– Claro, aquel dia estaba sentado en la galeria. Ahora entiendo por que me ha hecho tantas preguntas sobre la galeria. ?Menudo tipejo era ese Deacon! ?Usted cree que es un…? ?Que palabra se usa para referirse a un ladron que engana a otro?

– ?Traidor? -contesto Wimsey.

– Si, eso es. No me salia. Traiciono a su complice. Diez anos en la carcel por un robo del que ni siquiera disfruto. No puedo evitar sentir compasion por el. Pero, lord Peter, en ese caso, ?quien escribio el criptograma?

– Creo que tuvo que ser Deacon, por el dominio del sistema de campanologia.

– Ya. Y luego se lo dio al otro tipo, a Legros. ?Por que lo hizo?

– Posiblemente, para conseguir que Legros lo ayudara a escapar de Maidstone.

– ?Y Legros espero todos estos anos para utilizarlo?

– Obviamente, Legros tenia muy buenas razones para mantenerse alejado de Inglaterra. Debio de darle el criptograma a algun ingles, probablemente a Cranton. Estoy casi seguro de que el no podia descifrarlo solo y, en cualquier caso, necesitaba la ayuda de Cranton para volver de Francia.

– Ya veo. Entonces encontraron las esmeraldas y Cranton mato a Legros. Cuando pienso en la violencia que se ha desatado por unas piedras, me pongo enfermo.

– A mi me sabe aun peor por la pobre Hilary Thorpe y su padre -dijo la senora Venables-. ?Quiere decir que mientas ellos necesitaron el dinero tan desesperadamente las esmeraldas estuvieron escondidas en la iglesia todo el tiempo a pocos metros?

– Me temo que si.

– ?Y ahora donde estan? ?Las tiene ese Cranton? ?Por que no las ha encontrado nadie hasta ahora? No se en que debe estar pensando la policia.

El domingo se les hizo inusualmente largo. Y el lunes por la manana, en cambio, pasaron muchas cosas a la vez.

La primera fue la llegada del comisario Blundell, que aparecio muy nervioso.

– Hemos recibido noticias de Maidstone -anuncio-. ?Adivine de quien es la letra de la carta?

– Lo he estado pensando -dijo Wimsey-, y creo que debe ser de Deacon.

– ?Ah, si? -dijo el comisario, algo decepcionado-. Bueno, tiene razon, milord, es de Deacon.

– La carta debe ser el mensaje original. Cuando descubrimos que estaba relacionado con los carrillones, entonces me di cuenta de que solo podia haberlo escrito Deacon. Dos convictos campaneros en Maidstone hubiera sido algo mas que una simple coincidencia. Y luego, cuando le ensene la carta a la senora Thoday, tuve la seguridad de que habia reconocido la letra. Puede ser que Legros le escribiera una carta, pero me parece mas probable que supiera que era la letra de su marido.

– Bueno, y entonces, ?como es que la escribio con papel extranjero?

– El papel extranjero es mas de lo mismo. ?Lady Thorpe no tenia una sirvienta extranjera? La antigua senora Thorpe, quiero decir.

– Sir Charles tenia una cocinera francesa -dijo el comisario.

– ?En la epoca del robo?

– Si. Recuerdo que los dejo cuando empezo la guerra. Queria volver con su familia y los Thorpe se las arreglaron para meterla en uno de los ultimos barcos que zarparon de Inglaterra.

– Entonces, esta claro. Deacon se invento el criptograma antes incluso de robar las joyas. No se lo podia llevar a la prision. Debio de darselo a alguien…

– Mary -opino el comisario, con una sonrisa malintencionada.

– Tal vez. Y ella se lo debio dar a Legros. Me parece poco claro.

– Pues a mi no, milord. -La sonrisa de Blundell era cada vez mas amplia-. Si me permite decirselo, creo que se ha precipitado al ensenarle la carta a Mary Thoday. Se ha marchado.

– ?Se ha marchado?

– Esta manana han cogido el primer tren hacia Londres. Ella y Will Thoday. Menuda pareja.

– ?Dios mio!

– Si, milord. Ah, pero no sufra, los atraparemos. Pretenden fugarse y llevarse las esmeraldas con ellos.

– Debo admitir -confeso Wimsey- que eso no lo esperaba.

– ?No? Bueno, yo tampoco, porque si lo hubiera sabido, no les habria quitado los ojos de encima. ?Ah! Por cierto, ya sabemos como se llamaba en realidad Legros.

– Hoy es usted una caja de buenas noticias, comisario.

– Bah, no es nada. Hemos recibido carta de monsieur Rozier. Registro la casa de Suzanne Legros ?a que no adivina lo que encontraron? Nada mas y nada menos que la placa de identificacion de Legros. ?Se le ocurre algo, milord?

– Varias cosas, pero dejare que me lo diga usted. ?Como se llamaba?

– Arthur Cobbleigh.

– ?Y quien es ese tal Arthur Cobbleigh?

– Entonces, ?no lo ha adivinado?

– No. Yo pensaba otra cosa. Continue, comisario.

– Bueno, pues Arthur Cobbleigh parece ser que era un chico normal. ?De verdad no se imagina de donde era?

– Soy todo oidos.

– Era de un pequeno pueblo cerca de Dartford, a menos de un kilometro del bosque donde encontraron el cuerpo de Deacon.

– ?Vaya! Ahora empezamos a tener algo.

– Tan pronto como he recibido la carta, he empezado a hacer llamadas. Cobbleigh era un chico que en 1914 debia de tener unos veinticinco anos. No contaba con un buen historial. Era peon. Habia tenido varios problemas con la policia un par de veces por pequenos robos. Se alisto en el Ejercito el primer ano de la guerra y no le costo nada despedirse de los suyos. Lo vieron por ultima vez el ultimo dia de permiso de 1918, y eso fue dos dias despues de que Deacon se escapara de la carcel. Aquel dia se marcho para reincorporarse a su unidad. Jamas lo volvieron a ver. Lo ultimo que se supo de el: «Desaparecido, dado por muerto» en la retirada del Mame. Oficialmente, quiero decir. Porque las autenticas ultimas noticias de el estan alli.

El comisario apunto con el dedo hacia el cementerio.

Wimsey hizo una mueca.

– No tiene sentido, comisario, no tiene ningun sentido. Si este Cobbleigh se alisto en el Ejercito el primer ano de la guerra, ?como es posible que estuviera compinchado con Deacon, que fue a Maidstone en 1914? No tuvieron tiempo. ?Maldita sea! No te alias con un tipo para un plan asi en un par de dias de permiso. Si Cobbleigh hubiera sido un celador, un convicto o hubiera tenido algo que ver con la carcel, seria posible. Si hubiera tenido algun tipo de relacion con la carcel o algo asi, tendriamos mas informacion.

– ?Usted cree? Mire, milord, mientras venia hacia aqui le he estado dando vueltas. Deacon se habia escapado de la carcel, ?no? Cuando lo encontraron todavia llevaba el uniforme de preso, ?no? ?No demuestra eso que la fuga no estaba planeada de antemano? Si no se hubiera caido por ese agujero, lo hubieran encontrado mucho antes, ?no? Ahora escucheme y digame si no tengo razon. Para mi esta mas claro que el agua. Este Cobbleigh va caminando por el bosque, despues de visitar a su madre, para coger el tren a Dartford y reunirse con su unidad con el fin de volver a Francia. En algun punto del camino se encuentra con un hombre merodeando por alli. Lo agarra por el cuello y descubre que ha encontrado al convicto fugado que todo el mundo esta buscando. El convicto le dice: «Si me sueltas, te hare un hombre muy rico». A Cobbleigh le parece bien. Dice: «Llevame hasta el tesoro. ?De que se trata?». El convicto dice: «Se trata de las esmeraldas Wilbraham». Y Cobbleigh dice: «?Vaya! Cuentame algo mas sobre esas joyas. ?Como se que no me estas enganando? Dime donde estan y luego hablaremos». Deacon le responde: «No te dire nada si no me ayudas». Y Cobbleigh le contesta: «No puedes hacer nada. Solo tengo que decirles donde estas». Deacon dice: «Con eso no vas a conseguir nada. Quedate a mi lado y pronto tendras las manos llenas de libras». Siguen hablando y Deacon, como un tonto, suelta que ha escrito una nota con el nombre del escondite y que la lleva encima. «?En serio? -pregunta Cobbleigh-. Entonces, sera mejor que la guardes bien». Y lo golpea en la cabeza. Luego lo registra y encuentra la nota, pero se pone furioso porque no la entiende. Asi que vuelve a mirar a Deacon y descubre que lo ha matado. «?Demonios! Esto lo tuerce todo.

Вы читаете Los nueve sastres
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату