– Mira, Peter, te aseguro que preferiria morirme a fingir nada ante ti o sobre ti, pero creo que exageras. Normalmente no te asustas tanto.
– Si, y con mucha frecuencia, pero si soy solo yo quien corre peligro, me lo puedo permitir. Cuando se trata de otras personas…
– Tu, por instinto, esconderias a las mujeres y los ninos bajo el ala.
– Bueno, no puedes suprimir tus instintos naturales -reconocio Wimsey de mala gana-, ni siquiera si tu razon y tus intereses te dicen lo contrario.
– Es una lastima, Peter. Deja que te presente a una buena mujercita a quien le guste que la protejan.
– Perderia el tiempo conmigo. Ademas, me enganaria continuamente, con la mejor intencion del mundo, por mi propio bien, y yo no lo soportaria. Me niego a que me maneje diplomaticamente alguien que deberia ser mi igual. Si quiero alguien a mi cargo que sea diplomatico, lo contrato, y lo despido si se pone demasiado diplomatico. No me refiero a Bunter. El me apoya continuamente con el jarro de agua fria de la critica silenciosa. No lo protejo; el me protege y mantiene un criterio independiente… No obstante, sin atreverme a ser protector, ?puedo sugerirte que actues con cierta prudencia? Te lo digo sinceramente: no me gusta la obsesion de tu amiga por los cuchillos y los estrangulamientos.
– ?Hablas en serio?
– Por una vez…
Harriet estuvo a punto de decirle que se dejara de tonterias, pero recordo lo que le habia contado la senorita Barton sobre unas manos fuertes que la aferraban por detras. Quiza fuera cierto. La idea de recorrer los largos pasillos por la noche le parecio de repente muy desagradable.
– Muy bien. Tendre cuidado.
– Creo que seria conveniente. Bueno, tengo que irme. Volvere a tiempo de aguantar la mesa de autoridades en la cena. ?A las siete?
Harriet asintio. Peter habia interpretado al pie de la letra la orden de ir a verla «esta manana en lugar de a las seis». Fue a enfrentarse con las pruebas de la senorita Lydgate, un tanto perpleja.
Capitulo 17
Aquel que mucho pregunte, mucho aprendera y mucho disfrutara, mas sobre todo si dirige sus preguntas a personas de ingenio, pues les dara ocasion de deleitarse hablando, y el recabara conocimientos sin cesar; mas que sus preguntas no sean dificultosas, puesto que eso es pura afectacion, y que respete el turno de palabra de los demas.
FRANCIS BACON
– Parece una madre nerviosa con un hijo a punto de recitar «El naufragio del
– Me siento mas bien como la madre de Daniel.
– ?Grrr! -dijo la decana.
Estaban ante la puerta de la sala del profesorado, desde donde se dominaba la conserjeria de Jowett Walk. El patio viejo estaba muy animado. Las rezagadas iban a cambiarse apresuradamente para la cena; otras, que ya se habian cambiado, paseaban en grupos, esperando la campana; algunas seguian jugando al tenis; la senorita De Vine salio del edificio de la biblioteca, aun colocandose distraidamente horquillas en el pelo (Harriet habia examinado e identificado aquellas horquillas); una elegante figura enfilo hacia ellas desde el patio nuevo.
– La senorita Shaw lleva un vestido nuevo -dijo Harriet.
– ?Es vedad! ?Que fina!
»Eso era por Daniel, hija mia.
– Querida decana, es usted una arpia.
– Bueno, ?no lo somos todas? Esto de que todo el mundo llegue pronto es sumamente siniestro. Incluso la senorita Hillyard se ha engalanado con su mejor vestido negro, con cola y todo. Al parecer, todas pensamos que en la cantidad esta la seguridad.
No era insolito que el claustro se reuniera fuera de la sala comun cuando hacia buen tiempo en verano, pero al mirar a su alrededor, Harriet tuvo que reconocer que aquella tarde habia mas personas de lo normal antes de las siete. Penso que todas parecian inquietas y algunas incluso hostiles. Evitaban mirarse a los ojos; sin embargo, se agrupaban como para protegerse de una amenaza comun. De repente le parecio absurdo que Peter Wimsey pudiera asustar a nadie; las veia como pacientes nerviosas e inofensivas en la sala de espera del dentista.
– Al parecer estamos preparando una recepcion imponente para nuestro invitado -le dijo con voz ronca la senorita Pyke al oido- ?Es de caracter timido?
– Yo diria que esta totalmente endurecido -contesto Harriet.
– Eso me recuerda, en cuestion de pecheras de camisa… -dijo la decana.
– Dura, por supuesto -replico indignada Harriet-. Y si revienta o se abulta, le doy a usted cinco libras.
– Llevaba tiempo queriendo preguntarselo -dijo la senorita Pyke-. ?Como se produce ese ruido? No quise preguntarle al doctor Threep algo tan personal, pero se me desperto la curiosidad.
– Sera mejor que se lo pregunte a lord Peter -respondio Harriet.
– Si piensa que no se ofendera, lo hare -repuso la senorita Pyke con absoluta seriedad.
Las campanas del New College, bastante desafinadas, repicaron los cuartos y dieron la hora.
– Parece que la puntualidad es una de las virtudes del caballero -dijo la decana, contemplando la conserjeria-. Sera mejor que vaya a su encuentro y lo calme un poco antes de la dura prueba.
– ?Usted cree? -Harriet nego con la cabeza-. «No apabullaran a Tammas Yownie.»
Quiza podia resultar un tanto embarazoso para un hombre cruzar en solitario un amplio patio bajo el fuego de miradas de un nutrido grupo de universitarias, pero era un juego de ninos en comparacion, por ejemplo, con la larga caminata desde la caseta de Lord's hasta el otro extremo del campo, con cinco palos derribados y los noventa que faltaban para el seguimiento. Miles de personas entonces vivas habrian reconocido aquel andar placido y pausado y aquella cabeza erguida. Harriet dejo que Peter cubriera tres cuartas partes del recorrido a solas y despues se dirigio hacia el.
– ?Te has lavado los dientes y has rezado tus oraciones?
– Si, mama, y me he cortado las unas, me he lavado detras de las orejas y llevo un panuelo limpio.
Mirando a una pandilla de alumnas que pasaba por alli, Harriet penso que ojala pudiera haber dicho lo mismo de ellas. Iban todas mugrientas y despeinadas, y de pronto se sintio curiosamente agradecida a la senorita Shaw por haber hecho un esfuerzo con la ropa. Con respecto a su acompanante, le inspiraba desconfianza desde la cabeza, de cabello lacio y amarillo, hasta los zapatos; Peter no se encontraba en el mismo estado de animo que por la manana, y parecia mas dispuesto a hacer travesuras que una bandada de monos.
– Entonces, vamos, y portate bien. ?Has visto a tu sobrino?
– Lo he visto. Probablemente manana se hara publico que estoy en bancarrota. Me ha encargado que te de carinosos recuerdos, sin duda pensando que aun puedo ser generoso con esas mercancias. Todo ha vuelto de el a ti como si antes fuera mio. Ese color te queda muy bien.
Lo dijo con un tono gratamente distante, y Harriet penso que ojala se refiriese al vestido, pero no podia estar