Wimsey penso que nunca habia visto un abatimiento tan absoluto reflejado en una cara como el que vio en la de Will Thoday. Era el rostro de un hombre que habia sido llevado hasta el limite, demacrado y palido, con los orificios de la nariz tensos como los de los muertos. La cara de Mary reflejaba preocupacion y angustia, aunque tambien se veia un atisbo de combatividad. Ella seguia luchando, pero Will estaba obviamente derrotado.

– Bueno -dijo el comisario Blundell-, veamos que teneis que decir a vuestro favor.

– No hemos hecho nada de lo que tengamos que arrepentimos -dijo Mary.

– Dejamelo a mi, Mary -dijo Will, y se giro hacia el comisario-. Bueno, supongo que han descubierto lo de Deacon. Ya saben que nos hizo, a nosotros y a los nuestros, un dano incurable. Mary y yo hemos intentado arreglarlo, lo hemos intentado de veras, pero usted se ha entrometido. Supongo que deberiamos habernos imaginado que no podriamos guardar el secreto para siempre, pero ?que otra cosa podiamos hacer? En el pueblo ya han hablado de Mary lo suficiente y creimos que lo mejor era desaparecer, con la esperanza de convertirla en una mujer honesta sin comentarlo con nadie para no dar pie a mas argumentos contra nosotros. ?Y por que no? No fue culpa nuestra. ?Que derecho tiene a detenernos?

– Mira, Will -dijo Blundell-, habeis tenido mala suerte, no te lo niego, pero la ley es la ley. Deacon no era trigo limpio, lo sabemos, pero la verdad es que alguien lo mato y nuestro trabajo es descubrir quien lo hizo.

– No tengo nada que decir sobre eso -contesto Will Thoday lentamente-. Pero seria muy cruel que Mary y yo…

– Un momento -interrumpio Wimsey-. Thoday, creo que no te das cuenta de lo que esta pasando. El senor Blundell no quiere entrometerse en tu matrimonio pero, como el bien dice, alguien mato a Deacon, y la cruda realidad es que tu sigues siendo el sospechoso con mas motivos para hacerlo. Y eso significa, en caso que se te acusara de asesinato y te juzgaran…, bueno, seguramente querrian que esta senora testificara.

– ?Y si lo hicieran?

– Solo te dire una cosa -dijo Wimsey-: La ley permite que una mujer se niegue a declarar en contra de su marido. -Espero hasta que esto les quedo claro y anadio-: Toma un cigarro, Thoday. Piensalo.

– Ya veo -dijo Will muy seco-. Todo se resume en que ese diablo no nos dejara nunca en paz. Ya le arruino la vida a mi pobre Mary una vez y la llevo al banquillo de los acusados, le mancillo el nombre y consiguio que nuestras hijas fueran bastardas, y ahora puede interponerse en nuestro camino al altar y hacer que ella testifique en mi contra para que me pongan la soga al cuello. Si alguna vez un hombre se merecio morir, ese es el, y espero que arda en el infierno.

– Es muy probable que asi sea -dijo Wimsey-, pero veras, la cuestion es que si nos dices la verdad ahora…

– Solo les puedo decir una cosa -interrumpio Thoday con voz desesperada-: mi mujer, porque ante los ojos de Dios y los mios es mi mujer, nunca supo nada de todo esto. Ni una palabra. Y ahora no sabe nada excepto el nombre del hombre que esta enterrado en esa tumba. Y esa es, frente a Dios, toda la verdad.

– Esta bien -dijo Blundell-. Eso tendras que demostrarlo.

– Eso no es del todo cierto, Blundell -dijo Wimsey-, porque me atreveria a decir que es demostrable ahora mismo. Senora Thoday…

La mujer le brindo una mirada agradecida.

– ?Cuando fue la primera vez que se dio cuenta de que su primer marido habia estado vivo hasta principios de este ano y que, por lo tanto, usted no estaba legalmente casada con Will Thoday?

– Cuando usted vino a verme la semana pasada, milord.

– ?Cuando le ensene la carta escrita con la letra de Deacon?

– Si, milord.

– Pero ?como es que…? -empezo a decir el comisario, pero Wimsey lo interrumpio.

– En ese momento se dio cuenta de que el hombre enterrado en la tumba de lady Thorpe debia de ser Deacon.

– Pense que tendria que ser el, milord. En ese momento empece a entender muchas cosas que hasta entonces no veia claras.

– ?Alguna vez hasta entonces habia dudado de que Deacon habia muerto en 1918?

– Ni un segundo, milord. Si no, no me habria casado con Will.

– ?Siempre ha ido a misa los domingos?

– Si, milord.

– Pero el ultimo domingo no fue.

– No, milord. No podia ir a misa sabiendo que Will y yo no estabamos casados por la Iglesia. No me parecio correcto.

– Por supuesto que no -dijo Wimsey-. Le ruego que me disculpe, comisario. Me temo que le he interrumpido.

– Todo eso esta muy bien -dijo Blundell-. Usted le dijo a lord Wimsey que no reconocia la letra de la carta cuando se la enseno.

– Me temo que si. No era verdad…, pero tuve que pensar algo deprisa…, y estaba asustada…

– Temia meter a Will en problemas, ?no es cierto? Oiga, Mary, ?como supo que esa carta no la habian escrito hacia anos? ?Como es que penso inmediatamente que el cadaver enterrado en la tumba de lady Thorpe era de Deacon? Respondame a esto, ?quiere?

– No lo se -contesto ella con un hilo de voz-. Solo se me ocurrio de repente.

– Claro -ironizo el comisario-. ?Y por que? Porque Will ya se lo habia dicho y sabia de que iba todo. Porque ya habia visto esa carta antes…

– ?No, no!

– Yo creo que si. Si no hubiera sabido algo, no habria tenido ninguna razon para decir que no reconocia la letra. Sabia cuando la habian escrito, ?no es cierto?

– ?Eso es mentira! -grito Thoday.

– No creo que tenga razon en eso, Blundell -dijo Wimsey con serenidad-, porque, si la senora Thoday hubiera sabido algo, ?por que fue a misa el domingo anterior? Quiero decir, ?no lo entiende?, si habia negado descaradamente lo evidente durante todos estos meses, ?por que no iba a hacerlo otra vez?

– Bueno -dijo el comisario-. ?Y que hay de Will? El si que ha estado yendo a misa, ?no es cierto? No me dira ahora que el tampoco sabia nada de todo esto.

– ?Que dice, senora Thoday? -le pregunto educadamente Wimsey.

Mary Thoday se quedo callada.

– No puedo decirle nada -respondio al fin.

– ?Como que no puede decir nada? ?Por Dios! -grito Blundell-. Esta bien, entonces, ?me dira…?

– No digas nada, Mary -le aconsejo Will-. No le contestes. No digas ni una palabra. Tergiversaran tus palabras para que digas cosas que no quieres. No tenemos nada que decir y si alguien tiene que pasar por todo esto, ese soy yo, y punto.

– No tan deprisa -le conto Wimsey-. ?No ves que si nos dices lo que sabes y nos convences de que tu mujer no sabia nada, no habra nada que se interponga en vuestro matrimonio? ?No es asi, comisario?

– No puedo ofrecer esos alicientes, milord -repuso escuetamente el comisario.

– Claro que no, pero no debemos pasar por alto un hecho muy obvio. Veras, Thoday -continuo Wimsey-, alguien tuvo que saber algo para que tu mujer llegara a la precipitada conclusion de que el muerto era Deacon. Si no habia sospechado de ti, si tu no supiste absolutamente nada y eras inocente todo este tiempo, entonces ella es la culpable. Claro, debio de ser asi. Ahora lo veo claro. Si ella lo sabia, y te lo dijo a ti, entonces eres tu el que no tenia la conciencia tranquila. Fuiste tu el que debio decirle que no podia arrodillarse en el altar junto a una mujer culpable…

– ?Basta ya! -exclamo Thoday-. Si dice una palabra mas, yo… ?Dios mio! No sucedio asi, milord. Ella nunca supo nada. Yo si que lo sabia. Eso es todo lo que voy a decir, no dire mas, solo eso. Por la esperanza que tengo de salvarme, ella nunca supo nada.

– ?Por la esperanza que tienes de salvarte? -pregunto Wimsey-. Bueno, bueno. Lo sabias, ?y no nos vas a decir nada mas?

– Oye, Will -dijo el comisario-. Tendras que darnos algo mas de informacion. ?Cuando supiste que era el?

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