Dorothy L. Sayers
Los nueve sastres
Titulo original: The Nine Tailors
© de la traduccion: Mireia Teres Loriente
1
Un breve repique
de Kent Treble
Bob Major
(Dos series)
704
Despues de la primera serie
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23456
Campana guia: la octava
Tocala por el centro con un doble, por delante,
por detras y a la derecha de nuevo.
Repetir una vez.
Troyte
Primera serie
El rollo de cuerda que se necesita sujetar en la mano antes y durante el repique de las campanas siempre desconcierta un poco a los principiantes; se les puede caer en la cara o alrededor del cuello (?y entonces podrian ahorcarse!).
Troyte
– ?No hay nada que hacer! -exclamo lord Peter Wimsey.
El coche estaba alli, estropeado y ridiculo, con el morro hundido en la cuneta y las ruedas traseras hacia arriba en el terraplen, como si hiciera todo lo posible por anclarse en el suelo cavandose una madriguera debajo de los ventisqueros de nieve. Estudiando el terreno a traves de las rafagas de nieve, Wimsey dedujo como se habia producido el accidente. El puente, que era muy estrecho y estaba lleno de baches, y desde donde habia muy poca visibilidad, cruzaba el riachuelo que recogia el agua de los desagues por la derecha y descendia hasta la estrecha carretera que pasaba por encima del dique. Al cruzar el puente demasiado deprisa, y con la poca visibilidad que habia por la tormenta de nieve que venia del este, se habia salido de la carretera y habia ido a parar a la cuneta, donde las oscuras espinas de un seto iluminado por los faros del coche le dieron la bienvenida.
A la derecha y a la izquierda, por delante y por detras, lo unico que se veia era un terreno pantanoso. Eran las cuatro pasadas del dia de Nochevieja y la nieve que habia estado cayendo toda la jornada habia tenido el cielo de un color gris brillante, como si fuera de plomo.
– Lo siento -dijo Wimsey-. Bunter, ?donde crees que estamos?
El sirviente consulto un mapa iluminandolo con una linterna.
– Senor, creo que hemos salido de la carretera principal en Leamholt. Asi que, a menos que este muy equivocado, debemos estar cerca de Fenchurch St Paul.
Mientras hablaba, oyeron el sonido, camuflado por la nieve, de las campanas de una iglesia que indicaban la hora; toco el cuarto.
– ?Gracias a Dios! -exclamo Wimsey-. Si hay una iglesia, habra civilizacion. Tendremos que caminar un poco. Deja las maletas aqui, ya enviaremos a alguien a por ellas. ?Brrr! ?Que frio! Apuesto a que cuando Kingsley recibio a los salvajes del nordeste estaba sentado junto a la chimenea y comiendo bollos. Yo me conformaria con un solo bollo. La proxima vez que acepte la hospitalidad por la tierra de los pantanos, intentare que sea verano, o vendre en tren. El sonido de las campanas venia de ahi delante, creo. La iglesia deberia estar en esa direccion.
Se arrebujaron en los abrigos y apartaron la cara de la nieve y el viento. A su izquierda, el riachuelo bajaba muy recto, como si lo hubieran dibujado con una regla, oscuro y silencioso, con una empinada orilla a cada lado que se hundia bajo esas aguas lentas e implacables. A la derecha tenian unos setos entre los cuales se alzaba algun que otro alamo y sauce. Caminaron en silencio, con la nieve golpeandoles la cara. Al final de un solitario kilometro, vislumbraron el delgado perfil de un molino de viento al otro lado de la orilla, pero no habia ningun puente que cruzara el riachuelo ni tampoco se veia luz.
Despues de medio kilometro mas llegaron a una senalizacion y una carretera secundaria que doblaba a la derecha. Bunter encendio la linterna, enfoco el poste y leyo: Fenchurch St Paul.
No habia ninguna otra indicacion; delante de si, la carretera y el dique avanzaban paralelos hacia una eternidad invernal.
– Vamos a Fenchurch St Paul -dijo Wimsey.
Empezo a caminar hacia la carretera secundaria y, mientras lo hacia, volvieron a oir las campanas, esta vez mas cerca, que marcaban el tercer cuarto.
Anduvieron unos cientos de metros mas en soledad y al final dieron con el primer signo de vida en medio de aquel desierto helado: a su izquierda vieron el tejado de una granja, un poco alejada de la carretera, y a la derecha, un pequeno edificio cuadrado que era como una caja de ladrillos con una ensena, que chirriaba al viento, donde se leia: taberna. Delante de la puerta habia un viejo coche y, detras de las persianas rojas, se veia luz en la planta baja y el primer piso.
Wimsey fue hasta la puerta y la abrio. No estaba cerrada con llave.
– ?Hay alguien? -pregunto.
De una habitacion contigua aparecio una mujer de mediana edad.
– Todavia no hemos abierto -dijo secamente.
– Le ruego que me perdone. Hemos tenido un accidente con el coche. ?Podria indicarnos…?
– Oh, lo siento, senor. Creia que era un cliente. ?Un accidente? Es terrible. Entren. Siento el desorden…
– ?Que ocurre, senora Tebbutt? -dijo una voz agradable y educada y, cuando Wimsey siguio a la mujer hasta un pequeno salon, vio que se trataba de un hombre de edad avanzada.
– Estos senores han tenido un accidente con el coche.
– ?Dios mio! -exclamo el parroco-. ?Con este dia! ?Puedo ayudarlos en algo?
Wimsey le explico que el coche estaba en la cuneta y que necesitarian cuerdas y algun vehiculo que lo