– Leela tu mismo -dijo tendiendole la hoja de papel-. Esta escrita en tu idioma.
Si eres poeta, veras con claridad que hay una hube flotando en esta hoja de papel. Sin una nube, no hay lluvia; sin lluvia, los arboles no pueden crecer, y sin arboles, no se puede hacer papel.
Si miramos aun mas profundamente esta hoja de papel, podemos ver en ella el brillo del sol. Si la luz del sol no esta ahi, el bosque no puede crecer. En realidad nada podria crecer. Ni siquiera nosotros podriamos crecer sin el sol. Y si seguimos mirando, podemos ver al lenador que corto el arbol y lo llevo al molino para ser transformado en papel. Y vemos el trigo. Sabemos que el lenador no puede existir sin su plan de todos los dias y, por tanto, el trigo que se convirtio en su pan tambien esta en esta hoja de papel. Y la madre y el padre del lenador tambien estan ahi. Dando un paso mas, podemos ver que tambien nosotros estamos en ella. Esto no es tan dificil porque, cuando miramos la hoja de papel. Ella es parte de nuestra percepcion. Tu mente esta en ella. Y la mia tambien. No hay nada que no puedas incluir: el tiempo, el espacio, la tierra, la lluvia, los minerales del suelo, el sol, la nube, el rio, el calor. Todo coexiste en esta hoja de papel; no estamos aislados. Esta hoja de papel es porque todo lo demas es. Este papel, tan finito, contiene es si todo el universo.
Thich Nhat Hanh
13
Dado que se habia propuesto cazar al dia siguiente las tres estrellas que le faltaban, antes de regresar a los barracones Michel detuvo bajo el soportal sonde habia encontrado a Herminia por primera vez.
Al verla le parecio que no se hubiera movido de alli en todo aquel tiempo. Envuelta en su manta llena de manchones, en aquel momento tomaba algo parecido a una sopa de un pequeno cazo.
– Aqui llega el cazador de estrellas -dijo con voz alegre y estridente-. ?Cuantas llevas ya?
– Seis.
– ?Bravo! Estas dentro de los plazos previstos.
– Me temo que no -respuso angustiado-, porque Eri esta al limite de sus fuerzas y me temo que abandone antes de que pueda entregarle su corazon lleno de estrellas. Por eso quiero recortar manana los tres retales que me faltan.
– Fantastico. Si los consigues, dedicare toda la noche a tejer un corazon lleno de estrellas para Eri. El boticario me ha regalado una bolsa del algodon para rellenarlo. Eso sr, recuerda que el corazon no funcionara si no encuentras la estrella secreta.
– La decima, lo se. Pensare en ello en su momento, Herminia, pero ahora me preocupa donde encontrar las otras tres. Por mas vueltas que le doy, no encuentro mas clases de amor fuera de estas seis.
Herminia protesto, porque no estaba en el trato revelarle las categorias del amor, pero finalmente accedio a ayudarlo despues de que Michel le enumerara las seis que llevaba recogidas.
– Hablas de personas, animales y plantas -gruno la mendiga-, pero no tienes en cuenta algo muy importante que hacen los seres humanos. Algo que permite que los muertos sigan hablando miles de anos despues. ?Lo captas?
Michel nego con la cabeza mientras la anciana se desesperaba.
– Te dare la ultima pista: suele ser rectangular y arde con el fuego.
– ?Libros! -exclamo el-. ?El amor a los libros!
– O a la cultura y el arte, como quieras llamarlo. Y te dare una pista sobre la estrella numero ocho: incluye las seis primeras que ya has encontrado.
El buscador de estrellas reflexiono que tenian en comun las personas, los animales y las plantas, el agua y el oxigeno que respiramos. Todo ello tenia…
– Vida -declaro seguro de su deduccion-. La octava estrella es el amor a la vida. Con eso ya lo tenemos todo, ?no? ?Que clase de amor engloba la novena estrella?
– Mirate en el espejo -repuso la anciana.
Estaba todo dicho.
14
Si alguien representaba en Selonsville el amor a los libros y a la cultura era Madame Mercier. Llevaba de bibliotecaria desde el nacimiento del siglo y no se cansaba de alentar a los pocos visitantes para que probaran su dieta de un libro por semana.
«Es lo minimo pata tener la cabeza bien amueblada», solia decir.
Decidido a obtener las tres estrellas que le faltaban aquel mismo dia, Michel entro corriendo en la biblioteca municipal cuando el reloj marcaba las tres y cuarto.
Ya en la sala de lectura, un aprendiz con cara de lagarto le informo con desgana que la jefa no llegaria hasta las cuatro de la tarde. Contrariado con aquel imprevisto, se sento a la mesa donde reposaban en desorden los periodicos locales de la semana anterior.
Al abrir el primero de ellos, y luego el segundo y el terceo, el rostro de Michel paso del rojo encendido a un blanco sepulcral. No habia sido consciente de hasta que punto eran conocidas sus fechorias. A medida que leia sintio como un sudor frio le bajaba por la frente:
«EL FANTASMA DE LAS TIJERA SIEMBRA EL PANICO EN LA CIUDAD».
«UNA COMISION CIUDADANA PREPARA PATRULLAS URBANAS PARA CAZAR AL AUTOR DE LOS ATAQUES».
«EL ALCALDE DE SOLNSVILLE OFRECE UNA RECOMPENSA DE 300 FRANCOS A QUIEN APORTE INFORMACION PARA DETENER A EL TIJERAS».
«LAS PRIMERAS DESCRIPCIONES DEL BANDIDO MAS PELIGROSO CAUSAN ASOMBRO: EL TIJERAS ES UN NINO».
Michel se alejo a toda prisa de la mesa de los periodicos, como si el solo hecho de estar alli lo convirtiera en sospechoso. No podia permitir que lo capturaran justo el dia que iba a completar su mision.
Cuando la eterna bibliotecaria -nadie sabia a ciencia cierta que edad tenia -entro en la sala, el nino corrio en direccion a ella como un naufrago hasta su tabla de salvacion. No habia tiempo que perder. En cuanto alguien lo reconociera, le echarian el guante y todo habria terminado.
Para Eri y tambien para el.
La mujer cuyas gafas tenian una montura tan antigua como el siglo escruto al pequeno con indignacion:
– ?Has venido a jugar a la biblioteca? ?Largo de aqui!
– Madame Mercier, vengo a empezar la dieta de los libros.
La expresion de la mujer se suavizo al oir aquello. Una docena de ojos observaban sin disimulo aquella conversacion insolita entre la bibliotecaria de Selonsville y el ninato al cual casi nunca habian visto alli.
– Yo tambien quiero leer un libro por semana.
– Pssst… Estas molestando a los lectores. Ademas, eres muy pequeno para leer tanto. Deberias empezar por…
– ?Quiero empezar hoy mismo! -dijo elevando la voz deliberadamente.
La treta obtuvo el efecto deseado.
– Acompaname al despacho. Vamos a tener una conversacion privada tu y yo.
El caminito de ambos hacia la minuscula oficina al fondo de la sala fue seguido por la totalidad de los lectores,