cerebro tiene el peligroso habito de enredar con material que no puede ni
Vuestro autor ha descubierto que el amor es el viaje mas completo, desde un punto de vista emocional. El gran viaje: enamorarse es visitar Cielo e Infierno con un billete solo. Y no solo eso. Si el realismo puede definirse solo como una de las cincuenta y siete variedades de la decoracion, ?como esperar entonces una valoracion realista del amor?
No, no tiene el autor ninguna nueva luz que ilumine este tema. Despues de todo, aunque la gente lleve componiendo canciones de amor por lo menos mil anos, solo a fines de los sesenta una balada romantica expreso una idea nueva. En su cancion «Triada»
Asi pues, galopad vuestros potros, queridas, y acatad los intrincados hechos, sabiendo que vuestro autor preferiria escribir, de ser posible, una simple historia de amor. Que refrescante tratar con algo subjetivo, intuitivo ?o, mejor aun, mistico! Pero el escritor serio, como su hermano el cientifico, se ve forzado a abordar lo meramente objetivo.
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AL IGUAL que un trozo de cascara puede acabar con el placer de un emparedado de ensalada de huevo, al igual que el advenimiento de una Era Glacial puede deshacer un millon de fiestas de jardin, al igual que el no creer en la magia puede forzar a una pobre alma a creer en el gobierno y los negocios, asi un ataque de asma puede chafar bastante la primera cita entre una joven y un indio.
Sissy no sabia que hacer. Penso en principio que Julian reaccionaba asi ante la vision de sus pulgares, aunque La Condesa le habia jurado haber hecho a su acuarelista perfecto sabedor de los adornos anatomicos de Sissy. En un momento u otro, las gentes se habian reido de ella, la habian senalado, habian palidecido, parpadeado, cloqueado, tirado fotos apresuradas, se habian mordido la lengua, se habian caido de taburetes en los bares, pero aquella reaccion colmaba el vaso, y la jarra, incluso. No eran
?Deberia intentar ayudarle, o huir?
Oportunamente, del otro lado del vestibulo vinieron en auxilio de Julian sus amigos. Eran dos parejas; bien vestidos, blancos, treinta y tantos, clase media. El mas joven de los hombres se hizo cargo. Coloco un inhalador de epinefrina bajo la nariz de Julian. La hormona epinefrina relajo los musculos blandos de los pequenos bronquios de los pulmones de la victima, permitiendo que circulara el aire con mayor libertad. En unos instantes mejoro su respiracion. Sin embargo, el ataque era grave y Julian seguia jadeando y resollando. Su pecho sonaba como la seccion de trombones de la vieja orquesta de Stan Kenton. Su pecho interpretaba «Caen las estrellas sobre Alabama». No bailaba nadie.
– Lo mejor sera que te llevemos a casa -dijo a Julian el que se habia hecho cargo de la situacion. Al parecer, el y Julian habian sido en tiempos companeros de habitacion, y por eso sabia lo que tenia que hacer en caso de ataque.
Avergonzado (el rubor de la verguenza hacia que pareciera mas indio que antes), pidio Julian perdon a Sissy, En un lenguaje ventilado por el jadeo y
– Durante anos he estado obsesionado por tus fotografias. Cuando La Condesa insinuo que tal vez te agradara conocerme (nunca me explico por que) le dije que estaba dispuesto a pintar para ella gratis. Y ahora tuve que estropearlo.
Le toco entonces a Sissy enrojecer. Su dieciseisava parte llego nadando a la superficie, compitiendo con la racion completa de sangre no comprometida de Julian. Aunque desazonada, se sentia conmovida por aquel lamento. Las emociones que sentia eran casi las contrarias a las que habia imaginado que le inspiraria aquel inteligente indio. Una vez mas (como en el remolque de Madame Zoe), se hallo en medio de una situacion que habia esperado dominar. A traves del rubor, su misteriosa y placida sonrisa se agito y batio lentamente las alas, gaviota ascendiendo a traves de una rociada de sopa de tomate.
Al que se habia hecho cargo de la situacion, le llamaban Rupert, y era vendedor de una editorial. Su mujer era Carla, ama de casa, que dicen. Los otros dos resultaron ser Howard y Marie Barth, ambos redactores de Julian camino de la calle, Howard llamo un taxi y Carla y Marie revolotearon alrededor de Sissy.
– Es terrible -dijo Marie; bajo la voz, a un tono mas confidencial-. Los ataques de asma, sabes, los provoca la tension emocional. El pobre Julian es tan impresionable. La emocion de conocerte (?eres tan impresionante, querida!) debio alterar su equilibrio quimico.
Carla cabeceo.
– Se pondra bien enseguida, querida. No es tan serio como parece.
Hizo ademan de palmear la mano de Sissy, luego se lo penso mejor.
Los seis se apretujaron en un taxi. ?Podeis imaginar lo humillante que fue para nuestra Sissy, verse metida en un vehiculo que no habia atrapado en su red de carne y gesto? ?Apreciais que debio sentirse como un colibri atrapado en el chicle del pedestrismo? ?Invitariais a Thelonius Monk a vuestra casa y no le dejariais tocar vuestro piano? ?Echariais al ruedo una cabra artritica con El Cordobes? ?Senor! Sissy se sento sobre la tapiceria de aquel taxi con frigida revulsion, como una reina que se ve obligada a acuclillarse en una letrina; y, ?por que no? Ella era Sissy Hankshaw, que se habia forjado una identidad propia, en el vasto reino de la idiosincrasia personal en vez de forjarsela con la carne de otro, como suele ser norma. Sissy Hankshaw, que, siguiendo una sugerencia de la naturaleza, se habia creado a si misma y luego paseado su creacion ante los dioses y planetas que giran sobre nuestra rutina diaria; Sissy Hankshaw, que demostro que la ambicion grandiosa no necesita ser faustica, al menos para una mujer en movimiento. Einstein habia estudiado el movimiento descubriendo que tiempo y espacio son relativos; Sissy se habia entregado al movimiento y habia aprendido que uno podia alterar la realidad a traves de la propia percepcion de ella… y fue ese descubrimiento, no menor quiza que el de Einstein, el que le permitio por ultimo desechar la humillacion con una sonrisa igual que un rato antes habia desechado con una sonrisa la fatiga.
El taxi, al no tener voluntad libre, rodo hacia el centro.
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CIUDAD DE NUEVA York. 21 de junio de 1972. Ocho y media de la noche, segun la posicion de dos manecillas mecanicas en un marcador arbitrario. Marte en la Casa de Virgo. Jupiter en la Casa de Valores y en la de los Pasteles Venus. El tiempo: caliente y ridiculo farsante con guedejas de paranoia industrial a doscientos metros. Manhattan huele como la cajita mullida del Gatito del Mundo. Ha retorcido su cuerpo en la