cual era la puerta del campanario, asi que fui hacia la puerta tranquila y silenciosamente, y vi que tambien estaba abierta. Me dije: «Esta bien. Deacon esta aqui y le voy a dar yo Sastre Paul y Batty Thomas por no haberme escrito». Llegue a una sala llena de cuerdas que me parecio bastante desagradable. Luego habia otra escalera y mas cuerdas. Otra escalera y una trampilla.
– ?La trampilla estaba abierta?
– Si, y subi. No me gustaba ni un pelo. Cuando llegue a la siguiente sala, ?Dios mio! El aire estaba enrarecido. No se oia nada, pero era como si hubiera un monton de gente alrededor. ?Y que oscuro! Era una noche muy cerrada y llovia a cantaros, pero jamas habia visto algo tan oscuro como aquella sala. Ademas, tenia la sensacion de que habia cientos de ojos fijados en mi. Al cabo de un rato, cuando me tranquilice un poco, encendi la linterna. ?Han estado alguna vez alli arriba? ?Han visto las campanas de cerca? En general, no me dejo llevar por la cabeza, pero habia algo en esas campanas que me hacia estremecer.
– Se a lo que se refiere -dijo Wimsey-. Es como si, en cualquier momento, se te fueran a caer encima.
– Exacto. Usted si que sabe a lo que me refiero. Bueno, habia llegado donde queria, pero no sabia por donde empezar. No sabia absolutamente nada sobre campanas. Ademas, no tenia ni idea de que habia pasado con Deacon, asi que empece a iluminar el suelo y…
– ?Muerto?
– Muerto como una momia. Estaba atado a una especie de poste y tenia una mirada… ?Dios mio! No quiero volver a ver esa mirada en mi vida. Como si lo hubieran matado y se hubiera vuelto loco a la vez. No se si me entienden.
– ?Tenemos que suponer que no habia duda de que estaba muerto?
– ?Muerto? -dijo Cranton, riendose-. Jamas habia visto a nadie tan muerto.
– ?Estaba rigido?
– Rigido, no. Pero estaba frio. ?Dios! Solo lo toque. Estaba liado con las cuerdas y la cabeza inclinada hacia abajo. Bueno, era como si se hubiera adivinado su destino o algo peor. Porque, para ser sinceros, las campanas se mueven bastante deprisa, pero parecia que habia sufrido un buen rato.
– ?Quieres decir que tenia la cuerda alrededor del cuello? -pregunto Parker un poco impaciente.
– No. No lo habian ahorcado. No se que lo mato. Estaba alli mirandolo cuando oi que alguien subia a la torre. Puedo prometerles que no me quede ahi de pie. Vi otra escalera y subi hasta que me encontre una trampilla que, supongo, daba al tejado. Me escondi detras de la escalera y rece para que al otro tipo no se le ocurriera venir a por mi. No me atraia la idea de que me encontraran alli arriba y, ademas, querrian una explicacion por la muerte de mi viejo amigo Deacon. Claro que podria haber dicho la verdad, que el pobre ya estaba frio cuando yo llegue, pero el hecho de que tuviera copias de las llaves en los bolsillos contradecia un poco esa coartada. Asi que me quede sentado casi sin respirar. El tipo llego donde estaba el cadaver y empezo a dar vueltas y a resoplar, y solo decia: «Por Dios» en voz baja. Entonces oi una especie de golpe seco y supuse que habia descolgado el cuerpo y este habia caido al suelo. Luego, al cabo de un rato, se oyo algo como si estuviera haciendo un esfuerzo; luego, pasos muy lentos y pesados y un ruido como si estuviera arrastrando a Deacon por el suelo. Desde donde estaba, no podia ver nada, solo la escalera y la pared que tenia enfrente, y el estaba al otro lado del cuarto. Oi mas ruidos, unos golpes, y deduje que estaba bajando el cuerpo por la otra escalera. Desde luego, no le envidie el trabajo.
Hizo una pausa y continuo.
– Espere y espere detras de la escalera, hasta que ya no se oia nada, y entonces me plantee que iba a hacer. Intente abrir la trampilla del tejado. Habia un pestillo en la parte de dentro, asi que lo abri y sali. Estaba diluviando, pero sali, me agache y mire hacia abajo. ?Cuanto mide esa maldita torre? ?Cuarenta metros? A mi me parecieron cuarenta kilometros. Yo no escalo paredes para entrar en las casas ni bajo por las chimeneas. Mire hacia abajo y vi una luz que iba de un lado a otro, muy lejos de donde estaba yo. Les prometo que estaba agarrado con las dos manos y, aun asi, tenia una sensacion en el estomago como si la torre conmigo y con las campanas se fuera a desplomar. Me alegre de no ver mas de lo que podia distinguir desde alli. Entonces pense: «Esta bien, Nobby, sera mejor que te pongas en marcha mientras alli abajo hacen el trabajo sucio». Asi que volvi a entrar con cuidado, pase el pestillo de la trampilla y empece a bajar la escalera. Me resultaba muy extrana la oscuridad aunque, cuando encendi la linterna, desee no haberlo hecho. Ahi estaba, con todas esas campanas a mis pies… ?Dios, como las odiaba! Empece a sudar y a temblar y se me resbalo la linterna, cayo y choco contra una de las campanas. Jamas olvidare el ruido que hizo. No fue muy fuerte, pero sono con una dulzura escalofriante y amenazadora, y resono y resono, y el ruido se metia en los oidos. Creeran que estoy loco, pero estoy seguro de que esa campana estaba viva. Cerre los ojos y me agarre con fuerza a la escalera deseando haber escogido otra profesion, asi que pueden imaginarse en que estado me encontraba.
– Tienes demasiada imaginacion, Nobby -dijo Parker.
– Espera, Charles -interrumpio Wimsey-. Espera a ver como reaccionas subido a una escalera en medio de un campanario oscuro. Las campanas son como los gatos y los espejos: nunca son lo que parecen. Continua, Cranton.
– No podia reaccionar -explico Cranton, con franqueza-. Era incapaz de hacer un solo movimiento. Aunque no fueran mas de cinco minutos, se me hicieron eternos. Al final baje, a oscuras, claro, porque habia perdido la linterna. Cuando llegue al suelo, tantee y la encontre, aunque la bombilla se habia roto y no llevaba ninguna de recambio encima. Asi que tuve que buscar la puerta a tientas muerto de miedo por si me caia por la escalera. Al final, la encontre y despues todo fue mas facil, aunque pase un mal rato en la escalera de caracol. Los escalones estan muy desgastados y resbalaba, y el espacio entre las paredes es tan estrecho que casi no podia ni respirar. El otro tipo habia dejado todas las puertas abiertas, por eso supe que volveria y no me hacia ni pizca de gracia. Cuando llegue a la iglesia, me dirigi de inmediato a la puerta. Por el camino volvi a tropezar con algo que, al caer, hizo un ruido estrepitoso. Algo como un bote metalico.
– El aguamanil que esta debajo de la pila -dijo Wimsey.
– Pues no deberian dejarlo alli -respondio Cranton, indignado-. Y cuando sali por el porche de la iglesia, tuve que caminar despacio y en sigilo por la gravilla. Al final llegue a la carretera y empece a correr como un desesperado. No habia dejado nada en casa de los Wilderspin, solo una camisa que me habian prestado y un cepillo de dientes que me habia comprado en el pueblo, y no iba a volver a buscarlo. Corri y corri, y la lluvia era horrorosa. Este pais es espantoso. Cunetas y puentes en cada esquina. Paso un coche muy deprisa y, para apartarme de la luz de los faros, retrocedi, resbale y cai en una cuneta llena de agua. ?Fria? Estaba congelada. Al final me escondi en un granero que habia cerca de una estacion de ferrocarriles hasta la manana siguiente, en que llego un tren y lo cogi. No me acuerdo del nombre de la estacion, pero debia de estar a unos diez o quince kilometros de Fenchurch. Cuando llegue a Londres tenia fiebre; los medicos dijeron que era fiebre reumatica. Y ya ven como me ha dejado. Casi no lo cuento, y ojala hubiera sido asi porque ahora ya no servire para nada nunca mas. Esa es la verdad y toda la verdad, milord y agentes. Ademas, cuando llegue aqui y busque la carta de Deacon, no la tenia; imagine que se habria caido por la carretera, pero si usted me dice que la encontro en el campanario, entonces se me debio caer cuando saque la linterna del bolsillo. Yo no mate a Deacon, aunque sabia que me costaria demostrarlo, por eso cuando vinieron la primera vez les explique otra historia.
– Bueno -dijo el inspector jefe Parker-, esperemos que hayas aprendido la leccion de mantenerte lejos de los campanarios.
– Seguro -contesto Nobby Cranton-. Ahora, cada vez que veo la torre de una iglesia siento vertigo. No soy creyente, se lo aseguro, pero si alguna vez entro en una iglesia, pueden cogerme y llevarme a un manicomio.
Tercera parte
Cuando yo me callaba, se sumian mis huesos en mi rugir de cada dia.
Salmo 32.3