habernos equivocado, estoy seguro. ?Donde esta mi linterna? ?Demonios! Perdon, padre. ?Eso es madera? ?O es…? Blundell, traigame un mazo y una barra pequena o un palo… que no sea demasiado grueso. Limpiaremos este agujero.

– Vaya a la vicaria y pidaselo a Hinkins -le sugirio el parroco para ahorrar tiempo.

Al cabo de unos minutos, Blundell regreso jadeando con una pequena barra de hierro y una llave inglesa. Wimsey habia movido la escalera de lado y estaba examinando el extremo mas estrecho de la estaquilla de roble. Coloco un extremo de la barra contra la estaquilla y la golpeo con fuerza con la llave inglesa. Un murcielago eclesiastico, que se asusto mucho con el ruido, salio a toda velocidad de su rincon de descanso y desaparecio chillando; el extremo de la estaquilla que habia recibido el golpe atraveso el agujero, salio disparado por el otro lado y se llevo algo consigo, algo que, a medida que iba cayendo, se iba separando como gotas de agua que salen de un papel de embalar marron y cayo como una cascada de gotas verdes y doradas a los pies del parroco.

– ?Valgame Dios! -grito el senor Venables.

– ?Las esmeraldas! -exclamo el comisario-. ?Dios mio, las esmeraldas! ?Y las cincuenta libras de Deacon!

– Nos hemos equivocado, Blundell -dijo lord Peter-. Nos hemos equivocado desde el principio. Nadie las habia encontrado. Nadie mato a nadie por ellas. Nadie descifro el criptograma. No hemos acertado ni una.

– Pero tenemos las esmeraldas -dijo el comisario.

3

Un breve repique de Stedman’s triples

(Cinco partes)

840

Cuando la parte termina:

561234

345162

621345

451623

231456

Campana guia: Treble

Tocala en el ultimo giro entero, fuera deprisa, dentro despacio,

el segundo medio giro y fuera despacio. Repetir cuatro veces.

Troyte

Primera parte

Trabajo rapido

El trabajo de cada campana se divide en tres partes:

el trabajo rapido, esquivar y el trabajo lento.

Troyte

Lord Peter Wimsey paso un dia y una noche muy inquieto y, durante el desayuno del dia siguiente, siguio estando preocupado.

En cuanto pudo, se metio en el coche y se fue hasta Leamholt.

– Comisario -dijo-. Creo que he sido el burro mas absoluto y con menos escrupulos que jamas ha rebuznado debajo de la piel de un detective. Sin embargo, he resuelto todo el problema, con una excepcion minima. Posiblemente usted tambien lo ha hecho.

– Adelante -le animo el senor Blundell-. Como usted, soy todo oidos. Por cierto, ?que es lo que no ha resuelto?

– Bueno, pues el asesinato -admitio, con una tos de verguenza-. No puedo imaginarme quien o como lo hizo. Aunque eso, como yo digo, es una nimiedad. Se quien es el hombre que murio, por que lo ataron, donde murio, quien envio el criptograma a quien, por que Will Thoday saco doscientas libras del banco y despues las volvio a ingresar, por que Jim Thoday perdio el tren, por que vino Cranton, que hizo y por que miente al respecto y como llego la botella de cerveza al campanario.

– ?Algo mas?

– Ah, si. Por que Jean Legros no revelo nada de su pasado, que hacia Arthur Cobbleigh en el bosque de Dartford, a que se referia el loro y por que los Thoday no acudieron a misa el domingo por la manana, que tiene que ver Sastre Paul con todo esto y por que el cadaver tenia la cara destrozada.

– Excelente. Usted es una enciclopedia andante, ?no? ?No podria ir un paso mas alla y decirnos a quien le tenemos que poner las esposas?

– Lo siento. No puedo hacerlo. ?Es que no puedo dejarle la guinda a un buen amigo?

– Esta bien. No se de que me quejo. Expliqueme el resto y quiza podamos terminarlo nosotros mismos.

Lord Peter se quedo callado unos instantes.

– Mire, comisario -dijo al cabo-. Va a resultar una historia muy dolorosa. Creo que me gustaria verificar algunos puntos antes de explicarselo todo. Aunque, primero, ?me haria un favor? Tiene que hacerlo de cualquier manera, pero prefiero no decirle nada hasta que lo haya hecho. Despues, le explicare lo que quiera.

– ?Y bien?

– ?Puede enviarle a Suzanne Legros una fotografia de Arthur Cobbleigh a ver si lo reconoce?

– Eso tenemos que hacerlo de todos modos. Es algo rutinario.

– Si la identifica, perfecto. Pero si se sorprende y no lo conoce, ?puede darle esta nota, tal como esta, y observar su reaccion cuando la abra?

– Bueno, no se si podre hacerlo personalmente, milord, pero me encargare de que monsieur Rozier lo haga.

– Perfecto. ?Y puede ensenarle el criptograma, tambien?

– Si, claro. ?Algo mas?

– Si -respondio Wimsey mas despacio-. Los Thoday. Me preocupan un poco. Supongo que los esta buscando, ?no?

– ?Usted que cree?

– Excelente. Bueno, cuando los coja, ?me lo dira antes de llevar a cabo cualquier accion drastica? Me gustaria estar presente cuando los interrogue.

– Me parece bien, milord. Y esta vez tendran que darme una version creible porque si no, con la ley en la mano o sin ella, conseguire que me digan algo.

– No creo que tenga ninguna dificultad con eso -dijo Wimsey-. A menos, claro, que tarde mas de quince dias en cogerlos. Pasado ese tiempo, sera mas dificil.

– ?Por que quince dias?

– ?Venga vamos! -exclamo Wimsey-. ?No es obvio? Le enseno el mensaje a la senora Thoday. El domingo por la manana ni ella ni su marido acuden a misa. El lunes toman el primer tren a Londres. Querido Watson, esta pasando delante de sus narices. El unico peligro real es…

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