esperan para derrocarlos. Pero Sastre Paul no podra decir que no me he portado bien con ella y ella tambien se ha portado bien conmigo. Sea honrado con las campanas, sigalas y ellas estaran a su lado hasta que la muerte lo llame. Si actua asi, no tiene nada que temer.

– Oh, de acuerdo -dijo Wimsey, algo avergonzado.

Se despidio de Hezekiah y entro en la iglesia pisando con cuidado porque tenia miedo de despertar a algo de su profundo sueno. El abad Thomas estaba inmovil en su tumba; los querubines, con los ojos y la boca abiertos, estaban absortos en su eterna contemplacion; Wimsey notaba sobre su cabeza la paciente vigilancia de las campanas.

Segunda Parte

Nobby entra despacio y sale deprisa

Es una situacion terrorifica. Lo enterraron dos angeles… en Vallombrosa por la noche; yo lo vi, desde detras de las flores de loto y la cicuta.

Wylder's Hand

J. Sheridan Lefanu

El senor Cranton estaba en un hospital como huesped de su majestad el Rey, y tenia mucho mejor aspecto que la ultima vez que lo habian visto. No se sorprendio cuando lo acusaron del asesinato de Geoffrey Deacon, aproximadamente doce anos despues de la supuesta muerte de ese caballero.

– ?De acuerdo! -dijo Cranton-. Suponia que insistirian en eso, aunque en el fondo esperaba que no. No fui yo y quiero que me tomen declaracion. Sientense. Esta habitacion no es lo que yo escogeria para un caballero pero, al parecer, es lo mejor que su majestad puede ofrecerme. Me han dicho que en la carcel son mas bonitas. Inglaterra, con todos tus defectos, todavia te quiero. ?Por donde quieren que empiece?

– Empiece por el principio -dijo Wimsey-, siga hasta que llegue al final y entonces pare. ?Puedo ofrecerle un cigarro, Charles?

– Esta bien, milord y… no. No dire caballeros. En cierto modo va en contra de mis principios. Agentes, si les gusta, pero no caballeros. Esta bien, milord y agentes. No es necesario que les diga que estoy muy enfermo. Ya les asegure que jamas tuve en las manos el collar, ?no es cierto? Y ya ven que tenia razon. Ahora lo que ustedes quieren saber es cuando me entere de que Deacon no estaba muerto. Pues muy sencillo: me escribio una carta. Debia ser alrededor del pasado mes de julio. Primero se la envio a un viejo amigo, que se la dio a alguien para que me la hiciera llegar… da igual quien sea.

– Valiente mentiroso -dijo el senor Parker, airado.

– No voy a dar ningun nombre -dijo Cranton-. Honor entre… caballeros. Y como honorable caballero, queme la carta, aunque la historia era bastante buena y no se si con mis palabras tendra la misma gracia. Al parecer, cuando Deacon se fugo, despues de un desafortunado encontronazo con un celador, tuvo que esconderse en el bosque de Kent en un rincon muy incomodo durante un par de dias. Dijo que la estupidez de la policia era casi increible. Pasaron junto a el un par de veces. Incluso en una ocasion lo pisaron. Dijo que nunca hasta entonces habia entendido tan bien por que llamaban palurdos a los policias. Casi le rompen los dedos con los zapatos. - Luego anadio-: Yo tengo los pies mas bien pequenos. Pequenos y bien formados. Siempre reconoceran a un caballero por los pies.

– Continua, Nobby -dijo el senor Parker.

– Pues bien, el tercer dia que estaba alli escondido en un agujero oyo que se acercaba un hombre que no era policia. Iba borracho como una cuba, dijo Deacon. Asi que salio de detras de un arbol y le dio un punetazo. Aseguro que no pretendia hacerle dano, solo queria distraerlo para poder escapar, pero se ve que lo golpeo un poco mas fuerte de lo que el deseaba. Aunque, si me permiten que anada algo, Deacon siempre fue un tipo muy rastrero y ya venia de golpear a un hombre, y esa clase de gente nunca cambia. En cualquier caso, le habia dado tan fuerte que lo habia matado. Por supuesto, lo que queria era el dinero que el pobre pudiera llevar encima, asi que cuando se acerco para registrarle los bolsillos, vio que acababa de matar a un soldado uniformado. Bueno, si se detienen a pensarlo no deberia sorprenderles. En 1918 habia muchos en los bosques, aunque Deacon se quedo un poco desconcertado. Sabia que habia una guerra, se lo habian dicho, pero en la carcel no les habia afectado en nada. El soldado llevaba todos sus papeles y una linterna, y Deacon pudo deducir, por lo que observo al echar una mirada rapida, que venia de permiso e iba a reincorporarse al frente. «Bueno -penso Deacon-, cualquier trinchera sera mejor que la carcel de Maidstone». Asi que siguio adelante con el plan. Se puso la ropa del muerto y a este el uniforme de la prision, cogio los papeles y las placas identificativas y tiro el cuerpo al agujero donde se habia escondido hasta entonces. Deacon conocia perfectamente el bosque de Kent, porque habia nacido en aquella zona, pero no tenia ni idea de que tenia que hacer en una guerra, aunque, claro, la necesidad lo puede todo, ?no? Penso que lo mejor era ir a Londres y que alli ya encontraria a algun viejo amigo que lo acogeria. Asi que fue hasta la carretera y consiguio que un camion lo llevara a una estacion de tren. Me dijo el nombre, pero lo he olvidado. Escogio una ciudad pequena, donde no hubiera estado antes. Alli encontro un tren que iba a Londres y no lo penso dos veces. Todo iba bien pero, en algun momento del camino, subieron un grupo de soldados, bastante animados y contentos, y al oirlos hablar Deacon comprendio lo que se le venia encima. Empezo a pensar, ya saben, que se encontraba alli, vestido como un soldado, y sin tener ni las mas minima idea de como estaba la situacion ni de la instruccion militar, y sabia que si abria la boca, meteria la pata hasta el fondo.

– Claro -dijo Wimsey-. Es como vestirse de mason. Tu no sabrias que hacer ni que decir.

– Exacto. Deacon dijo que era como estar entre personas que hablaban otro idioma. Peor aun, porque Deacon sabia decir algo en otros idiomas, era un tipo con una buena educacion, pero la jerga de los militares era demasiado para el. Asi que solo podia hacer una cosa: fingir que estaba dormido. Dijo que se acurruco en su asiento y empezo a roncar, y si alguien le decia algo, le respondia de mala manera. Al parecer, le funciono bastante bien. Aunque habia un tipo muy pesado, con una botella de whisky en la mano, que no dejaba de ofrecerle tragos. Primero acepto uno y luego otro, asi que, cuando llego a Londres, estaba borracho de verdad sin necesidad de fingir. Veran, durante dos dias, no tuvo nadie con quien hablar ni nada que comer, excepto un pedazo de pan que cogio de una casa.

El policia que estaba tomando nota de la declaracion escribia impasible. Cranton hizo una pausa, se tomo un vaso de agua y continuo.

– Deacon dijo que no se acordaba demasiado bien de lo que le habia pasado despues. Queria salir de la estacion e ir a alguna parte, pero no fue facil. Las calles oscuras lo confundian y, al parecer, el tipo de la botella de whisky le habia cogido carino. No dejaba de hablar, y eso fue una suerte para Deacon. Dijo que recordaba haber bebido un poco mas y algo sobre una cantina, que habia tropezado con algo y que un monton de hombres se habian reido de el. Y despues de eso debio de quedarse dormido. Cuando se desperto, estaba en un tren rodeado de soldados y, por lo que pudo deducir, volvian al frente.

– Una historia muy conmovedora -dijo el senor Parker.

– Esta bastante claro -intervino Wimsey-. Alguna alma caritativa debio de mirar sus papeles, vio que tenia que regresar al frente y lo metio en el primer tren, hacia Dover, supongo.

– Exacto -repuso Cranton-. Bueno, solo podia volver a hacerse el dormido. Habia muchos que tambien parecian muy cansados, asi que no llamaba la atencion en absoluto. Observaba lo que hacian los demas, ensenaba sus papeles cuando se los pedian y asi sobrevivio. Por suerte, parece que no habia nadie de su unidad, asi que no podian delatarlo. Disculpen -anadio-, no puedo explicarles todos los detalles. Yo no estuve en la guerra porque estaba retenido por otros asuntos. Deberan llenar las lagunas del relato con la imaginacion. Dijo que se mareo mucho, y despues se quedo dormido en una especie de cuarto oscuro hasta que lo sacaron a empujones. Al cabo de un rato oyo que alguien preguntaba si habia alguno de su unidad. Deacon sabia lo suficiente como para decir: «Si, senor», y se levanto. Se vio caminando por una carretera llena de baches con un grupo reducido de hombres y un oficial. ?Dios! Dijo que caminaron durante horas y que recorrieron unos cien kilometros, aunque creo

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