Alex Rovira Celma, Francesc Miralles
Un Corazon Lleno De Estrellas
©2010, Alex Rovira Celma y Francesc Miralles
Alex Rovira Celma
Francesc Miralles
«Llegara un dia en el que, despues de dominar
el espacio, los vientos, las mareas y la gravedad,
dominaremos las energias del amor.
Y, ese dia, por segunda vez
en la historia del mundo
habremos descubierto el fuego.
Theilhard de Chardin
Introduccion
Mi hija Mariona nacio con un grave problema de corazon. Nunca olvidare las palabras del medico en el Hospital de San Juan de Dios tras un primer diagnostico: «No sabemos si tu hija vivira y, si vive, no te puedo decir como quedara».
Eran las tres de la madrugada del martes 26 de julio de 2005, apenas una hora despues de que la pequena saliera del vientre de su madre.
Mariona habia nacido dos semanas antes de lo previsto. El parto fue provocado en una revision rutinaria de Monica, su madre, pues apenas se detectaba el latido de la pequena. Esa revision rutinaria le salvo la vida. Unos dias mas en el vientre y mi hija no estaria hoy viva.
El 25 de julio yo debia partir hacia Japon en un viaje que duraria cinco dias, con margen suficiente para regresar dos semanas antes del nacimiento previsto. Pero los acontecimientos lo impidieron.
Recuerdo que escribi un e-mail a Naomi Saito, mi editora en Japon. Le informare de que, como era obvio, al estar nuestra hija gravemente enferma en la Unidad de Cuidados Intensivos, debia cancelar la presentacion de
Estuvimos cerca de cuatro semanas en el hospital, las dos primeras con Mariona conectada a numerosas maquinas que la asistian para vivir, que drenaba el agua de su cuerpo, que la alimentaban, la ayudaban a respirar y a controlar los latidos de su corazon.
Vi el sufrimiento de otros padres con sus recien nacidos debatiendose entre la vida y la muerte.
Recuerdo el ritual de ver a nuestros hijos cada tres horas de dia y de noche. Tambien recuerdo que nos lavabamos manos y brazos con esmero y nos poniamos el gorro, el mono y los protectores de los zapatos de un color verde que tengo grabado en la memoria. El olor de ese espacio, las enfermeras que cuidaban a los pequenos, los medicos y sus visitas, el pitido de las maquinas…
Pero sobre todo recuerdo aquellos pequenos cuerpos, fragiles y preciosos, debatiendose entre la vida y la muerte. Y aun hoy muy a menudo me pregunto que habra sido de las vidas de esos bebes y de sus padres. Y tambien a menudo rezo por su alegria, por su salud, porque hayan salido adelante con fuerza y amor.
Tras dos semanas criticas la salud de Marino dio un giro repentino y comenzo a recuperarse a ojos vista. La tercera semana la pasamos ya fuera de la UCI, en una sala proxima bajo el amable y atento cuidado de aquel extraordinario equipo de profesionales de San Juan de Dios, para quienes siempre me faltaran palabras de gratitud y reconocimiento.
Ese tiempo, desde el 26 de julio hasta finales del mes de agosto, mi vida se limito a una suma de viajes de ida y vuelta entre el hospital y la casa de mi cunada, Ana Tarres, que generosamente nos brindo su hogar y adonde ibamos a recuperar fuerzas en apenas unas horas de sueno para volver al lado de nuestra hija.
Cuando Mariona recibio el alta, regresamos por fin a casa. Recuerdo que abria mi ordenador despues de un mes apagado y entraron centenares de correos electronicos, que fui repasando en una lectura rapida hasta que me detuve en uno de ellos que me llamo la atencion.
Provenia de Japon. Lo firmaba Naomi Saito, de la extraordinaria editorial Popular, promotora del exito de
Aquellas palabras en japones, ingles y tambien en castellano eran muestras de apoyo, oraciones, palabras de aliento para la pronta recuperacion de nuestra hija. Tardamos dias en completar la lectura de ese correo. No solo por la cantidad de textos recogidos por Naomi y su equipo, sino porque la emocion nos impedia avanzar en la lectura.
Pocos dias despues llamaron a la puerta de casa. Mariona evolucionaba bien y, a pesar de algun susto, iba ganando peso y se veia cada dia mejor.
Cuando abri la puerta, un mensajero me entrego una caja. El remitente era tambien Poplar desde Japon. Dentro de ella encontre un osito de ropa tejido con retazos de diferentes estampados, texturas y colores que sostenian un trebol de cuatro hojas entre las manos. Era un osito de apenas quince centimetros de altura, y era evidente que habia sido cosido por una mano amorosa y experta, porque era impecable, original, muy bello.
Al lado del osito, recostado en una de las paredes de la caja, habia un sobre. Lo abri y encontre un texto en japones con una carta adjunta con la traduccion al ingles.
La carta decia lo siguiente: