queria encontrarlas, viniera a hablar con Sastre Paul y Batty Thomas.

Mary agito la cabeza.

– No lo entiendo, milord. Porque, si mi marido le dijo algo asi, Cranton no se habria callado. Se lo habria dicho al jurado porque estaba muy enfadado con Jeff.

– ?Usted cree? Yo no estoy tan seguro. Supongamos que Deacon le dijo a Cranton donde estaban las esmeraldas, ?no cree que Cranton hubiera esperado para hacerse con ellas cuando saliera de la carcel? ?Y no cree que pudo venir a Fenchurch St Paul en enero para buscarlas? ?Y que luego, pensando que usted lo habia reconocido, se marcho de repente asustado?

– Bueno, milord, supongo que si. Pero, entonces, ?quien es ese pobre hombre que mataron?

– La policia cree que puede tratarse de algun complice de Cranton que quiza le ayudo a encontrar las esmeraldas y que, como recompensa, acabo en una tumba. ?Sabe si Deacon hizo amigos entre los demas convictos o celadores de Maidstone?

– No lo se, milord. Le dejaban escribir a menudo, por supuesto, pero no le diria a nadie algo asi, porque le leian la correspondencia.

– Claro. Me pregunto si alguna vez usted recibio un mensaje de el, no se, a traves de un prisionero al que hubieran soltado o algo asi.

– No, milord, nunca.

– ?Habia visto alguna vez esta letra?

Le dio el criptograma.

– ?Esta letra? Pues claro…

– ?Callate, estupido! ?Callate, estupido! ?Venga, Joey! ?Ensename una pierna!

– ?Por todos los santos! -exclamo Wimsey, asustado.

Se giro y vio un enorme ojo de loro africano mirandolo fijamente. El animal, cuando se dio cuenta de que era un extrano, se callo, agacho la cabeza y se columpio en su jaula.

– ?Maldito seas! -dijo Wimsey-. Me has dado un susto de muerte.

– ?Wa! -dijo el loro, con una risita de satisfaccion.

– ?Es ese el pajaro que su cunado le trajo? La senora Tebbutt me ha explicado la historia.

– Si, milord. Es un gran parlanchin, pero lo cierto es que es un malhablado.

– No conozco a ningun loro que no lo sea. Creo que es su naturaleza. A ver…, ?por donde ibamos? Ah, si, la letra. Me estaba diciendo que…

– Le decia que claro que no la habia visto nunca, milord.

Wimsey juraria que iba a decir lo contrario. Estaba mirando… no, no miraba nada en concreto, solo tenia la mirada perdida, con la cara de alguien que ve que se aproxima una catastrofe increible.

– Es extrano, ?no? -dijo, con la voz ausente-. Parece que no tiene sentido. ?Que le ha hecho pensar que yo podria saber algo sobre esto?

– Se nos ocurrio que quiza la habia escrito alguien que su difunto marido habia conocido en Maidstone. ?Alguna vez ha oido hablar de un hombre llamado Jean Legros?

– No, milord. Ese nombre es frances, ?verdad? Jamas he visto a ningun frances, solo a unos cuantos belgas que vinieron cuando la guerra.

– ?Y nunca conocio a nadie llamado Paul Sastre?

– No, nunca.

El loro se rio a carcajadas.

– ?Callate, Joey!

– ?Callate, estupido! ?Joey, Joey, Joey! Si te pica, rascate. ?Wa!

– Bueno, bueno -dijo Wimsey-. Solo era una pregunta.

– ?De donde ha sacado eso?

– ?El que? Ah, esto. Lo encontraron en la iglesia e imaginamos que seria de Cranton. Pero el dice que no es suyo.

– ?En la iglesia?

Como si de un acto reflejo se tratara, el loro se quedo con esas palabras y empezo a hablar aceleradamente:

– Tenemos que ir a la iglesia. Tenemos que ir a la iglesia. Las campanas. ?Wa! ?Joey! ?Joey! ?Venga, Joey! Tenemos que ir a la iglesia.

La senora Thoday entro corriendo en la habitacion contigua y tapo la jaula del pajaro con un panuelo, mientras Joey se quejaba.

– Empieza y no para -dijo-. Me pone muy nerviosa. Esta asi desde aquella noche que Will estuvo tan enfermo. Tocaron el carrillon y estaba preocupado porque no podia estar alli. Will se enfada mucho con Joey cuando lo imita. Le dice: «Callate, Joey».

Wimsey le alargo la mano para que le devolviera el criptograma, y Mary asi lo hizo, aunque a reganadientes, penso Wimsey, y como si su cabeza estuviera en otra parte.

– Bueno, no quiero molestarla mas, senora Thoday. Solo queria aclarar ese pequeno detalle sobre Cranton. Espero que, despues de todo esto, este tranquila; quiero que sepa que el solo vino a fisgonear. Bueno, no es probable que vuelva a molestarla. Esta enfermo y, en cualquier caso, tendra que volver a la carcel a cumplir condena. Perdone la intromision y las preguntas sobre un tema que esta mucho mejor en el olvido.

Sin embargo, durante todo el camino de vuelta a la rectoria no dejo de pensar en los ojos de Mary y en las palabras del loro: «?Las campanas! ?Las campanas! ?Tenemos que ir a la iglesia! ?No se lo digas a Mary!».

Cuando escucho la historia, el comisario Blundell chasqueo la lengua.

– Lo de la botella es una lastima -dijo-. No creo que hubieramos encontrado nada importante, pero nunca se sabe. Emily Holliday, ?eh? Claro, es prima de Mary Thoday. Lo habia olvidado. Esa mujer puede conmigo; Mary, quiero decir. Que me cuelguen si se que hacer con ella, o con su marido. Estamos en contacto con la gente de Hull, y lo estan arreglando todo para embarcar a James Thoday de vuelta a Inglaterra lo antes posible. Les hemos dicho que lo necesitamos como testigo en un caso de asesinato. Es lo mejor, no puede desobedecer las ordenes de sus superiores y, si lo hace, sabremos que pasa algo raro y podremos detenerlo. En cuanto al mensaje, ?que le parece si se lo enviamos al alcaide de Maidstone? Si el tal Legros o Sastre o como se llame estuvo alli alguna vez, quiza pueda reconocer la letra.

– Puede -repuso Wimsey, pensativo-. Si, podemos hacerlo. Ademas, espero recibir noticias de monsieur Rozier pronto. Los franceses no tienen tantos problemas morales como nosotros para interrogar a los testigos.

– Son afortunados, milord -respondio el senor Blundell convencido.

Decima parte

Llaman a lord Peter por detras

Coloco los querubines en la parte mas interna del Templo, y alli estaban con las alas desplegadas

Reyes (6,27)

Y la alzada, de piedras costosas

Reyes (7,11)

– Espero -dijo el parroco el domingo por la manana-, que a los Thoday no les haya pasado nada malo. Ni Will

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