que levantaron los ojos de los libros para no perderse aquella curiosa escena.

Si alguno de ellos habia visto a Michel con las manos en la masa, penso, en cuestion de segundos seria denunciado y capturado. En cualquier caso, era demasiado tarde para cambiar de idea. Habia que jugarse el todo por el todo.

Madame Mercier cerro el despacho de un portazo e inclino las antiguas gafas sobre el nino.

– ?Se puede saber a que viene tanto escandalo?

– Quiero leer -prosiguio en su papel-. No puedo ser toda la vida un nino de orfanato. Por eso tengo prisa en aprender y quiero empezar la dieta hoy mismo. Un libro por semana, ?no?

– Tranquilo, chiquillo… -lo calmo la bibliotecaria, admirada por aquella tenacidad-. No se trata de leer mucho, sino de amar lo que lees, que viene a ser lo mismo que amar a las personas. A fin de cuentas, los libros estan escritos por seres humanos y la mayoria hablan de otros seres humanos. Por tanto, leer es un acto de amor. Por el mismo motivo debemos acercarnos al arte, a la musica, a todo lo bello que puede crear un ser humano que ama la vida.

Eres la persona que buscaba, se dijo Michel mientras se preguntaba como lograria arrancar una estrella de la bibliotecaria, que siguio sermoneandolo.

– Lo del libro semanal lo dijo porque muchos habitantes de Selonsville no leen ni un libro al ano. Es una forma de empujarlos a que se interesen mas por la lectura.

Tras decir esto saco del bolsillo da la blusa un panuelo para limpiarse las gafas. Michel entendio que habia llegado su oportunidad:

– No se asuste, Madame Mercier, pero una arana esta subiendo por ese panuelo.

La bibliotecaria solto el trozo de tela con un grito y salio disparada del despacho. Mientras Michel agradecia que la aracnofobia fuera un miedo tan extendido, se dispuso a librar la siguiente batalla.

15

Una idea de bombero

Como ejemplo de amor a la vida, Michel valoro diferentes ciudadanos de los que habia oido hablar elogiosamente.

Estaba el medico mas veterano del hospital donde languidecia Eri. De el se decia que habia salvado mas de tres mil vidas a lo largo de su carrera.

Otro candidato era la directora de la protectora animal de Selonsville. Desde mucho antes de que el hubiera nacio, cada ano rescataba de una muerte segura a un centenar de perros y al numero similar de gatos.

En tercer lugar estaba una mujer centenaria que habia plantado mas de quince mil arboles a lo largo de su existencia.

Sin embargo, Michel no eligio ninguno de los tres como ejemplo de amor por la vida. Tal vez porque preferian una muestra concreta de amor a una cifra o estadistica. Recordo el caso de un joven bombero de Selonsville cuya esposa se habia fugado con un taxista de la ciudad para mas tarde marcharse a Tennessee con un soldado americano.

Un ano despues de aquel escandalo, que fue tema de primer rango entre los chismorreos locales, un rayo alcanzo la casa de madera donde el taxista vivia nuevamente solo.

Tras saber quien habia dentro de la casa en llamas, el bombero estuvo a punto de perder la vida para sacar del incendio al mismo tipo que le habia birlado la mujer.

Se comentaba que, cuando los dos se hallaron fuera de peligro, el taxista pregunto al bombero por que habia arriesgado su vida por alguien que le habia causado tanto sufrimiento.

La respuesta, que habia corrido de boca en boca, generaba desde entonces multitud de interpretaciones: «Lo he hecho por mi», habia respondido el bombero, «no por ti».

Aquel heroe no resulto dificil de localizar, ya que se encontraba de guardia en el puesto de bomberos. Puesto que en aquella ciudad se producia un incendio cada dos o tres meses, Michel lo encontro entregado a una ruidosa siesta sobre una colchoneta reservada para el turno de noche.

La ocasion no podia ser mejor.

El nino se agacho con sigilo y corto un pedazo de tela de la pernera del pantalon. Tras guardar el retal cuidadosamente en su bolsillo -luego tendria tiempo de darle forma de estrella -se dio la vuelta con gran cuidado.

Ya estaba a punto de salir por la puerta, cuando una mano grande y fuerte lo agarro por el cuello.

– Quiero parado.

Michel se giro aterrorizado hacia el joven bombero, que tras el destrozo en su pantalon parecia sacar fuego de los ojos.

– No se por que -dijo-, pero no me extrana nada que el monstruo de las tijeras seas tu. Al gendarme le encantara conocerte, renacuajo.

– Por favor, no lo hagas -le imploro con lagrimas en los ojos.

– Dame un motivo por el que no deberia hacerlo.

Pese a estar muy asustado, o precisamente por eso, Michel supo contraatacar con la pregunta adecuada:

– Dame tu un motivo por el que te jugaste la vida por sacar al taxista de la casa en llamas.

– No hay motivo -repuso repentinamente serio-. Es mi trabajo, tan sencillo como eso.

– Pero, cuando el te pregunto lo mismo que yo, le contestaste: «Lo he hecho por mi, no por ti» ?No es cierto? ?Que querias decir con eso?

El bombero solto a su presa y entorno la mirada para buscar la respuesta. Michel podria haber aprovechado aquel momento para huir, pero estaba demasiado interesado en lo que el bombero tenia que decirle.

– Veras -empezo-, si hubiera dejado que se achicharrara ahi dentro habria cargado con dos pernas: la perdida de mi mujer y la del taxista. En la primera no pude hacer nada, pero la de el estaba en mi mano.

– Entonces lo perdonaste.

El bombero suspiro antes de decir:

– Perdonar es la unica manera de permitir que los demas puedan ser otra cosa, eso es algo que aprendi de mi padre. Si matas a un ladron, lo condenas a ser solo eso para siempre. Volviendo al taxista, si no lo hubiera salvado, mi hermana ni mi sobrina habrian sobrevivido. Todos necesitamos a todos.

– No te entiendo -repuso Michel olvidando por un momento que aun le faltaba una estrella-. ?Que tiene que ver tu hermana y tu sobrina con el taxista?

– Todo. Veras: seis meses despues del incendio mi hermana se puso de parto mientras su marido estaba de viaje. Habia sido un embarazo muy complicado y empezo a perder sangre. Cuando logro bajar las escaleras, en plena madrugada, las calles estaban desiertas a excepcion de un coche solitario que pasaba por ahi. Alguien volvia a casa despues de una larga jornada nocturna.

– ?Tu amigo el taxista! -exclamo Michel.

– Aja. De no haber sobrevivido al incendio, mi hermana hubiera muerto aquella misma madrugada. Y probablemente mi sobrina habria corrido la misma suerte. Moraleja: no te lo pienses dos veces cuando puedas salvar a alguien, porque quiza te estes salvado a ti mismo.

16

Las estrellas y el corazon
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