Michel penso en Eri y en como le hubiera gustado que fuera su princesa. Estaba dispuesto incluso a saltar como una rana de vez en cuando para hacerla reir si era necesario.

– El principe o la princesa azul vive dentro de nosotros -concluyo el cocinero antes de liberar al chico-.Ese es el secreto de la atraccion: si no te amas porque creer que eres una rana, ninguna princesa te amara. Dicho de otro modo: si no estas enamorado de la vida, la vida no se enamorara de ti.

Tras agradecer estas palabras Michel salio corriendo hacia la pareja sin que el cocinero entendiera por que.

7

Para que nada cambie

Tras la pausa para comer, Michel cavilo sobre su mision mientras el cielo se cubria de amenazadoras nubes. Un viento helado barria las calles de Selonsville, cubiertas de un manto de aguanieve que ponia en peligro a los pocos paseantes que se aventuraban a salir.

Faltaban un par de horas para que dieran las tres, cuando los internos del orfanato -a excepcion de los castigados- tenian cuatro horas libres hasta la hora de cenar.

Y no sabia que otras clases de amor podia buscar.

Michel aparto la mirada de la pizarra donde la monja escribia las conjugaciones de los verbos acabados en - ir para mirar por la ventana. Frente a los barracones del internado habia una casa pequena y robusta flanqueada por un cuidado jardin. Siempre le habia llamado la atencion.

Era el domicilio de Antonie Lagrage, un contable retirado que habia enviudado veinte anos antes. Desde entonces estaba solo pero su actividad no cesaba. Cuando no estaba podando loa arboles del jardin, se lo veia reparando una gotera en el tejado o bien repintando la puerta de entrada.

Habia oido decir que Lagrange fue un hombre profundamente enamorado de su esposa. Por eso mismo, pese a su buena situacion economica no se habia vuelto a casar.

Quizas el podia hablarle de otras clases de amor, penso Michel mientras palpaba con sentimiento de culpa el retal del ciego en su bolsillo.

Antes de ir por su segunda estrella se prometio que, cuando la mision hubiera acabado, buscaria a cada una de sus victimas para pedirles disculpas y ofrecerles un regalo.

Reconfortado por esta idea, pulso el timbre del viudo minutos despues de que terminara la ultima clase.

El viejo contable le abrio la puerta impecablemente vestido. Nunca recibia visitas, pero la corbata de seda anudada a la perfeccion, la raya de los pantalones y los zapatos embetunados le daban un aire de hombre de mundo, alguien acostumbrado a tratar con el publico.

– Buenas tardes, Monsieur…

– Puedes llamarme Antonie -le corto el anfitrion-. Pasa, acabo de servir el cafe.

Mas que sorprendido con el trato que le dispensaba el contable, que solo lo conocia de vista, Michel admiro el esmero con el que estaba cuidando cada detalle de su hogar. Si el jardin y el exterior de la casa estaban impecables, el interior no le iba a la zaga.

Los cristales de las fotografias -muchas de ellas de su esposa- se veian relucientes, sin una sola mota de polvo. El suelo estaba pulido y encerado. La mesa del comedor se habia vestido de fiesta con un elegante mantel de lino y un candelabro encendido entra las dos tazas de fina porcelana. Cuando Antonie lleno las tacitas, el chico no pudo evitar preguntar:

– ?Esperaba usted a… alguien?

– Te esperaba a ti. ?Celebro que hayas venido!

Dicho esto rio suavemente e indico al invitado que ocupara su lugar en la mesa.

El contable avivo el fuego de la chimenea antes de sentarse al otro lado. Durante unos segundos solo los acompano en agradable crepitar de los lenos. Michel suspiro mientras exploraba con la mirara aquel calido salon. Al otro lado de la chimenea, un jarron con flores frescas adornaba un piano de pared.

La tapa que protegia las teclas estaba levantada, como si hubiera estado tocando recientemente.

– ?Practica usted el piano? -le pregunto Michel por decir algo.

– Lo toco solo para limpiar las teclas. Soy negado para la musica, aunque me gusta mucho escucharla. Mi esposa, en cambio, se sabia con los ojos cerrados todos los nocturnos de Chopin.

Michel dedujo que aquel esmero obedecia al deseo de Antonie de que todo siguiera igual que cuando su esposa vivia. Entendio tambien que la taza de la que estaba bebiendo cafe estaba alli para ella.

A su manera, Monsieur Lagrange habia decidido seguir viviendo dos vidas: la suya y la de la esposa muerta.

La voz calmada del anfitrion saco al chico de sus pensamientos.

– ?Y a que debo el placer de tu visita?

– Va a parecerle algo extrano -improviso Michel-, pero me han encargado buscar las nueve clases de amor y… he pensado que tal vez usted pueda ayudarme.

Antoine removio el contenido de su taza con la cucharita mientras pensaba en voz alta:

– Nueve clases… ?Cuantas tienes ya?

– El amor romantico -contesto algo avergonzado.

El anfitrion asintio en silencio y entorno los ojos, como si tratara de recuperar algun recuerdo olvidado. Finalmente dijo:

– Lo romantico es el principio. Todos nos enamoramos alguna vez. Algunos mas veces incluso. Ahora, pasar a la segunda fase requiere cierto grado de maestria -anadio guinandole el ojo.

– ?Cual es la segunda fase?

– El amor de larga duracion. Es mas valioso aun que el romantico, porque ha pasado la prueba del tiempo. Yo soy un ejemplo de ello. Hace veintiun anos y tres meses que Camille no esta con nosotros, pero sigo haciendo las cosas como ella le gustaba que fueran.

Michel sonrio para sus adentros: al decir eso, Antoine acaba de perder un pedazo de su ropa.

– Me gusta mantener vivas las cosas que le daban vida -siguio hablando el anfitrion sin ninguna tristeza-. A fin de cuentas, somos las cosas que amamos. Morimos el dia que nadie piensa en nosotros.

El joven visitante recordo con una mezcla de felicidad y dolor la imagen de Eri en la cama. No habia dejado de pensar en ella una sola hora desde que habia quedado atrapada en aquel sueno eterno.

Antoine apuro la taza de cafe antes de levantarse a echar medio leno al fuego. Luego declaro:

– El amor verdadero es esto.

– ?Que quiere decir?

– El amor es echar siempre un tronco al fuego. Solo asi se mantiene encendida la llama. Suena obvio, pero demasiada gente lo olvida. Por eso se llevan tan mal tantas parejas. Si quieres amar de verdad, recuerda esto, chico: aunque estes cansado, tendras que ir a buscar un leno para alimentar el fuego. Si no lo haces, por la manana solo encontraras las cenizas de lo que habia sido tu amor.

Michel asintio en silencio.

– Por cierto -anadio el contable-, si vienes el viernes, te cortare una rosa que esta creciendo en el jardin. He sabido lo de esta nina…

– Eri -suspiro el pequeno.

– Le llevaras la primera rosa del ano. ?Quien ha dicho que los que duermen no pueden oler las rosas?

8

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