linterna y algo que no debia estar alli: una pistola. La cogi y dije alto y claro: «?Que esta haciendo aqui?». El se giro de golpe y alargo la mano hacia la mesa. Le dije: «No lo haga. Tengo su pistola y se como utilizarla. ?Que quiere?». Entonces me empezo a explicar la historia de que no tenia trabajo y que buscaba un lugar para pasar la noche, y yo le dije: «No me lo creo. ?Y para que quiere la pistola? Levante las manos. A ver que mas lleva encima», Le registre los bolsillos y encontre un juego de copias de las llaves de la iglesia. «De acuerdo, amigo, ya he tenido bastante. Voy a llamar a la policia», le dije. Entonces me miro y se echo a reir. Me contesto: «Piensalo dos veces, Will Thoday». Y yo le pregunte: «?Como sabe mi nombre?», pero luego lo mire mejor y dije: «?Por Dios, es Jeff Deacon!». Y el respondio: «Si, y tu eres el que esta casado con mi mujer». Y volvio a reirse. Entonces entendi lo que implicaria denunciarlo a la policia.

– ?Como lo sabia? -pregunto Wimsey-. Cranton no pudo decirselo.

– ?Es el otro tipo? No, el me dijo que no habia venido a buscar a Mary, pero que cuando oyo a alguien de Leamholt comentarlo, prefirio primero echar una ojeada. No entendia para que habia vuelto a Fenchurch, y el tampoco quiso decirmelo. Ahora ya se que vino a buscar las esmeraldas. Me dijo que si no decia nada, me lo recompensaria, pero le dije que no haria negocios con el. Le pregunte donde habia estado, pero se limito a reirse a carcajadas y dijo: «No te importa». Le pregunte que habia venido a buscar a Fenchurch y el dijo que dinero. Yo supuse que queria hacerle chantaje a Mary. Aquello me enfurecio aun mas y, cuando estaba a punto de llamar a la policia, pense en Mary y en las ninas y vi claro que no podia hacerlo, no podriamos soportarlo. Se que no hice bien, pero cuando pensaba en todas las habladurias que se habian creado cuando se produjo el robo, supe que no queria que mi mujer volviera a pasar por lo mismo. El sabia lo que estaba pensando, el desgraciado, y estaba alli de pie sonriendo.

Hizo otra pausa para retomar aliento y continuo:

– Asi que, al final, hicimos un trato. Le dije que lo esconderia y le daria dinero para que se marchara del pais, pero luego me pregunte que haria con el. Le habia quitado las copias de las llaves, si, pero no me fiaba ni un pelo, y no queria salir de la iglesia con el por si se abalanzaba sobre alguien. Y entonces se me ocurrio dejarlo en la sala de las campanas. Le dije lo que habia pensado y el estuvo de acuerdo. Pense que podria conseguir las llaves de casa del parroco asi que, mientras yo estaba fuera, lo meti en el armario de las sobrepellices y lo encerre. De repente se me ocurrio que podria romper la puerta y escaparse, asi que fui al baul de las cuerdas viejas, cogi una y lo ate. No me crei la historia que me dijo de que buscaba un sitio donde dormir. Creia que lo que queria era robar en la iglesia. Y ademas, si me iba y lo dejaba alli, ?que le impediria salir y esconderse en algun sitio para golpearme cuando yo volviera? Yo no tenia llave de la puerta de la iglesia y podria haberse escapado.

– Que para ti habria sido toda una suerte -dijo el senor Blundell.

– Si, siempre que no se lo encontrara otra persona. Bueno, consegui las llaves. Le explique una historia al parroco, que debio sonar muy absurda porque el pobre hombre estaba muy sorprendido. No hacia mas que decirme que tenia mala cara e insistia en que me tomara una copa de oporto. Mientras lo fue a buscar, cogi las llaves del clavo que cuelga detras de la puerta. Ya se lo que van a decir: ?y si no hubieran estado en su sitio, como suele ser habitual? Bueno, entonces lo habria intentado con Jack Godfrey o habria cambiado de planes, pero como estaban alli, no me preocupe por lo que podria hacer de no encontrarlas. Regrese a la iglesia, desate a Deacon y lo hice subir al campanario delante de mi, como si llevara a un cerdo al mercado. No fue dificil porque tenia la pistola en la mano.

– ?Y lo ataste a una viga de la sala de las campanas?

– Si, senor. ?Que habria hecho usted? Imaginese subiendo alli arriba por esa oscura escalera cargado de viveres, con un asesino suelto dispuesto a romperle la cabeza cuando asome por la trampilla. Lo ate de modo que estuviera mas o menos comodo, aunque me costo un poco porque la cuerda era muy gruesa. Le dije: «Quedate aqui. Por la manana te traere comida y en menos de veinticuatro horas estaras fuera del pais». Me maldijo una y otra vez, pero no le preste ninguna atencion, y a menudo pienso que fue un verdadero milagro que no lo matara alli mismo.

– Pero ?tenias algun plan para sacarlo del pais?

– Claro. El dia anterior habia estado en Walbeach con Jim y estuvimos hablando con un conocido suyo, un tipo bastante raro que trabajaba en un barco de mercancias holandes que estaba atracado en el pueblo.

– Es cierto, Will -dijo Jim.

– Quiza no era el mejor plan, pero era todo lo que pude encontrar en ese tiempo. Para ser sincero, no podia pensar con demasiada claridad. Solo hacia que darle vueltas al asunto y me dolia mucho la cabeza. Supongo que eran los primeros sintomas de la gripe. No se como pude pasar esa noche en casa, mirando a Mary y a las ninas y sabiendo lo que sabia. Por suerte, ella creyo que estaba preocupado por la vaca enferma de sir Henry y no me hizo preguntas o, al menos, eso es lo que yo pensaba. No pude dormir en toda la noche, solo daba vueltas de un lado a otro de la cama, y lo unico que me tranquilizaba era saber que la nieve que estaba cayendo taparia las huellas que habiamos dejado alrededor de la iglesia.

Estaba muy afectado, asi que descanso un momento.

– Al dia siguiente estaba muy enfermo, pero no podia dejar de pensar en Deacon. Me levante antes del alba y cogi un poco de pan, queso y una botella de cerveza. Jim me oyo y se desperto. Me pregunto que hacia despierto y yo le dije que me iba a ver a la vaca, y lo hice, aunque antes pase por la iglesia. Deacon estaba bien, un poco rabioso porque tenia mucho frio, asi que le deje mi abrigo viejo para que no se muriera de frio. Luego lo ate por los tobillos y los codos, de modo que pudiera comer solo pero que no alcanzara a desatarse. Luego fui a ver a la vaca y la encontre mucho mejor. Despues de desayunar, cogi el coche viejo y fui hasta Walbeach, aunque cada vez me encontraba peor. Encontre al marinero, que estaba a punto de zarpar. Estuvimos hablando y acordamos que esperaria en el muelle hasta las diez de la noche, recogeria a mi pasajero y se marcharia sin hacer preguntas. Me pidio doscientas cincuenta libras y yo acepte. Le di las cincuenta libras alli mismo y le prometi que veria el resto cuando Deacon estuviera a bordo. Me meti en el coche para volver a casa pero ya saben lo que sucedio despues.

– Hasta aqui esta muy claro -dijo Parker-. No necesito decirte que cometiste un grave delito al ayudar a un asesino a escapar del pais. Como policia, me parece sorprendente; como hombre, siento lastima por ti. En cuanto a ti -dijo dirigiendose a Jim-, supongo que tu intervencion empieza aqui.

– Si, senor. Bueno, como ustedes saben, trajeron a Will a casa muy mal y durante uno o dos dias pensamos que no saldria de esa. Deliraba y solo queria ir a la iglesia, algo que nosotros atribuimos al carrillon de Ano Nuevo. Supo controlarse en cada momento y nunca dijo nada sobre Deacon, pero un dia, cuando Mary salio de la habitacion, me agarro de la mano y me dijo: «Que Mary no lo sepa. Jim. Tienes que sacarlo de alli». «?Sacar a quien?», le pregunte. Y el respondio: «En el campanario… frio y hambriento». Entonces se sento en la cama y dijo, bastante tranquilo: «El abrigo, dame el abrigo. En el bolsillo debo tener las llaves y el dinero». Yo le dije: «De acuerdo, Will. Ahora te lo traigo», pensando que estaba sonando pero al cabo de un momento parecio que se olvidaba y cayo rendido en la cama. A mi me parecio muy raro, asi que mire en los bolsillos del abrigo y encontre las llaves del parroco y un fajo de billetes.

Jim hizo una pausa y continuo.

– Bueno, entonces empece a pensar que debia haber algo detras de eso, asi que cogi las llaves y pense que, antes de devolverlas, seria mejor que echara una ojeada en la iglesia. Fui hasta alli…

– ?Que dia era?

– Creo que era el 2 de enero. Subi al campanario, a la sala de las campanas y… bueno… ?alli estaba!

– Ya debia haberselo comido todo, a esas alturas.

– ?Comido? Estaba frio y tieso.

– ?Se habia muerto de hambre?

– No creo. Junto al cuerpo habia un buen trozo de queso, medio pan y dos botellas de cerveza, una llena y la otra vacia. Tampoco habia muerto de frio, como quiza esten pensando. He visto hombres morir de frio y se van apagando lentamente, acurrucados como pollos, como si hubieran muerto mientras dormian. No. Murio de pie, y fuera lo que fuera lo que lo mato, lo habia visto venir. Habia luchado como un tigre para desatarse, hasta que pudo ponerse de pie, y la misma cuerda habia quemado el tejido de la chaqueta y los calcetines. ?Y la cara! Dios mio, senor, jamas he visto nada igual. Tenia los ojos abiertos como platos y una mirada que parecia que habia visto las puertas del infierno. Me afecto mucho. Lo estaba mirando desde lejos cuando vi la vieja chaqueta de Will en el suelo, tirada por ahi, como quedaria despues de una lucha. Aunque la chaqueta tambien indica que no pudo morir de frio. No sabia que hacer con el, porque no lo habia reconocido. Le registre el bolsillo delantero y encontre unos papeles. Algo a nombre de un tal Sastre y otros a nombre de alguien frances, aunque no recuerdo el

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