segura. Se alegro cuando traspaso Peter a la decana, que se acerco a reclamarlo y a liberarla de las presentaciones. Harriet los observo divertida. La senorita Lydgate, demasiado natural para adoptar ninguna actitud, lo saludo como habria saludado a cualquier otra persona y le pregunto con ansiedad por la situacion en Europa central; la senorita Shaw sonrio con una gentileza que por comparacion resalto la brusquedad del «?Como esta usted» de la senorita Stevens, que se aparto inmediatamente para continuar una animada conversacion sobre asuntos del college con la senorita Allison; la senorita Pyke se abalanzo sobre el con una inteligente pregunta sobre el ultimo asesinato; la senorita Barton, a todas las luces decidida a ponerle los puntos sobre las ies respecto a la pena capital, quedo desarmada por la rotunda amabilidad del semblante que se presentaba ante ella, y en su lugar comento que habia sido un dia extraordinariamente bueno.

?Farsante!, penso Harriet cuando, al ver que no habia nada que hacer con Peter, la senorita Barton se lo traspaso a la senorita Hillyard.

– ?Ah! Maravilloso -dijo al instante Wimsey, mirando sonriente a los malhumorados ojos de la tutora de historia-. Su trabajo en la Historical Review sobre los aspectos diplomaticos del divorcio…

Cielo santo, penso Harriet. Espero que sepa de lo que habla.

– … verdaderamente magistral. Si acaso, pienso que quiza haya subestimado ligeramente la presion que ejercio sobre Clemente…

»… podria haber ampliado un poquito mas el argumento. Senala muy acertadamente que el emperador…

Si; habia leido el articulo.

– … tergiversado por los prejuicios, pero una destacada autoridad en derecho canonico…

»… habria que revisarlo por completo y reeditarlo. Innumerables errores de transcripcion y al menos una omision deliberada…

»… si en algun momento necesita acceder alli, probablemente yo podria ponerla en contacto con… por cauces oficiales… presentacion personal… sin ningun problema…

– Da la impresion de que a la senorita Hillyard le han hecho un regalo de cumpleanos -le dijo la decana a Harriet.

– Creo que le esta ofreciendo acceso a una fuente de informacion insolita.

Al fin y al cabo, penso Harriet, Peter es alguien, aunque a mi a veces se me olvide.

– … no tanto politico como economico.

– ?Ah! Cuando se trata de economia nacional, la verdadera autoridad es la senorita De Vine -dijo la senorita Hillyard.

Hizo las presentaciones de rigor, y la conversacion continuo.

– Vaya, ha conquistado por completo a la senorita Hillyard -dijo la decana.

– Y la senorita De Vine lo esta conquistando por completo a el.

– Supongo que es mutuo. De todos modos, a la senorita De Vine se le esta deshaciendo el peinado por detras, signo inequivoco de satisfaccion y entusiasmo.

– Pues si -replico Harriet.

Wimsey discutia con argumentos muy inteligentes sobre la apropiacion de los fondos monasticos, pero a Harriet no le cabia duda de que, en el fondo, tenia la cabeza llena de horquillas.

– Aqui llega la rectora. Vamos a tener que separarlos por la fuerza. Lord Peter tiene que aguantar a la doctora Baring y acompanarla a cenar… Bueno, todo bien. La rectora lo ha cogido por banda. ?Ese comentario tan tajante sobre la prerrogativa real…! ?Quiere sentarse a su lado y apretarle la mano?

– No creo que necesite mi ayuda. Usted es la persona adecuada. No es sospechosa, pero tiene mucha informacion interesante.

– De acuerdo. Ire a cotorrear con el. Sera mejor que usted se siente enfrente de nosotros y me de una patada si digo algo indiscreto.

Con semejante distribucion, Harriet se sintio un tanto incomoda entre la senorita Hillyard (en quien siempre percibia cierta rivalidad) y al senorita Barton (que evidentemente seguia preocupada por los pasatiempos detectivescos de Wimsey), y frente a frente con las dos personas cuyas miradas mas podian descomponerla. Al otro lado de la decana estaba la senorita Pyke; al otro lado de la senorita Hillyard, la senorita De Vine, bien a la vista de Wimsey. La senorita Lydgate, aquella fortaleza segura, se habia sentado al otro extremo de la mesa y no ofrecia proteccion.

Ni la senorita Hillyard ni la senorita Barton tenian mucho de que hablar con Harriet, quien pudo observar sin demasiada dificultad la evidente voluntad de la rectora de calar a Wimsey y la voluntad de Wimsey, diplomaticamente velada pero igualmente obstinada, de calar a la rectora, contienda que transcurrio en medio de una inalterable cortesia por ambas partes.

La doctora Baring empezo por preguntar si habian levado a lord Peter a visitar el college y lo que opinaba de el, y con la debida modestia anadio que, arquitectonicamente, no podia competir con las instituciones mas antiguas.

– Teniendo en cuenta que la arquitectura de mi antigua institucion esta matematicamente compuesta de ambicion, descuido, desprecio y afeamiento, ese comentario parece un sarcasmo -repuso su senoria, quejumbroso.

Casi tentada a considerarse culpable de haber infringido los buenos modales, la rectora se apresuro a asegurarle que no se trataba de una alusion personal.

– De vez en cuando viene bien que nos lo recuerden -dijo Wimsey-. Nos humillamos con el gotico del siglo XIX, por si acaso olvidamos a Dios en nuestra soberbia condicion de hombres del Balliol. Derribamos lo bueno para dejar sitio a lo malo; ustedes, por el contrario, han creado el mundo de la nada, un procedimiento mas propio de lo divino.

Maniobrando incomoda en aquel resbaladizo terreno entre la seriedad y la broma, la rectora encontro un punto de apoyo:

– Es cierto que tuvimos que hacer lo que pudimos con muy poco, y nuestra situacion aqui se distingue precisamente por eso.

– Si. ?Practicamente no reciben donaciones?

Planteo la pregunta de tal modo que incluia a la decana, que contesto alegremente:

– Asi es. Todo se ha hecho a base de ahorrar de aqui y de alla.

– En tal caso, incluso expresar admiracion parece una impertinencia -dijo Wimsey muy serio-. El comedor es muy bonito… ?Quien es el arquitecto?

La rectora lo deleito con un poco de historia local e interrumpio el discurso para decir:

– Pero quiza no le interese especialmente el problema de la educacion de las mujeres.

– ?Sigue siendo un problema? Pues no deberia serlo. Espero que no me pregunte si aprueba que las mujeres hagan esto o lo otro.

– ?Por que?

– No deberia usted insinuar que tengo derecho a aprobar o desaprobar nada.

– Le aseguro que incluso en Oxford aun nos encontramos con no pocas personas que defienden su derecho a desaprobar.

– Y yo que confiaba en haber vuelto a la civilizacion…

Se aprovecho la oportunidad de que retirasen los platos de pescado para cambiar de conversacion, y la rectora centro sus preguntas en la situacion de Europa. Alli el invitado se encontraba a sus anchas. Harriet cruzo la mirada con la de la decana y sonrio, pero estaba a punto de comenzar el reto mas temible. La politica internacional llevaba a la historia, y la historia, para la doctora Baring, a la filosofia. De entre una marana de palabras surgio de repente el ominoso nombre de Platon, y la doctora Baring planteo una especulacion filosofica tentadoramente, como quien mueve un peon de ajedrez.

Muchas personas se habian precipitado en desastres irreparables por el peon filosofico de la rectora. Habia dos maneras de tomarselo, ambas desastrosas. Una consistia en fingir que sabias de que trataba el asunto; la otra, en manifestar un falso deseo de aprender. Su senoria sonrio amablemente y se nego a aceptar el gambito.

– Eso esta fuera de mi alcance. No tengo una mente filosofica.

– ?Y como definiria la mente filosofica, lord Peter?

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