Marie contra uno de los botones de la camisa de Julian.

– Nada se sobre ese asunto del orden y la simetria. Deserte del bachillerato, procedo de una raza (la raza de la basura blanca pobre) que lleva diez siglos sin hacer mas que recoger piedras, cavar campos, sudar en fabricas y marchar a la guerra cuando se lo dicen; y cada generacion ha tenido una huerta de patatas mas pequena. Pero he pasado algun tiempo en las bibliotecas, no siempre dormida, y he aprendido esto: toda cultura civilizada de la historia ha discriminado a sus miembros anormales. «Esquizofrenia» es un termino de la civilizacion occidental y tambien lo son «brujas» e «inadaptado»… terminos utilizados para racionalizar los crueles e insolitos castigos adjudicados a los individuos que se salen de lo ordinario. Sin embargo, las tribus indias americanas como tu debes saber muy bien, trataban a sus marginados como seres especiales. A sus esquizoides se les reconocia un don, el poder de las visiones, y los reverenciaban por ello. A los que tenian una deformidad fisica les consideraban tambien favoritos del Gran Espiritu, alivios bienvenidos a la monotonia de la regularidad anatomica, y todos los amaban, disfrutaban con ellos y les ayudaban y favorecian. Y esa antigua Grecia que te parece tan gloriosa, habria matado nada mas nacer a un ser como yo.

– Vamos, Sissy, tu actitud es demasiado quisquillosa y defensiva. Ya viste como te trataron anoche mis amigos ultracivilizados. En fin, ni uno solo de nosotros miro siquiera tus… tus… tus… pulgares.

– Esa es precisamente la cuestion -dijo Sissy.

Y asi se desarrollaba esta polemica. La otra iba mas o menos asi:

– Aparte de todo, Sissy, no veo como has podido sobrevivir siquiera. ?Dios mio! Una chica, sola, por esas carreteras, anos. Y ni la han matado ni la han herido ni la han ultrajado ni ha enfermado.

– Las mujeres son duras y mas bien toscas. Fueron hechas para el aspero y duro trabajo de tener hijos. Te asombrarias de lo que son capaces de hacer cuando dedican esa energia a otras empresas.

– De acuerdo, eso quiza sea verdad. ?Pero vaya empresa! El autoestop. Viajar de prestado. Cuando pienso en el autoestop, pienso en universitarios, militares y hippies sin dinero. Pienso en inutiles de ropa grasienta y maniacos con cuchillos de carnicero ocultos en su hato de ropas arrugadas…

– Me han dicho que parecia un angel al borde de la carretera.

– Oh, estoy seguro de que eres una hermosa excepcion a esa regla. Pero, ?por que? ?Para que tanto trabajo? Has viajado toda tu vida sin destino. Te mueves, pero sin direccion.

– ?Cual es la «direccion» de la Tierra en su viaje; adonde van los atomos cuando giran?

– Hay una regla ordenada, un objetivo ultimo en los movimientos de la naturaleza. Tu llevas en movimiento constante casi doce anos. Dime algo que hayas demostrado.

– He demostrado que los seres humanos no son arboles. Asi que mienten cuando hablan de raices.

– Sin objetivo…

– No sin objetivo. Ni mucho menos. Lo unico que pasa es que mis objetivos son distintos a los de la mayoria. Hay mucha gente sin objetivos en la carretera, de acuerdo. Gente que hace autoestop sin parar, sin descanso, buscando algo: buscando America, como decia Jack Kerouac, o buscandose a si mismos, o buscando alguna relacion entre America y ellos mismos. Pero yo no busco nada. Yo he encontrado algo.

– ?Que has encontrado?

– El autoestop.

Esto paro a Julian un poco, pero al segundo dia, mucho despues de que Howard y Marie se hubiesen ido de puntitas del apartamento, volvio al tema. No podia apreciar los meritos y triunfos de Sissy. ?Que importancia tenia que hubiese parado en una ocasion treinta y cuatro coches seguidos sin un fallo? ?Que merito habia en la hazana de cruzar Texas a ciegas en la temporada de ciclones con un periquito en el pulgar? Para el, estos hechos eran patetica, y puerilmente extravagantes. Agito tristemente aquella cabeza sin plumas ni pinturas al considerar los antecedentes penales (detencion por vagabundeo, solicitacion ilegal de transporte e, ironicamente, sospecha de prostitucion) de una mujer esencialmente respetable.

Tan eficazmente la alecciono sobre el asunto, que asomo a los ojos de Sissy un brillo vagamente culpable que chapoteo sus frios pies en la humedad de alli. Consiguio Julian arrancarle sollozos, y cuando la tuvo adecuadamente deprimida la consolo. La apreto entre sus brazos protectores, construyo un castillo a su alrededor, cavo el foso, alzo el puente levadizo. A Sissy solo su mama la habia abrazado asi, arrullandola asi. Y la acaricio con manos acostumbradas a acariciar perros, manos tan suaves que podrian hacerse astillas de comer con palillos chinos. La arrullo como a una nina. Aislo sus desnudos cables. Y ella, Sissy, que habia dormido en lo peor de todas las estaciones, despreocupada y sin cuidados, se acurruco profundamente en la ternura paternal de Julian y se dejo arrullar.

Fue entonces (Julian acariciando, Sissy ronroneando) cuando la magia que habian conseguido sus pulgares, desde el momento de su juventud en que se comprometio por vez primera a una vida menos superficial, segura y pequena, de lo que nuestra sociedad nos demanda, se excuso, salio de puntitas del apartamento como Howard y Marie y bajo al bar Stanley's, a Avenida B a echar una cerveza.

La cerveza no satisfizo a la magia, sin embargo. Asi que pidio una ronda de Harvey Wallbangers. Pero se necesita algo mas que vodka para alimentar a la magia. Se necesitan riesgos. Se necesitan extremos.

Intermedio de vaqueras (Delores del Ruby)

Decian algunas gentes que habia escalado un muro de convento en San Antonio y se habia escapado con un circo mexicano. Afirmaban otras que habia sido la hija favorita de una distinguida familia criolla de Nueva Orleans, hasta que se mezclo con una secta que rendia culto al caiman y practicaba el peyotismo. Aun habia otras que decian que era gitana del todo, mientras otra fuente insistia en que (como tantas bailarinas «espanolas») era en realidad italiana o judia, y habia aprendido sus trucos viendo por television al Zorro en el Bronx.

En lo que todas las vaqueras estaban de acuerdo sin embargo, era en que su capataz chasqueaba un latigo muy bien adiestrado, por lo que nadie discutia la historia de que habia adquirido su primera fusta cuando tenia cinco anos, por regalo de un tio suyo que habia dicho, despues de presentarse: «Prescinde del varal y mima al nino.»

El dia que Delores del Ruby llego al Rosa de Goma, una serpiente cruzo reptando la polvorienta carretera que llevaba al rancho, portando una carta en su bifida lengua. La carta era la reina de espadas.

26

CADA VEZ que se levantaba, fuese para ir al bano o para alimentar a sus animales domesticos, Julian se quitaba una pieza de ropa, asi que llego un momento (al tercer dia de residir en el sofa) en que estaba casi tan desnudo como ella.

Sonaba con creciente frecuencia en la habitacion el chasquido del beso. Duraban menos las discusiones y las siestas. Tras que ella desmoronase y rindiese a sus auxilios protectores los ultimos leves rastrillos del asma de Julian se evaporaron cual pedo de polilla ante bombilla de sesenta vatios y vino a visitarle una ereccion.

Sissy sabia muy bien como tratarla. Habia sido adoctrinada recientemente. La estrecho. Le echo la capucha hacia atras. Anillo su boton rosado. La dejo latir a lo largo de su propio muslo, y, mejor aun, junto a su pulgar. Maniobro situandose bajo ella y guio su cabecita de manzana a traves de la hendidura de su ser. Como un proyectil de densa carne de pez, se lanzo a su objetivo.

Ay, las campanillas de Julian repicaron antes de la hora senalada. Fue victima de un subito ataque del viejo prematuro. Y Sissy se quedo con la virginidad intacta, conteniendo una pegajosa compuerta.

El acuarelista se disculpo cabizbajo. Correspondio a Sissy consolar. Le tranquilizo tan convincentemente que pronto se animo el y empezo a charlar de nuevo sobre maravillas tales como Shakespeare y Edward Albee, Miguel Angel y Marc Chagall.

– Una medida de la civilizacion occidental -decia- es que puede abarcar armonicamente obras maestras tan opuestas como El sueno de una noche de verano y El sueno americano, como la cupula de la Capilla Sixtina y el techo de la Opera de Paris.

Sissy se levanto. Sus ojos vagaron por el apartamento, mirando sin ver las colgaduras de macrame, los volumenes de Robert Frost.

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