– ?Que pasa? -pregunto Julian.
Tras una pausa, Sissy contesto:
– Tengo frio -dijo.
– Ven aqui. Apagare el aire acondicionado.
– No es el aire acondicionado lo que me hace sentir frio.
– Oh… No se. Bueno, ?que es? ?…yo -cabizbajo otra vez.
– Es el piano.
– ?El piano? ?No te gusta mi piano blanco? Bueno, si quieres, quiero decir, si vas a venir aqui a menudo (espero que lo hagas), creo que puedo hacer que se lo lleven. Podria, desde luego. Toco muy mal. He estudiado varios anos pero soy muy malo. La Condesa dice que soy el primer indio de la historia ai que Beethoven le ha cortado la cabellera. Jaja.
– No es el piano.
– Oh… ?Que es entonces? ?Yo?
– Son los libros.
– ?Los libros?
– No. Son los cuadros.
– ?Los cuadros? ?Mis acuarelas? Bueno, uso mucho azul y mucho verde.
– No, no son tus cuadros.
– ?No son mis cuadros?
– Es la
– ?Mi casa es demasiado silenciosa para ti? -pregunto incredulo, pues podia oir claramente a los portorriquenos machacando cubos de basura en la manzana siguiente.
– No silenciosa.
Sissy se levanto. La Condesa habia enviado un servidor con la mochila, y ahora se dirigia a ella.
– ?Que vas a hacer?
– Vestirme. Tengo que marchar.
– Pero yo no quiero que te vayas. Quedate, por favor. Podemos ir a cenar. Te debo una cena. Y esta noche… podemos… hacer el amor de verdad.
– Tengo que irme, Julian.
– ?Por que? ?Por que has de irte?
– Me duelen los pulgares.
– Oh, lo siento. ?Es normal? ?Que podemos hacer?
– He cometido un error. He sido negligente. No he hecho ejercicio. Tengo que hacer un poco de autoestop todos los dias, pase lo que pase. Es como el musico que practica sus escalas. Cuando no practico, pierdo forma y mis pulgares se ponen rigidos, me duelen.
Nada podia Julian responder a esto. Sissy Hankshaw era uno de esos misterios que caen en la tierra sin pedirlos, quiza sin merecerlo, como la gracia… como las maquinas del tiempo. Sus antepasados quizas hubiesen sabido que hacer con ella, pero Julian Hitche no lo sabia. Subitamente, la presencia de Sissy parecia completamente ajena a su estructura de referencias. Su apartamento no era ya estatico cuando ella andaba por el. Alta, con su mono, gotitas de aire orbitandola como planetas de rosas musicales. Hacia tambalearse en sus pedestales a las esculturas. Los pajaros del dormitorio cobraban vida y revoloteaban en la jaula. No podia comprender Julian que hubiese creido ser su papaito consolador unas horas antes.
Tenia Julian un perro al que llamaba Butterfinger, por las barritas de caramelo que comia F. Scott Fitzge-rald cuando cayo muerto de una sorpresa coronaria. Julian le llamaba Butty para abreviar. Butty tenia todos los defectos conocidos de un perro: Era un lamecaras y un huele pollas, un sueltapelusa y un cagarrincones, un muerdezapatos y un muerdevisitas, un cagajardines y un asustagatos, un rasganylon y un embarrasillones, un mendigasobras y un escalarregazos, un persiguecoches y un cagamatorrales, un ocliabano y un contaminairc, un hurgabasuras y un saltapiernas, y, ademas, un labrador de ladrillo tan agudo, repugnante, asqueroso y molesto como solo pueden serlo los perros de agua.
(Sissy, a diferencia de la mayoria de los seres humanos que viajan a pie, victimas de los mordiscos y ladridos de la fantasia canina, no era una odiaperros
Butty ladro cuando dejo Sissy el apartamento. Por una vez, quiza sus ladridos fuesen un ruido tolerable. Gracias a ellos, Julian no podia oirla correr, casi al galope, escaleras abajo. Sissy no podia oir el jadeo que brotaba de los pulmones de Julian como un aspero viento que soplase entre sus dos mundos.
La magia se encontro con ella en la calle 14, cuando Sissy se encaminaba hacia el puente George Washington.
27
LA CONDESA practicaba karate dental. Chop chop chop. Su telefono de princesa se hallaba en inminente peligro de quedar incapacitado por un golpe de dientes.
– Asi que dejo la ciudad -dijo… chop chop-. Bueno, eso no deberia sorprenderte. Es muy propio de ella. Pero dime, ?que te parecio?
– ?Extraordinaria!
– Lo es, no hay duda. ?Dios mio! ?Que preferirias, un millon de dolares o uno de los pulgares de Sissy lleno de centavos?
– ?Que cosas dices! No me refiero a sus manos. Son dificiles de ignorar, lo confieso. Pero hablo de todo su ser. Todo su ser es extraordinario. Como habla, por ejemplo. Es tan
– Ya es hora de que entiendas, queridito, que una mujer no tiene por que entregar los mejores anos de su vida a Radcliffe o a Smith para hablar la lengua inglesa. Aun mas, esas intelectuales universitarias han cogido el olor tanto como las demas. Sospecho que peor. Una camarera sana probablemente use mas Yoni Yum por semana que todo el alumnado de Wellesley-. ?Chop!
Julian lanzo un suspiro.
– No se que decirte sobre eso -dijo-. Pero ella
– Noventa grados a la izquierda, espero. -Chop clac clic-. ?Y que siente ella respecto a ti?
Otro suspiro quejumbroso.
– Creo que la desilusiona que yo no sea mas, bueno… algo mas atavico. Tiene ciertas ideas sentimentales e ingenuas sobre los indios. Sin embargo, estoy seguro de que le he gustado. Me dio varias indicaciones de ello. Pero… luego se fue de la ciudad.
– Ella
La moto de Evel Knievel no habria saltado la pausa que siguio.
– ?Si le gusto que en la cama? -pregunto por fin Julian.
– ?Como que que? -??Chop!! ??Clac!!- ?Que crees tu?
– Bueno… en fin…
– Oh, mierda, Julian, querido. ?Vas a decirme que estuvisteis tres dias juntos y no lo lograste?
– Bueno, lo hicimos. Pero podriamos decir que no acabamos del todo.
– ?Quien tuvo la culpa?
– Supongo que yo. Si. No hay duda, la culpa fue mia.
– En cierto modo me alegra que no fuese culpa de ella. Me preocupaba su virginidad psicologica. Pero ahora quien me preocupa eres