la espada de acero, aplaudieron el beso, lo practicaron con sus hombres, por gozo y provecho, y lo practicaron entre si… dentro de ciertos limites. Debido a que estaban disenadas para amamantar con sus pechos a ninos y a ninas, no son las mujeres tan sexualmente restrictivas como los hombres. Siempre han sido proclives a besar a otras mujeres, practica que ha hecho inquietarse a nuestra Fe y palidecer a nuestros olfateadores de lujuria. En 1899, una victoriana tan relativamente liberal como la doctora Mary Wood-Allen, se sentia obligada a escribir en Lo que debe saber una joven: «Me gustaria que la amistad entre las chicas fuese mas varonil. Dos jovenes que son amigos no se abrazan ni se besan. Las amistades femeninas que incluyen abrazos y besos no son solo estupidas, son peligrosas incluso.»

?QUIEN CANTARA LAS ALABANZAS DEL ESTUPIDO Y PELIgroso beso? Ella temia acariciar tus partes secretas, Sissy, y tu temias acariciarlas delante de ella. Pero vuestras bocas fueron audaces (y estupidas y peligrosas) y os inclinasteis una hacia la otra lentamente, deslizando mejillas, y os besasteis. Coincidiendo con la pulsacion de una abeja que pasaba, aplastasteis las bocas hasta quedar muy pronto enredadas las lenguas en burbujas y jadeos. Largas, gruesas lenguas se pintaban mutuamente con material linguistico; despintando gradualmente los miedos femeninos de modo que pudieses apartar los dedos de su cicatriz y deslizarlos por su vientre abajo. Cuando pelo y jugo susurraron contra las yemas de tus dedos (susurraban palabras sucias como «cono», «chocho», «conejito»), pensaste en Marie, siempre agarrandote alli, y casi apartaste la mano. Pero Jelly gemia en tu boca, inundandola de dulzor, y al momento su propia mano exploro los ardientes pliegues de tu vulva.

Abrazadas, caisteis sobre la hierba. Alla se fue tu Stetson rodando en direccion de la ciudad de Oklahoma. Quiza quisiese saludar a Tad Lucas. Tus ojos enviaron una expedicion arqueologica al rostro de Jelly, y los suyos al tuyo; ambos desenterraron inscripciones y estudiaron su significado. Ella susurro que eras hermosa y valiente. Te llamo «heroe», queriendo decir heroina, pero sus dedos no se confundieron un instante. Intentaste decirle cuanto significaba para ti su amistad. ?Lograste pronunciar las palabras o no? Dientes de espuma, labios de pastel.

Tras una hambrienta quietud, como intermedio de una danza del lobo, se restablecieron los ritmos. Y os visteis ya mutuamente alentandoos, todo habia sido reconocido y aprobado, y tu te arqueabas y empujabas y te retorcias y te doblabas como una carpa, suavemente pero con pronunciada cadencia. El polvo digital es un arte. Los hombres ceden ante el; las mujeres se encumbran. Ohh. ?Bombero salva a nii hijo!

Sentias como si tu mano estuviese en una maquina de discos, una Wurlitzer de carne que arrojase chispas electricas de colores mientras se destrozaba en musica con la Moneda del Siglo. Tu clitoris era un interruptor conectado. Ella lo encendia y seguia encendiendolo y seguia y seguia mas alla. Enroscaste la lengua alrededor de un erecto pezon. Sonrio ella al verte estremecer cuando te abria el ojo del culo.

Todo se hizo confuso. Os acunabais en cunas de sudor y saliva, hasta ya no ver nada. La imaginaste con ajuar de novia, la imaginaste como una yegua. ?Fermentabais, las dos? Oliais como si asi fuese. Abanicos de panico y fiebre se abrian y cerraban, brillaban barbillas con el zumo del beso. Y os meciais, los pulgares meneaban su vientre a compas, aumentando la excitacion… la tuya y la suya.

Con los ojos cerrados, o solo quiza vidriosos, imaginabas su prieto y joven como quieras llamarle en tu mente. Pelo a goteante pelo, se abria ante ti. Tu propio clitoris estaba tan rojo e hinchado como un puro de chicle. ?Oh, aquellas cosas estaban hechas para amarlas!

De pronto, gemiste. Brotaban de ti ruidosos jadeos. Gritabas «Jelly Jelly» cuando solo pretendias murmurar «mmmmmmm». Daba igual. Jellybean no podia oirte. Estaba chillando. Histerica, por la ardiente y abrasadora suavidad del amor femenino. Era hermoso. Era el extasis.

Terrible, como se corre esta potranca, pensaste, ya desaparecidos tus propios espasmos. En el mismo instante, Jelly se preguntaba como una casa de apartamentos urbana podia contener tus gritos sexuales. Pues Jelly, tambien, estaba en reposo. Solo gradualmente comprendisteis ambas que un tercer ingrediente auditivo se habia mezclado con los grunidos de Jelly y los chillidos de Sissy: un sonido mas salvaje, mas ruidoso, aunque evidentemente fuera obra del mismo compositor.

Pegajosos dedos salieron de melones. Empapadas por dentro y por fuera, os incorporasteis las dos. Y llego de nuevo aquel ruido, pero mas fuerte, mas extrano. Si vuestros cabellos, cortos y largos, no hubiesen estado tan humedos, se hubiesen erizado. Era un poderoso trompeteo. Un llanto como el que pudo haber hecho el Mundo el dia en que nacio.

Y fue entonces cuando vosotras, senoras mias, cuerpos rosas estampados con perfiles de aplastadas hojas y de tallos, mirasteis y visteis un escuadron de blancos y sedosos aviones rodear el Lago Siwash, un bando de aves tan grandes y gigantescas y elegantes, que vuestros corazones exprimieron pasta de dientes de eternidad.

50

DESCRIBE A LA grulla chilladora (Grus americana) en veinticinco palabras, o menos.

La grulla chilladora es un ave blanca muy grande y majestuosa, de grandes patas negras, cuello sinuoso y una voz impresionantemente trompetesca.

Vale. Un cinco.

?Solo un cinco? ?Puedo intentarlo otra vez?

Adelante.

La grulla chilladora, la mas espectacular de nuestras aves zancudas nativas, mide sobre metro y medio de altura y casi dos y medio de ala a ala.

Igual, lo siento. Otro cinco.

?Puedo probar otra vez?

Adelante.

Imaginad a Wilt Chamberlain con Yarmulke rojo y niveas plumas…

Alto. Supones que el lector sabe quien es Wilt Chamberlain. Muchas personas no siguen el baloncesto y no entenderian que Wilt significa tamano y fuerza y arrogancia hechos aceptables por la agilidad y la gracia.

Renuncio. La grulla chilladora penetra en el espiritu de uno en el instante en que penetra en los sentidos. Es un perfecto y radiante monstruo del cielo y no soy capaz de describirlo.

Eso esta mejor. Un ocho.

51

– LOS INDIOS paiutte llamaban a la grulla kodudud-dududu -dijo Sissy-. ?Un nombre divertido, verdad?

Jellybean estaba encantada.

– Dilo otra vez -insto.

– Kodudududududu. Seis dus. Kodudududududu.

Las dos rieron.

– Sabes mucho sobre los indios, eh -dijo Jelly. Sacudio hojas muertas de cerezo de las bragas antes de ponerselas.

– Un poco -dijo Sissy. Era mas lenta con la ropa interior debido a sus pulgares.

– Y tambien sobre las aves. No entiendo como te dejan acercarte tanto a ellas. Estas grullas son muy asustadizas. Sobre todo cuando emigran.

– Puede que nunca hayan visto hasta ahora un ser humano desnudo. Somos diferentes cuando estamos desnudos. Pero si, supongo que tengo algo especial con las aves. Ya te hable de Boy, el lindo periquito que consiguio parar un camion Diesel.

Sissy contemplo las tetas como boliicos de Jelly que desaparecian en una brillante camisa de estampado cactus crepusculo. Su mirada azul se hizo solemne.

– Entiendo un poco de indios y de aves -continuo Sissy suavemente-, pero no se si entiendo lo que paso alla

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