– No la definiria. Las definiciones son peligrosas, pero se que la filosofia es un misterio para mi, como la musica para quien no tiene oido.
La rectora le dirigio una dura mirada, y el le ofrecio un perfil inocente, con la cabeza gacha y pensativa sobre el plato, como una garza empollando junto a una laguna.
– Un ejemplo muy acertado -dijo la rectora-. Da la casualidad de que no tengo buen oido.
– ?En serio? Si, pensaba que podria ser su caso -replico Wimsey con ecuanimidad.
– Que interesante. ?Como lo sabe?
– Es algo en el timbre de la voz. -Le presento unos candidos ojos grises-. Pero no se puede llegar a esa conclusion sin ciertos riesgos, y como quiza haya observado, no he llegado a esa conclusion. En eso consiste el arte del embaucador: en incitar a una confesion y presentarla como el resultado de la deduccion.
– Comprendo -repuso la doctora Baring-. Expone su tecnica con toda franqueza.
– De todas maneras lo habria adivinado, asi que es mejor exhibirse abiertamente y adquirir una inmerecida fama de sincero. La gran ventaja de decir la verdad es que nadie se la cree… Es la base de ????? ?????? ?? ???
– De modo que hay un filosofo que no es un misterio para usted, ?no? La proxima vez empezare con Aristoteles.
La rectora se volvio hacia la comensal que estaba a su izquierda y dejo en paz a Wimsey.
– Lo siento, pero no tenemos ninguna bebida fuerte que ofrecerle -dijo la decana.
El rostro de Wimsey expresaba con elocuencia una mezcla de recelo y picardia.
– «El sapo que esta bajo el rastrillo sabe hacia donde va cada una de las afiladas puas.» ?Siempre ponen a prueba a sus invitados con preguntas dificiles
– Hasta que demuestran ser Salomones. Usted la ha superado airosamente.
– ?Christ! Solo hay una clase de sabiduria con cierto valor social, y es conocer las propias limitaciones.
– Ya han tenido que sacar a jovenes profesores y alumnos presa de convulsiones nerviosas por miedo a reconocer abiertamente su falta de conocimientos.
– Demostrando que eran menos sabios que Socrates. Podriamos volver a empezar -dijo Wimsey.
– Ahora no -dijo la decana-. Ya no hara mas preguntas, salvo para ilustrase.
– Hay un tema sobre el que estoy deseando ilustrarme, si no le parece a usted inoportuno -dijo la senorita Pyke.
Naturalmente, seguia preocupada por la pechera de la camisa del doctor Threep, y decidida a informarse. Harriet confiaba en que Wimsey se tomase su curiosidad como lo que realmente era: no un capricho, sino la embarazosa voracidad por la informacion exacta que caracteriza al erudito.
– Ese fenomeno forma parte de mi esfera de conocimientos -contesto Wimsey de buen grado-. Se produce porque el torso humano posee un grado de variabilidad superior al de la camisa de confeccion. El estallido al que usted se refiere se produce cuando la pechera es demasiado larga para quien la lleva. Al separarse ligeramente debido a la inclinacion del cuerpo, los bordes rigidos vuelven a unirse con un fuerte chasquido, semejante al que emiten los elitros de ciertos escarabajos. Sin embargo, no hay que confundirlo con el tictac de la carcoma, que lo produce golpeando las mandibulas y se considera un reclamo amoroso. El chasquido de la pechera de una camisa no tiene ningun significado amoroso, e incluso abochorna al insecto. Puede evitarse con una seleccion mas meticulosa o, en casos extremos, encargando la prenda a medida.
– Muchisimas gracias -dijo la senorita Pyke-. Es una explicacion sumamente convincente. A estas horas, quiza no sea indecoroso aducir el ejemplo paralelo del anticuado corse, sujeto a los mismos inconvenientes.
– Aun mayores eran los inconvenientes de la armadura de placas, que debia confeccionarse muy bien para poder moverse.
En ese momento a Harriet le llamo la atencion cierto comentario de la senorita Barton y perdio el hilo de la conversacion que mantenian al otro lado de la mesa. Cuando lo recupero, la senorita Pyke estaba explicando algunos detalles curiosos de la civilizacion minoica, y al parecer la rectora esperaba a que terminase para abalanzarse de nuevo sobre Wimsey. Al volverse hacia la derecha, Harriet vio que la senorita Hillyard observaba al grupo con una extrana expresion, como reconcentrada. Harriet le pidio que le pasara el azucar, y ella bajo de las nubes con un ligero sobresalto.
– Parece que ahi se llevan muy bien -dijo Harriet.
– A la senorita Pyke le gusta tener publico -replico la senorita Hillyard con tal malevolencia que Harriet se quedo atonita.
– A un hombre tambien le viene bien limitarse a escuchar de vez en cuando -apunto.
La senorita Hillyard asintio con aire ausente. Tras un breve silencio, durante el cual la cena prosiguio sin incidentes, dijo:
– Me ha dicho su amigo que puede proporcionarme acceso a ciertas colecciones privadas de documentos historicos en Florencia ?Cree que tiene intencion de hacerlo?
– Si el lo dice, tenga por seguro que puede hacerlo y lo hara.
– Es toda una recomendacion -repuso la senorita Hillyard-. Me alegro.
Mientras tanto, la rectora habia efectuado la captura y le hablaba a Peter en voz baja y con cierta gravedad. El le prestaba atencion mientras pelaba una manzana, cuya piel se deslizaba lentamente entre sus dedos en estrechas espirales. La rectora concluyo con una pregunta, y Wimsey nego con la cabeza.
– Es muy improbable. Yo diria que no habia la minima esperanza.
Harriet penso si al fin habria salido a la luz el asunto de los anonimos, pero en aquel mismo instante Wimsey dijo:
– Hace trescientos anos tenia una importancia relativamente pequena, pero despues de la epoca de la reafirmacion nacional, la epoca de la expansion colonial, la epoca de las invasiones barbaras y la epoca de la decadencia, todas ellas como una y carne en el tiempo y el espacio, todos armados por igual con gas venenoso y dando los pasos finales hacia una civilizacion avanzada, los principios son mas peligrosos que las pasiones. Resulta extraordinariamente facil matar a un gran numero de personas, y lo primero que hace un principio, si realmente es un principio, es matar a alguien.
– «La verdadera tragedia no consiste en el conflicto entre el bien y el mal, sino entre el bien y el bien», lo cual equivale a un problema sin solucion.
– Si, y que naturalmente afecta a las mentes ordenadas. Puedes aceptar lo inevitable y que te llamen progresista sanguinario o intentar ganar tiempo y que te llamen reaccionario sanguinario, pero cuando el argumento que esgrimen es la sangre, todo argumento tiende a ser… simplemente sanguinario.
La rectora tomo el adjetivo en el sentido literal [2].
– A veces me planteo si ganamos algo ganando tiempo
– Bueno…, si dejas cartas sin contestar mucho tiempo, se contestan por si solas. Nadie puede evitar la caida de Troya, pero una persona gris y minuciosa podria pasar clandestinamente los lares y los penates, aun a riesgo de que la tildaran de
– A las universidades siempre las empujan a ir a la vanguardia del progreso.
– Pero quien realiza los actos epicos es siempre la retaguardia… en Roncesvalles en las Termopilas.
– Muy bien. Entonces, vamos a morir sin haber conseguido mas que un poema epico -replico la rectora riendo.
Recorrio la mesa con la mirada, se levanto y salio con andares majestuosos. Peter se pego cortesmente a los paneles de la pared mientras las profesoras desfilaban ante el y llego al borde de la tarima justo a tiempo de recoger el chal de la senorita Shaw, que se le habia caido de los hombros. Harriet se vio entre la senorita Martin y la senorita De Vine, que comento mientras bajaban las escaleras:
– Es usted una mujer muy valiente.
– ?Por que? -replico Harriet como sin darle importancia-. ?Por traer a mis amigos para que los sometan a un interrogatorio?
– ?Que tonteria! -interrumpio la decana-. Nos hemos portado todas divinamente. Daniel aun no ha sido devorado, es mas, en cierto momento incluso ha mordido al leon. Por cierto, ?iba en serio?
– ?Lo de no tener oido? Mas en serio de lo que ha dado a entender.
– ?Va a pasarse toda la noche tendiendonos trampas para que caigamos en ellas?
Harriet se dio cuenta de lo extrano de la situacion. Una vez mas, Wimsey le parecia un extrano peligroso, y que ella habia tomado partido por aquellas mujeres que acogian al inquisidor con sorprendente generosidad. No