eso es lo unico que importa. Les estoy sumamente agradecida a todas.
– Me ofende que se insinue que yo empuje a esa desgraciada muchacha a autodestruirse -dijo la senorita Stevens-. Y decir que no deberiamos haber ido en su busca…
– Yo no he dicho eso -replico Harriet con expresion de cansancio-. Lo unico que he dicho es que si no hubieramos ido quiza no habria ocurrido, pero por supuesto, teniamos que ir.
– ?Que dice la senorita Newland? -pregunto la decana.
– Que por que no la dejamos en paz -contesto la senorita Edwards-. Yo le he dicho que no sea imbecil ni desagradecida.
– ?Pobre criatura! -exclamo la senorita Shaw.
– Si yo estuviera en su lugar, no seria tan blanda con esas chicas -dijo la senorita Edwards, y anadio-: Lo que las echa a perder es darles tantos animos. Usted las deja hablar demasiado de si mismas y…
– Pero si no hablo conmigo -dijo la senorita Shaw-. Y lo intente con todas mis fuerzas.
– Hablarian mas si las dejara en paz.
– Creo que deberiamos irnos todas a la cama -dijo la senorita Martin.
– Menuda nochecita -dijo Harriet, arrebujandose entre las sabanas, muerta de cansancio-. ?Vaya noche tan espantosa!
La memoria, revolviendose en su cerebro como un gato dentro de un saco, le devolvio las imagenes del senor Pomfret y del ayudante del supervisor. Parecian formar parte de otra vida.
Capitulo 13
Mi triste pesar se aliviara
cuando mis pensamientos desvele,
pues no podras sino afligirte
cuando mis penas te cuente.
No hay nada que a ese amigo,
el de corazon sin dobleces,
los secretos pensamientos no podamos
enviar y a buen recaudo dejar,
y tu leal consejo
mi penoso estado templara,
pues en otro caso, la triste afliccion
a su antojo en mujer me mudara.
MICHAEL DRAYTON
– Deben comprender que es imposible seguir asi -dijo Harriet-. Tienen que recurrir a la ayuda de expertos y arriesgarse a las consecuencias. Cualquier escandalo es preferible a un suicidio y una investigacion judicial.
– Creo que tiene razon -dijo la rectora.
En el salon de la doctora Baring solo se encontraban la senorita Lydgate, la decana y la senorita Edwards. Habian renunciado a los valientes esfuerzos de fingir seguridad en si mismas. Los miembros del claustro evitaban mirarse directamente a los ojos y median sus palabras. Ya no habia ni enfado ni desconfianza. Lo que habia era miedo.
– No creo que los padres de la chica vayan a quedarse de brazos cruzados -anadio Harriet implacablemente-. Si hubiera conseguido ahogarse, ya tendriamos aqui a la policia y a los periodistas. La proxima vez, la tentativa podria tener exito.
– La proxima vez… -empezo a decir la senorita Lydgate.
– Habra una proxima vez -la interrumpio Harriet-. Y podria no ser suicidio, sino claro asesinato. Les dije al principio que no consideraba adecuadas las medidas, y ahora les digo que me niego a seguir compartiendo la responsabilidad. Lo he intentado y he fracasado, en todas las ocasiones.
– ?Y que podria hacer la policia? -pregunto la senorita Edwards-. Vinieron una vez, cuando lo de los robos, ?recuerda, rectora? Montaron un alboroto y detuvieron a quien no debian. Fue un asunto muy engorroso.
– Creo que la policia no es lo mas conveniente -dijo la decana, volviendose hacia Harriet-. Su idea era una empresa de detectives privados, ?no?
– Si, pero si alguien sugiere algo mejor…
Nadie tenia ninguna sugerencia realmente practica. Continuo la conversacion, hasta que al final:
– Senorita Vane, creo que su idea es la mejor -dijo la rectora-. ?Podria ponerse en contacto con esas personas?
– Muy bien, rectora. Voy a llamar por telefono a la direccion de esa empresa.
– Sera usted discreta…
– Por supuesto -replico Harriet. Empezaba a perder la paciencia; le parecia que ya habia pasado el momento de la discrecion-. Vera, si traemos a alguien, tendremos que darle carta blanca -anadio.
Evidentemente, era una advertencia desagradable, pero habia que reconocer que tambien necesaria. Harriet preveia innumerables restricciones que obstaculizarian la investigacion, y las dificultades que acompanarian a una autoridad dividida. La policia no tenia que rendir cuentas a nadie salvo a si mismos, pero los detectives privados estaban obligados a acceder mas o menos a lo que les pidieran quienes les pagaban. Miro a la doctora Baring y penso si la senorita Climpson o cualquiera de sus subordinadas seria capaz de hacerse valer frente a tan imponente personalidad.
– Y ahora tengo que enfrentarme con los Newland -le dijo la decana mientras atravesaban el patio-. No es lo que mas me apetece en el mundo. Estaran terriblemente afectados, los pobres. El padre es un funcionario de segunda categoria, y la carrera de su hija lo es todo para ellos. Ademas de lo personal, les supondra un golpe tremendo si fracasa en los examenes. Son muy pobres y trabajan mucho, y se sienten tan orgullosos de ella…
La senorita Martin hizo un gesto de desconsuelo, se irguio y se dispuso a acometer su tarea.
La senorita Hillyard, con toga, se dirigia a una de las aulas. Parecia ojerosa y atormentada, penso Harriet. Lanzaba miradas a derecha e izquierda, como si pensara que la seguian.
Por una ventana abierta de la planta baja del Queen Elizabeth se oia la voz de la senorita Shaw, que estaba dando clase:
– Tambien podrian haber utilizado una cita del ensayo
La maquinaria academica seguia funcionando. La administradora y la tesorera estaban a la entrada de sus despachos, con las manos llenas de papeles. Debian de estar hablando de alguna cuestion economica. Se miraban con reserva y hostilidad; parecian dos perros huranos encadenados juntos
La senorita Pyke bajo por la escalera y paso junto a ellas sin dirigirles la palabra. Despues paso por la tarima junto a Harriet, tambien sin dirigirle la palabra. Llevaba la cabeza alta y desafiante. Harriet entro
Un cuarto de hora mas tarde colgaba el auricular con el animo por los suelos. No entendia por que tenia que haberla sorprendido que la senorita Climpson se hubiera ausentado por «encontrarse ocupada con un caso». Le parecia vagamente monstruosa que tuviera que ser asi, pero asi era. ?Deseaba hablar con otra persona? Harriet pregunto por la senorita Murchison, la unica otra persona de la empresa a la que conocia personalmente. La