Para su alivio, Eri continuaba en la cama.

Sin embargo, la nina dormida estaba muy desmejorada desde la ultima vez que la habia visto. Estaba mucho mas delgada y su rostro tenia una palidez cercana a la muerte.

Un tubo alimentaba su cuerpo con gotas de suero hasta que su pequeno corazon dejara de latir.

Michel hubiera abrazado a su amiga de no estar custodiada por la monja enfermera, que hacia punto al lado de la cama con expresion lugubre. Parecia esperar a que la nina espirara de una vez para poder volver a su rutina en el orfanato.

Al verlo entrar, le lanzo una mirada severa mientras decia:

– ?Que haces aqui?

– Traigo una rosa para Eri.

Los ojos de la monja se ablandaron al ver la rosa diminuta que temblaba en sus manos. Luego le senalo un vaso con agua al lado de la cabecera de la cama y le ordeno:

– Dejala aqui, a ver si el perfume de la rosa da un poco de color a la bella durmiente.

Luego volvio a sus labores de punto con expresion reconcentrada.

A aquella mujer la habia abandonado la esperanza.

10

La historia del soldado

Michel salio del hospital tan mustio que, sin darse cuenta, en lugar de caminar hacia el centro sus piernas se dirigieron hacia el cementerio municipal. Aquel camposanto lleno de caidos en combate no parecia el mejor lugar para encontrar a amantes, pero aun asi empujo la verja y entro en el recinto.

El viento habia dejado de fustigar la ciudad, pero un cielo plomizo y crepuscular amenazaba con descargar una tormenta de un momento a otro.

Antes de que pudiera preguntarse que demonios hacia ahi, Michel reparo en un joven vestido de soldado que se inclinaba sobre una losa. Beso dos veces el marmol y luego permanecio de rodillas ante la tumba.

El cazador de estrellas quiso saber si aquel amor reverencial iba dirigido a una amada, como le sucederia a el si no lograba despertar a Eri. Gobernado por la curiosidad de nino, atraveso el camposanto hasta situarse a escasos metros de la tumba.

Vio que pertenecia a un hombre de edad aproximada de aquel soldado. Vincent habia dejado el mundo a los 22 anos. Habia caido en 1940 en los primeros compases de la guerra.

El soldado que habia besado la tumba dos veces giro lentamente hacia Michel y lo miro con sorpresa.

– ?Que haces aqui? -le pregunto con voz de mando.

– Vengo a hacerte compania. Me da pena verlo solo entre los muertos.

Este comentario hizo reir al soldado, que se sento junto a la tumba del tal Vincent y le explico:

– He venido a rendir visita a alguien que es mi amigo y padre de mis hijos.

– ?Como? -pregunto Michel asombrado-. Eso si que no lo entiendo. Si son sus hijos…

– Si, mis hijos tienen un padre biologico, que soy yo. Pero tambien tienen un padre espiritual, el que reposa bajo esta losa. Por tanto, tienen una madre y dos padres. ?Te gustaria oir esta historia?

– Desde luego. Que alguien tenga dos padres a la vez puede explicar por que yo no tengo familia.

El soldado se tomo el comentario a broma y dejo escapar una risita mientras atraia al nino a su lado. Luego se colgo una pica de los labios y, tras encender el tabaco en la cazoleta, empezo su relato:

– Vincent y yo eramos los mejores amigos de un regimiento que defendia este lado de los Alpes. Eramos intimos, aunque nuestras vidas no podian ser mas diferentes. Cuando me llamaron a filas, yo estaba casado y mi mujer esperaba gemelos. El, en cambio, era un viva la Virgen que no tenia novia fija ni atadura de ninguna clase. Su sueno era hacerse marino y viajar por el mundo cuando terminara este asco de guerra. Pero entonces…

El soldado detuvo su narracion para dar profundas caladas a la pipa, como si lo que estaba a punto de contar fuera demasiado amargo para soltarlo sin mas. Un fino velo de lagrimas entelo sus ojos al llegar a esta parte de la historia.

– Una noche el sargento nos hizo avanzar hacia una posicion sobre una loma que acababa de abandonar el enemigo. En lo alto habia una cabana donde habian vivido los soldados. Al acercarnos silenciosamente oimos con claridad un gemido que surgia del su interior.

– Un herido -apunto Michel.

– Exacto. Sus jefes lo habian abandonado alli durante la retirada. Y no teniamos duda de que iba armado. El sargento le grito que se rindiera y le prometio que seria hecho prisionero sin mas, que no habria interrogatorios ni represalias de ninguna clase. Pero no obtuvimos respuesta. Incluso dejo de gemir, como si tratara de adivinar nuestros movimientos alrededor de la cabana, que no tenia ni siquiera una ventana. Solo aquella puerta. Y estaba entreabierta.

A medida que se acercaba al desenlace, el pequeno seguia aquella aventura con los ojos muy abiertos, como si intentara ver en el oscuro interior de la cabana.

El soldado dio una ultima bocanada a su pipa antes de seguir.

– Tras media hora de espera el sargento tomo una decision fatal. Era un tipo bastante cobarde, asi que me eligio a mi para que abriera la puerta y encanonara al herido. Incluso me dio permiso para disparar a ciegas, cosa que nunca hubiera hecho… porque Vincent se ofrecio para ir en mi lugar. Es mas, prometio dispararme por la espalda su me acercaba a la puerta.

– ?Y eso por que?

Una lagrima temblo en el ojo del soldado antes de responder:

– Dijo que yo tenia esposa y dos hijos en camino, mientras que a el no lo esperaba nadie. Por eso preferia arriesgarse en mi lugar por si las cosas se torcian… Y asi fue. Antes de que abriera la puerta fue abatido de un tiro.

Entre ambos surgio un incomodo silencio, solo quebrado por las primeras gotas de lluvia.

– Puesto que Vincent se sacrifico por mi -dijo recuperando el animo-, mis hijos tienen dos padres, porque yo les di la vida a ellos y Vincent me la dio a mi. ?Entiendes?

Michel bajo la cabeza conmovido. El soldado concluyo:

– Por tanto, nunca te atrevas a decir que no tienes familia, porque eso es mentira. Hay vinculos mas poderosos que los de la sangre.

– De acuerdo, nunca mas lo dire. Pero, ya que la guerra ha terminado, ahora que has honrado a tu amigo, ?puedo llevarme un trocito de tu uniforme?

11

La dama y los vagabundos

El sabado Michel tenia permiso para dormir hasta pasadas las nueve, pero a las ocho de la manana ya se puso en pie y bajo a la cocina. A aquella hora las monjas que se ocupaban del orfanato desayunaban y compartian las anecdotas del dia anterior.

Quiza por eso noto un par de miradas de reprobacion cuando se sirvio dos rebanadas de pan con un poco de mermelada y medio vaso de leche. Se sento con su plato en un extremo de la mesa, a dos sillas de distancia de las religiosas.

No obstante, al advertir la mirada de la monja enfermera no pudo evitar preguntarle por su amiga.

– Todo igual -repuso la monja-. Bueno casi igual.

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