cada uno de los tres lados exteriores, mientras que en la parte baja del muro, orientado hacia el oeste, habia un par de aberturas sin cristales, protegidas con una barra de hierro, que daban al interior de la iglesia, un poco por encima del nivel de las ventanas de la nave. Cuando Jack Godfrey dejo la linterna en el suelo y encendio una lampara de parafina que estaba colgada en la pared, Wimsey vio las ocho cuerdas, anudadas con unos lienzos de lana a la pared mientras los extremos superiores se perdian misteriosamente por el techo de la sala. En ese momento la luz inundo la estancia y las paredes lomaron forma y color. Eran de yeso, con un lema de letras goticas que daba la vuelta siguiendo la hilera de ventanas: «No tienen discurso ni lenguaje, pero sus voces se escuchan por encima de ellos, su sonido llega a todas partes». Encima habia varias placas de madera, metal e incluso de piedra que conmemoraban los carrillones mas extraordinarios del pasado.
– Esperemos que, despues de esta noche, tengamos que anadir otra placa -le susurro el parroco a Wimsey.
– Solo espero no hacer nada que lo evite -respondio el lord-. Vaya, veo que sus campaneros se rigen por las viejas normas: «Manten el ritmo y no te pierdas. O, por el contrario, tendras que pagar la multa: por cada fallo, una jarra de cerveza. Si tardas demasiado en tocar una campana, tendras que pagar seis peniques alla donde vayas». Bastante barato teniendo en cuenta el mal que se ocasiona. Por otro lado, seis peniques por cada error puede resultar bastante caro, ?no le parece, padre? Y bien, ?cual es mi campana?
– Esta, milord -dijo Jack Godfrey, que habia desalado la cuerda-. Cuando la haya levantado, fijaremos bien los asideros, a menos que quiera que la levante yo.
– Por nada del mundo. Que un campanero no pueda levantar su campana dice muy poco de el.
Agarro la cuerda y la hizo bajar suavemente tensandola con la mano izquierda. Dulce, temblorosa y en lo alto de la torre,
– Tin-tin-tin -dijo
– Tan-tan -respondio
– Din-din-din, dan-dan-dan -dijeron
– Bim-bam-bim-bam -continuaron
Y
Wimsey levanto la campana y la toco por detras mientras se acababan de fijar los asideros, tras lo cual, a peticion del parroco, tocaron unas series para que «se familiarizara con ella».
– Podeis levantar las campanas, chicos -dijo gentilmente el senor Hezekiah Lavender cuando finalizaron el ensayo-, pero no vayamos a sentar precedente, ?eh, Wally Pratt? Escuchadme todos: no os equivoqueis. A las once menos cuarto en punto subis aqui y tocamos para llamar a misa como siempre y, cuando el parroco haya terminado el sermon, volveis a subir en silencio y os colocais en vuestro sitio. Entonces, mientras los feligreses cantan el himno, yo toco los nueve sastres y el medio minuto de dobles por el fallecimiento del ano que se acaba, ?de acuerdo? Entonces cogeis las cuerdas y esperais a que suene el reloj. Cuando hayan sonado las doce campanadas, yo dire: «?Ahora!», y empezaremos. Ademas, el parroco ha prometido que cuando acabe el servicio subira a echarnos una mano por si alguien necesita un descanso. Muy amable por su parte. Y doy por sentado, Alf Donnington, que no te olvidaras de lo basico.
– Por supuesto que no -repuso el senor Donnington-. Bueno, hasta luego, chicos.
La linterna ilumino el camino para salir de la sala de las campanas y todos la siguieron arrastrando los pies.
– Y ahora… -dijo el parroco-. Y ahora, lord Peter, ?le gustaria ver…? ?Dios mio! -exclamo cuando llegaron a tientas a la escalera de caracol-. ?Donde se habra metido Jack Godfrey? ?Jack! Habra bajado con los demas. Bueno, pobre, sin duda querra llegar pronto a casa para cenar. No debemos ser egoistas. Desgraciadamente, tiene las llaves de la sala donde guardamos las campanas, y sin esa llave no podremos ver nada. De tollos modos, la vera mucho mejor manana. Si, Jack, si, ya vamos. Tenga cuidado con los escalones, estan muy desgastados. Ya hemos llegado, sanos y salvos. ?Excelente! Antes de irnos, lord Peter, me encantaria ensenarle…
El reloj de la torre toco los tres cuartos.
– ?Por todos los santos! -exclamo el parroco volviendo a la realidad-. ?Hace un cuarto de hora que deberiamos estar en casa para la cena! Mi mujer… Tendremos que esperar hasta esta noche. Si viene a la misa, se hara una idea general de la majestuosidad y belleza de nuestra iglesia, aunque hay muchos mas detalles que un visitante pasa por alto a menos que se los ensenen. La pila bautismal, por ejemplo… ?Jack! ?Trae aqui la linterna un momento! Esta pila tiene una caracteristica muy atipica y me gustaria ensenarsela. ?Jack!
Sin embargo, Jack, inexplicablemente sordo, hacia tintinear las llaves de la iglesia en el porche, y el parroco, suspirando, se dio por vencido.
– Me temo que debe ser cierto -dijo mientras avanzaban por el camino-. Aqui dentro suelo perder la nocion del tiempo.
– Quiza -respondio muy educadamente Wimsey- el estar continuamente dentro o alrededor de la iglesia hace que la eternidad este mas cerca.
– Tiene razon. Mucha razon, aunque hay suficientes recuerdos para marcar el paso del tiempo. Recuerdeme que manana le ensene la tumba de Nathaniel Perkins: uno de nuestros personajes mas ilustres y un gran deportista. Incluso una vez le hizo de liebre al gran Tom Sayers, y fue una figura destacada en todas las carreras que se celebraban en kilometros a la redonda, y cuando murio… Bueno, ya estamos en casa. Mas tarde le seguire explicando cosas de Nathaniel Perkins. ?Querida, hemos vuelto, por fin! Tampoco hemos llegado tan tarde. Entre, entre. Debe cenar bien, lord Peter, para poder soportar el esfuerzo que le espera. ?Que tenemos aqui? ?Estofado de rabo de buey? ?Excelente! Muy nutritivo. Lord Peter, le aconsejo que se lo coma. Ya vera lo que nos espera…
Segunda serie
Las campanas preparadas
Cuando el regocijo y el placer invaden nuestros repiques,
tocamos por la salvacion de un alma.
Despues de cenar, la senora Venables impuso su autoridad. Envio a lord Peter a su habitacion, a pesar del parroco, que buscaba desesperadamente el libro
– No se donde lo habre dejado -dijo-. Me temo que soy muy poco metodico. Aunque quiza le gustaria ojear este: mi insignificante contribucion a la campanologia tradicional. Lo se, querida, lo se; no debo entretener a lord Peter. Es muy desconsiderado por mi parte.
– Tu tambien debes descansar un poco, Theodore.
– Si, querida. Ahora voy. Solo estaba…
Wimsey vio que la unica manera de hacer entrar en razon al parroco era dejarlo alli solo sin ningun remordimiento. Asi pues, se retiro, y a los pies de la escalera se encontro con Bunter que, cuando llegaron a la habitacion, lo arropo bien, le coloco una botella de agua caliente debajo del edredon y cerro la puerta tras de si al salir.
La lena se iba consumiendo en la chimenea. Wimsey se acerco la lampara, abrio el folleto que el parroco le habia dado y lo leyo atentamente: