pronto como considero que la taberna ya estaria abierta, fue al Red Cow a tomarse una botella de cerveza.
– ?Amarga, milord?
– No, hoy no. Para variar, tomare una Bass.
El senor Donnington se la sirvio y se alegro de que Wimsey la encontrara tan buena.
– Nueve decimas partes del sabor de una buena cerveza dependen del estado -dijo Wimsey-, y eso depende, en gran medida, del proceso de embotellamiento. ?Quien se la embotella a usted?
– Los Griggs, de Walbeach. Son muy buena gente; no tengo ni una sola queja. Pruebela, aunque se ve con solo mirarla, ya me entiende. Dorada como el sol aunque, claro, tiene que fiarse de mi, que soy el especialista. Una vez tuve a un chico trabajando aqui y jamas consegui que no colocara la Bass hacia abajo en la caja, como si fuera cerveza negra. La negra puede estar boca abajo, aunque yo nunca la guardo asi, ni lo recomiendo, pero para poder disfrutar de una Bass en todo su esplendor, debe estar boca arriba y no debe agitarse.
– Estoy de acuerdo. No hay nada de malo en esto. A su salud. ?Usted no toma nada?
– Gracias, milord. Claro. A su salud -dijo el senor Donnington, levantando el vaso a la luz-. Esto si que es un vaso de Bass en condiciones.
Wimsey le pregunto si ganaba mucho dinero con las botellas de litro y medio.
– ?De litro y medio? No, no sirvo demasiadas. Pero creo que Tom Tebbutt, el de la taberna, si que las sirve. Tambien se las embotellan los Griggs. -?Ah!
– Si. Hay uno o dos que prefieren las botellas de litro y medio. Aunque aqui casi todo el mundo quiere barriles. Pero siempre hay algun granjero que quiere que le lleven las botellas de litro y medio a casa. Hace anos, todo el mundo se hacia su propia cerveza; hay muchas granjas que aun conservan las maquinas, y algunas incluso todavia curan el jamon en casa. El senor Ashton es uno de ellos, jamas querra nada que se haya fabricado en grandes cantidades. Sin embargo, con todas estas cadenas de tiendas con las furgonetas de transporte y con todas esas chicas que quieren salir en la foto ensenando las medias de seda y toda la comida enlatada que venden, no hay demasiados lugares donde se pueda comer algo criado y curado en casa. Y, encima, fijese en el precio de la comida para los cerdos. Lo que digo es que los granjeros deberian estar protegidos por alguien. Yo me crie como un comerciante independiente, pero los tiempos han cambiado. No se si alguna vez habia pensado en estas cosas, milord. Quiza a usted no le afecten. O… me olvidaba, a lo mejor usted se sienta en la Camara de los Lores. Harry Gotobed insiste en que si, pero yo le dije que debia haberse confundido… ?aunque nunca se sabe! Usted lo sabra mejor que yo.
Wimsey le explico que no estaba cualificado para sentarse en la Camara de los Lores. El senor Donnington dijo, satisfecho, que en ese caso el sacristan le debia media corona y, mientras este escribia una nota en la solapa de un sobre para que quedara constancia, Wimsey se marcho y se fue a la taberna.
Alli, haciendo una demostracion de tacto, obtuvo una lista de los granjeros que pedian que les llevaran la Bass a casa en botellas de litro y medio. La mayor parte eran gente de los alrededores, pero al final, despues de pensar un poco, la senora Tebbutt menciono un nombre que hizo que Wimsey pusiera los ojos como platos.
– A Will Thoday le llevamos algunas mientras Jim estuvo con ellos; una docena mas o menos. Ese Jim es un buen chico, te hace reir a carcajada limpia explicandote historias de sus viajes. Le trajo ese loro a Mary aunque, como yo le digo, ese pajaro no es un buen ejemplo para las ninas. ?Si hubiera oido lo que le dijo al parroco el otro dia! Aunque creo que el no entendio nada. El senor Venables es un autentico caballero, no como el parroco de antes. Era amable, si, pero el senor Venables es distinto; ademas, dicen que solia decir cosas impropias de un clerigo. Aunque, pobre hombre. Dicen que era un poco debil… ya me entiende. En los sermones solia decir: «Haced lo que os digo, no hagais lo que yo haga». Siempre estaba colorado y se murio asi, de repente, de un ataque.
Wimsey intento sin exito redirigir la conversacion hacia Jim Thoday. Pero la senora Tebbutt estaba lanzada recordando al viejo parroco y el lord tardo una media hora en poder salir de la taberna. Camino de la vicaria, se dio cuenta de que habia acabado llegando a la puerta de Will Thoday. Miro hacia un lado y vio a Mary, ocupada tendiendo la colada. Decidio arriesgarse con un ataque frontal.
– Espero que me disculpe, senora Thoday -dijo despues de anunciarse y entrar-, si le vuelvo a traer a la memoria un episodio tan penoso del pasado. Quiero decir que lo pasado pasado esta y que a nadie le gusta revivir las cosas malas, ?no es cierto? Sin embargo, cuando se trata de cadaveres en las tumbas de otros, bueno, uno empieza a darle vueltas y ya sabe…
– Si, claro, milord. Si le puedo ayudar en algo, solo tiene que decirmelo. Pero, como le dije al senor Blundell, no se nada de eso ni de como fue a parar alli ese cadaver. El me pregunto por el sabado por la noche y, aunque lo he estado repasando una y otra vez, no recuerdo haber visto nada extrano.
– ?Recuerda a un hombre que se hacia llamar Stephen Driver?
– Si, senor. El que trabajaba con Ezra Wilderspin. Recuerdo que lo vi un par de veces. Dicen que los investigadores creen que el cadaver puede ser suyo.
– Pero no lo es.
– ?Ah, no, milord?
– No, porque lo hemos encontrado y sigue vivito y coleando. ?Habia visto a ese tal Driver antes de que llegara aqui?
– No creo, milord. No.
– ?Y no le recordaba a nadie?
– No, milord.
Parecia que era bastante sincera y Wimsey no aprecio ningun sintoma de alarma en la voz o en la cara.
– Es extrano -dijo el-. Porque dice que se marcho de St Paul porque creia que usted lo habia reconocido.
– ?En serio? Bueno, pues es muy raro, milord.
– ?Alguna vez lo oyo hablar?
– Creo que no, milord.
– Suponga que no hubiera llevado barba, ?le habria recordado a alguien?
Mary agito la cabeza. Como a mucha gente, utilizar la imaginacion hasta ese extremo le costaba mucho.
– Bueno, ?lo reconoce?
Wimsey saco la fotografia que le habian hecho a Cranton en la epoca del asunto Wilbraham.
– ?El? -La senora Thoday palidecio-. Si, milord. Lo recuerdo. Es Cranton, el que se llevo el collar y metieron en la carcel al mismo tiempo que a… a mi primer marido, milord. Supongo que conoce la historia. Es su cara, maldito sea. ?Dios mio! Volver a verla me ha impresionado mucho.
Se sento en el sofa y se quedo mirando la fotografia.
– No puede… ?Era Driver?
– Si, senora. ?No lo sabia?
– No tenia ni idea, milord. Si me lo hubiera imaginado, no dude de que ya me habria encargado de hablar con el. Le habria sacado donde escondio las esmeraldas. Vera, milord, eso es lo que mas dano le hizo a mi pobre marido, que este hombre dijera que las esmeraldas las tenia el. Pobre Jeff, no cabe duda de que este hombre lo engano; y todo por culpa mia, milord, por hablar demasiado, y si, me temo que el cogio las joyas, pero no se las quedo. Fue este tal Cranton el que las tuvo desde el principio. ?No cree que ya he sufrido bastante todos estos anos sabiendo que sospecharon de mi? El jurado me creyo, pero aun queda quien dice que estuve implicada y que sabia donde estaban las esmeraldas. Si hubiera podido encontrarlas, milord, habria ido a Londres de rodillas para devolverselas a la senora Wilbraham. Se que el pobre sir Henry sufrio mucho por eso. La policia registro nuestra casa, y yo tambien, una y otra vez.
– ?Y no podia fiarse de la palabra de Deacon? -pregunto Wimsey con voz suave.
Ella se quedo dudando y los ojos rememoraron la tristeza de aquellos dias.
– Milord, yo le crei. Aunque, da lo mismo. No sabe como me senti cuando supe que habia robado las joyas de una dama en casa de sir Henry. Solo pensaba que ojala que no hubiera hecho lo otro, encima, llevarselas y esconderlas. Yo no sabia que creer, milord. Pero ahora siento que mi marido decia la verdad. Se dejo llevar por ese tal Cranton, sin duda, pero no creo que nos enganara a todos, no lo creo. Es mas, en mi interior estoy casi segura de que no lo hizo.
– ?Y para que supone que volvio Cranton?
– ?No demuestra eso, milord, que fue el quien escondio las esmeraldas? Debio asustarse y las escondio en algun rincon aquella misma noche, antes de escaparse.
– El mismo dice que Deacon le dijo, en el banco de los acusados, que las esmeraldas estaban aqui y que, si