toobin, y por supuesto, le intereso enormemente saber que Jacqueline Squills hacia maliciosas revelaciones sobre las costumbres y el caracter de su segundo ex marido en su nueva novela, Luz de gas.

Sin embargo, tales distracciones no lograron entretenerla. Para empeorar las cosas, se habia atascado con la novela de misterio que estaba escribiendo. Tenia cinco sospechosos, convenientemente confinados en un viejo molino sin otra posibilidad de entrada o salida que un puente de tablones, y todos ellos con moviles y coartadas para un asesinato atractivo y original. En la historia no parecia haber ningun fallo importante, pero las permutaciones y combinaciones de las relaciones de las cinco personas empezaban a presentar una simetria antinatural, increible. Los seres humanos no son asi; los problemas humanos no son asi; lo que realmente habia era unas doscientas personas correteando como conejos por un college, haciendo su trabajo, viviendo su vida, impulsadas continuamente por motivaciones incomprensibles incluso para ellas mismas, y de repente, en mitad de todo, no un asesinato simple, comprensible, sino una locura inexplicable, sin sentido.

En todo caso, ?como comprender las motivaciones y los sentimientos de otras personas cuando los propios seguian siendo un misterio? ?Por que esperar con irritacion recibir una carta el 1 de abril y despues sentirse preocupada y ofendida cuando no llega con el primer correo? Lo mas probable era que la carta hubiera sido enviada a Oxford. No era nada urgente, puesto que sabia lo que contenia y como habia que contestar, pero daba mucha rabia quedarse alli esperando.

Timbrazo. Entra la secretaria con un telegrama (probablemente seria eso). Un cablegrama farragoso e innecesario de la representante de una revista norteamericana para decir que llegaria al cabo de poco tiempo a Inglaterra y que estaba deseando hablar con la senorita Harriet Vane sobre un relato para su publicacion. Cordialmente. ?De que demonios queria hablar aquella gente? No se escriben relatos hablando de ellos.

Timbrazo. Segundo correo. Carta con sello italiano. (Ligero retraso en la clasificacion, sin duda.) Ah, gracias, senorita Bracey. Un imbecil con pesimo ingles ansioso por traducir las obras de la senorita Vane al italiano. ?Podia informarle la senorita Vane de los libros que habia escrito? Todos los traductores eran asi: ni ingles, ni sentido comun, ni avales. Harriet dijo brevemente lo que pensaba de ellos, le pidio a la senorita Bracey que remitiera el asunto al agente y volvio con el dictado.

– Wilfrid se quedo mirando el panuelo. ?Que hacia en el dormitorio de Winchester? Con una extrana sensacion de…

El telefono. Un momento, por favor. (No podia ser; menuda estupidez comunicarse por conferencia desde el extranjero, tan cara.) ?Diga? Si, soy yo. ?Ah!

Podria haberlo adivinado. Reggie Pomfret hablo con un tono entre decidido y afable. ?Querria o podria la senorita Vane soportarlo como acompanante para cenar y ver el nuevo espectaculo del Palladium? ?Esa noche? ?La siguiente? ?Cualquiera? ?Esa misma noche? El senor Pomfret apenas podia articular palabra de tanta alegria. Gracias. A colgar. ?Por donde ibamos, senorita Bracey?

– Con una extrana sensacion de… Ah, si, Wilfrid. Wilfrid sintio gran angustia al encontrar el panuelo de su prometida en el dormitorio del hombre asesinado. Algo atroz. Una extrana sensacion de… ?Que sentiria usted dadas las circunstancias, senorita Bracey?

– Supongo que pensaria que se habian equivocado en la lavanderia.

– ?Oh, senorita Bracey! Bueno… Vamos a decir que era un panuelo de encaje. Winchester no habria podido confundir un panuelo de encaje con uno suyo, aunque se lo enviaran de la lavanderia.

– Pero ?habria usado Ada panuelos de encaje, senorita Vane? Porque se la presenta como una persona un tanto masculina, aficionada a los deportes y demas. Y no es como si llevara un traje de noche, porque era muy importante que apareciera con traje sastre de mezclilla.

– Cierto. Bueno… Entonces vamos a poner que el panuelo es pequeno, pero no de encaje. Sencillo pero de buena calidad. Vamos a volver a la descripcion del panuelo… ?Vaya por Dios! No, ya contesto yo. ?Si? ?Si? ?Si!… No, me va a resultar imposible. No, de verdad. ?Ah, si? Bueno, sera mejor que les pregunte a mis agentes. Si, eso es. Adios. Un club que quiere un debate sobre si los genios deberian casarse. No es demasiado probable que el asunto afecte personalmente a sus miembros, asi que no se por que se toman tantas molestias… Digame, senorita Bracey… Ah, si, Wilfrid. ?Maldito Wilfrid! Que mal esta empezando a caerme ese hombre.

Antes de la hora del te, Wilfrid estaba poniendose tan pesado que Harriet lo dejo, enfurecida, y se escapo a un coctel literario. En la habitacion en la que se celebraba hacia demasiado calor y habia demasiada gente, y todos los escritores alli reunidos hablaban sobre a) los editores; b) los agentes; c) las ventas de sus propios libros; d) las ventas de los libros de los demas, y e) la increible actuacion de los seleccionadores del libro del momento por haber otorgado la efimera corona a Tortuga de imitacion, de Tasker Hepplewater. Segun uno de los distinguidos miembros del jurado, «…termine este libro con las lagrimas corriendome por la cara». El autor de El diente de la serpiente le confio a Harriet mientras tomaba una petite saucisse y una copa de jerez que debian de ser lagrimas de puro aburrimiento, pero el autor de Polvo y escalofrio dijo que no, que probablemente eran lagrimas de risa, provocadas por el involuntario humor del libro, y ?conocia a Hepplewater? Una joven muy airada, a cuyo libro no habian prestado la menor atencion, proclamo que todo el mundo sabia que aquel asunto era una farsa. El libro del momento se elegia por turnos entre la lista de cada editorial, de modo que su Ariadne Adams habia quedado automaticamente excluido por el simple hecho de que su sello editorial habia sido honrado con la distincion en enero. Sin embargo, alguien le habia asegurado en privado que el critico de The Morning Star habia sollozado como una criatura con las ultimas cien paginas de Ariadne y que probablemente lo elegiria libro de la quincena, siempre y cuando se pudiera convencer al editor para que reservase espacio publicitario en el periodico. El autor de El limon exprimido coincidia en que la publicidad estaba detras de todo; ?no sabian que The Daily Flashlight habia intentado chantajear a Humphrey Quint para que se anunciase con ellos? Y que al negarse, le habian dicho con tono misterioso: «Bueno, senor Quint, ya sabe lo que va a ocurrir». ?Y que desde entonces el Flashlight no le habia dedicado ni una sola linea a los libros de Quint? ?Y que cuando Quint lo hizo publico en The Morning Star las ventas de sus libros se dispararon un cincuenta por ciento? Bueno, una cantidad increible, en cualquier caso. Pero el autor de Devaneo de primavera dijo que para la gente del libro del momento lo que contaba era el tiron personal… Seguro que recordaban que Hepplewater se habia casado con la hermana de la ultima esposa de Walton Strawberry. El autor de Un placido dia coincidia en lo del tiron, pero pensaba que en este caso era de caracter politico, porque en Tortuga de imitacion se hacia convincente propaganda antifascista y era bien sabido que podias meterte al viejo Sneep Fortescue en el bolsillo con un buen bofeton a los Camisas Negras.

– Pero ?de que trata Tortuga de imitacion? -pregunto Harriet.

Sobre este punto, la mayoria de los escritores dieron vagas explicaciones, pero un joven que escribia relatos

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