El senor Blundell, que sabia la consideracion con la que la ley protege los intereses de los testigos, le dio las gracias y continuo con la investigacion. Localizaron el hostal, donde les confirmaron la historia del marinero enfermo que se paso el dia sentado junto al fuego, pero la mujer del sitio limpio y tranquilo que le habia dejado una habitacion al senor Thoday no fue tan facil de localizar.

Mientras tanto, la lenta maquinaria de la policia de Londres se puso en marcha y, de entre cientos de informes, sacaron el nombre del garaje que alquilo una moto a un hombre que respondia a la descripcion de James Thoday la noche del 4 de enero. El domingo la habia devuelto un mensajero que habia reclamado el deposito y se lo habia llevado, menos la cantidad del alquiler y el seguro. No era un mensajero profesional: era un chico joven que parecia estar sin trabajo.

Al oir esto, el inspector jefe Parker, que se encargaba de la investigacion en Londres, hizo una mueca. Si lograban localizar a ese individuo anonimo, seria mucha casualidad. Estaba seguro de que se habia quedado con el dinero y que no querria hablar del tema con nadie.

Parker estaba equivocado. El hombre que alquilo la moto parece ser que cometio el fatal error de escoger a un mensajero honesto. Despues de investigar y poner anuncios, un joven se presento en New Scotland Yard. Dijo que se llamaba Frank Jenkins y explico que habia visto uno de los anuncios. Habia estado buscando trabajo en varios sitios y, cuando habia vuelto a la ciudad, se habia encontrado con que la policia lo estaba buscando.

Recordaba perfectamente el episodio de la moto. En aquel momento le parecio divertido. La manana del 5 de enero estaba cerca de un garaje en Bloomsbury buscando trabajo cuando vio que se acercaba un tipo montado en una moto. Era bajo y robusto, de ojos azules y, por la manera de hablar, parecia que era propietario de un negocio o algo asi, porque hablaba con mucha conviccion, como si estuviera acostumbrado a dar ordenes. Si, era posible que fuera un oficial de la marina mercantil. Era muy posible. Pensandolo mejor, tenia cierto aire de marinero. Llevaba una chaqueta de piel mojada y sucia y una gorra que le tapaba la cara. Este hombre le dijo: «Hijo, ?quieres hacerme un trabajo?». Cuando el le respondio que si, el hombre le pregunto: «?Sabes conducir una moto?». Frank Jenkins le respondio: «Digame donde vamos, senor». En ese punto el hombre le explico que queria que devolviera la moto a un garaje, que recogiera el deposito y que se lo llevara a la Taverna Rugby, en la esquina de Great James Street con Chapel Street, donde recibiria algo a cambio. El hizo su parte del negocio, que no le llevo mas de una hora, pero cuando llego a la Taverna Rugby el hombre no estaba alli y, al parecer, nunca habia estado. Una mujer le dijo que lo habia visto caminando en direccion a Guilford Street. Jenkins espero alli hasta media manana, pero el hombre con la chaqueta de cuero no aparecio. Entonces, Frank decidio dejarle el dinero en un sobre al propietario de la taberna con una nota que decia que no podia esperarlo mas y que, como compensacion por el trabajo, se habia quedado media corona. Esa fue la cantidad que le parecio justa por el trabajo que habia realizado. El propietario les podria decir si alguien habia reclamado el dinero.

Cuando lo interrogaron, el propietario de la taberna recordo la historia. Nadie que encajara con la descripcion de James Thoday habia reclamado el dinero que, despues de una intensa busqueda, aparecio intacto dentro de un sobre sucio. Junto con el dinero estaba el recibo del propietario del garaje a nombre de Joseph Smith, con una direccion falsa.

El siguiente paso era, obviamente, enfrentar a James Thoday y Frank Jenkins. El mensajero identifico a James como el hombre que le habia ofrecido el trabajo; James Thoday insistia, educadamente, en que debia tratarse de un error. «?Y ahora que?», penso Parker.

Le traslado la pregunta a Wimsey, que dijo:

– Creo que ha llegado la hora de jugar sucio, Charles. Intenta poner a William y a James solos en una habitacion con un microfono o algo para espiarlos. Puede que no sea etico, pero veras como funciona.

En esas circunstancias, los hermanos se reencontraron por primera vez desde que James se marcho el 4 de enero. La escena se produjo en una sala de espera de Scotland Yard.

– Bien, William.

– Bien, James.

Se produjo un silencio. Entonces James pregunto:

– ?Que saben?

– Por lo que creo, casi todo.

Otra pausa. Luego James volvio a hablar con un tono mas serio.

– Muy bien. Sera mejor que dejes que me inculpen a mi. No estoy casado, y tu tienes que pensar en Mary y en las ninas. Pero, por Dios, ?no podias haberte deshecho de el sin matarlo?

– ?Que? -dijo William-. Eso mismo pensaba preguntarte a ti.

– ?Quieres decir que no lo mataste tu?

– Claro que no. Habria sido una estupidez. Le habia ofrecido doscientas libras para que desapareciera. Si no hubiera estado enfermo, me hubiera deshecho de el, y pense que eso fue exactamente lo que habias hecho tu. ?Dios mio! Cuando lo sacaron de aquella tumba, como si fuera el dia del Juicio Final, pense que ojala tambien me hubieras matado a mi.

– Pero yo jamas le puse la mano encima, Will, hasta despues de muerto. Me lo encontre alli, en el suelo, con esa mirada diabolica en la cara, y nunca te culpe por lo que habias hecho. Juro que nunca te culpe, Will, por ser tan tonto como para matarlo. Asi que le destroce la cara para que nadie lo reconociera. Pero, al parecer, lo han descubierto. Fue mala suerte que abrieran la tumba tan pronto. Quiza habria sido mejor que lo hubiera tirado al dique, pero era un camino muy largo y pense que la tumba seria un lugar lo bastante seguro.

– Pero, James, entonces… si tu no fuiste, ?quien lo mato?

En ese momento el comisario Blundell, el inspector jefe Parker y lord Peter Wimsey entraron en la sala.

Quinta Parte

Las campanas se esquivan

Entonces les hablaron de una tumba profanada […] de un cuerpo desfigurado.

Berenice

Edgar Allan Poe

El unico problema fue que los dos testigos que hasta entonces apenas habian dicho nada, ahora solo querian hablar y lo hacian los dos a la vez. El inspector jefe Parker tuvo que hacerlos callar.

– De acuerdo -dijo-. Los dos sospechabais del otro y lo habeis estado encubriendo. Eso lo hemos entendido. Ahora que eso esta claro, vayamos a la historia. Primero William.

– Bueno, senor -respondio Will muy acelerado-, no se si le dire nada nuevo, porque parece que lord Wimsey ha ido atando cabos. No le hablare de lo que senti la noche que me dijo lo que yo habia hecho, pero le dire una cosa, y quiero que quede muy claro: mi pobre mujer nunca supo nada, porque ya me encargue yo de mantenerla al margen desde un buen principio. Hizo una pausa con aire reflexivo, y continuo: -Empezare por el principio, la noche del 30 de diciembre. Volvia a casa tarde porque habia ido a ver una vaca enferma en el establo de sir Henry y, cuando pase por delante de la iglesia, vi a alguien que merodeaba por alli y que entraba en el templo. Era una noche muy oscura, claro, pero, si se acuerdan, habia empezado a nevar y vi algo que se movia detras de la nieve. Pense que seria el Loco que volvia a rondar solo por la noche y que seria mejor que entrara y lo acompanara a casa. Asi que entre, me acerque a la puerta y vi huellas que seguian el camino que lleva hasta el porche. Me detuve y dije: «?Hola!». Pense que aquello era muy extrano, ?donde se habia metido el Loco? Camine por fuera de la iglesia y, al final, vi una luz que se movia y que se dirigia hacia la sacristia. Entonces pense que debia ser el parroco. O no. Asi que volvi a la puerta y vi que en el cerrojo no habia ninguna llave, que era lo normal cuando el parroco estaba dentro. La abri, entre y oi movimiento detras del cancel. Avance lentamente para no hacer ruido, porque como venia del campo llevaba botas de goma, y cuando di la vuelta al cancel vi una luz y oi que habia alguien en la sacristia. Entre y me encontre con un tipo que estaba subido a la escalera que Harry Gotobed utiliza para limpiar las lamparas. La habia apoyado en la pared y estaba de espaldas a mi, y encima de la mesa vi una

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