huracanes; inundaciones y otras triquinuelas geofisicas trivialidades sin importancia. El erupto de la civilizacion, le llamaban. Quiza los indios mayores tuvieran razon. Recuerda, lector, que eran los anos Eisenhower y las noticias parecian coladas por los calcetines de golf de un comandante de oficina del Pentagono.

El Chink tambien ligaba a los indios mayores con el resto del mundo de otro modo. El Pueblo Reloj habia mantenido misteriosamente durante decadas periodicos contactos con ciertos indios del exterior. Estos contactos exteriores eran brujos o hechiceros, pero el Chink nunca llego a determinar su relacion exacta con el ritual de los relojes y la leyenda de la Eternidad del Gozo, Sin embargo, a mediados de los cincuenta, uno o mas de estos desconocidos empezaron a aparecer en aquel almacen de la Sierra exactamente a las horas de las visitas imprevistas del Chink. Bebian una cerveza con el y le transmitian unas cuantas noticias en apariencia insignificantes, que el consideraba obligado transmitir cuando volvia a la Gran Madriguera. Oficiaba asi de medium, lo mismo que el aire es el medium del repique del tambor, relacionando al Pueblo Reloj, a jovenes y viejos, con tambores lejanos. Actuaba tambien como agente desviador. Cuando entraban en la zona cazadores, autoestopistas o prospectores, utilizaba el Chink sus habilidades para apartarles de las proximidades de la Gran Madriguera. Solia bastar para desviar a los intrusos insinuar cosas sobre caza, bellas cataratas o depositos de minerales, pero de cuando en cuando se deslizaba una pequena roca o habia que prever algun otro accidente. Aun asi, unos cuantos intrusos, sobre todo rangers del servicio forestal norteamericano se colaban por la red del Chink. A los que se acercaban demasiado el Pueblo Reloj los liquidaba. De 1965 a 1969, fueron siete los intrusos que acabaron con una flecha en el pecho y enterrados en la Gran Madriguera.

Fueron estas ejecuciones fuente de discordia entre el Chink y el Pueblo Reloj, cuyos miembros las consideraban lamentables pero necesarias como medida de proteccion, mientras que el Chink decia: «Hay muchas cosas por las que merece la pena vivir, unas cuantas por las que merece la pena morir, pero nada por lo que merezca la pena matar.» El Chink intento convencer al Pueblo Reloj de que con el aumento del trafico aereo sobre las montanas, y con la mucha gente que la civilizacion estaba arrojando a las zonas deshabitadas era solo cuestion de «tiempo» el que fuese descubierta su cultura. ?Que harian entonces? Evidentemente, el Sistema no seria lo bastante generoso como para dejarles en paz. «Nos esconderemos en los tuneles», respondian algunos de mediana edad. «Nos defenderemos hasta la muerte», contestaban algunos jovenes. «Los movimientos de la tierra se cuidaran de todo eso», contestaban los viejos, sonriendo enigmaticamente.

Aunque los asesinatos le inquietaren, aceptaba el Chink con facilidad otras contradicciones en la filosofis del Pueblo Reloj, Y cuando se enfrentaba con una contradiccion, como se veia enfrentado, como nos vemos todos, todos los dias y hasta todas las horas, le parecia que no habia mas solucion que aceptar los dos puntos de vista.

Sin embargo, le impacientaban cada vez mas las ideas del Pueblo Reloj, y hacia el final de su estancia en la Sierra solia brotar con frecuencia el raton de su risa burlona.

Pero tambien algunos jovenes de la Gran Madriguera habian perdido la paciencia. Por las transmisiones de noticias del Chink, se habian enterado de la militancia creciente de los indios norteamericanos. Supieron del Poder Rojo y de reservas cuyos orgullosos residentes se habian pintado los colores de guerra… y se habian armado hasta los dientes. A principios de la primavera de 1969, cuatro jovenes salieron furtivamente de la Gran Madriguera, aventurandose en el extrano mundo exterior, situado mas alla de las nevadas montanas, para ver con sus propios ojos. Un par de meses despues regresaron, emocionados, emplumados, llenos de abalorios, zumbando revolucion. Dos camaradas se unieron a ellos y todos desertaron del Pueblo Reloj para ir a enfrentarse al hombre blanco en sus propios terminos… y en su propio tiempo. De camino montana abajo fueron los jovenes hasta la cabana del Chink.

– Estas tan harto como nosotros de esperar sentado ese terremoto de mierda -dijeron en un idioma de reciente adopcion-. Eres fuerte y listo y nos has ensenado muchas cosas. Ven con nosotros y unete al movimiento.

– ?Tiene consignas ese movimiento vuestro? -pregunto el Chink.

– ?Claro! -gritaron. Y le citaron algunas.

– ?Tiene bandera vuestro movimiento? -pregunto el Chink.

– ?Claro! -y le describieron su ensena.

– ?Y tiene dirigentes vuestro movimiento?

– Grandes dirigentes.

– Entonces, podeis meteroslo en el culo -dijo el Chink-. No habeis aprendido nada.

Y bajo al arroyo a buscar berros.

Unas semanas despues, acepto la invitacion de un anciano jefe siwash que era el principal aliado exterior del Pueblo Reloj, un brujo degenerado que sabia convertir la orina en cerveza, para que le iniciase como hechicero, honor que le dio derecho a ocupar la cueva sagrada del lejano Cerro Siwash. Inmediatamente partio para las colinas de Dakota a construir un reloj cuyos tics pudiesen repetir exactamente los tics del universo, cuyo son, sonaba a su oido, cada vez mas «ja ja jo jo ji ji».

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CUANDO SE ESTA todo el dia en la silla, se necesila hacer algo con la boca aparte de cantar «yipi yipi yu». Claro que suele hacer demasiado calor y sequedad para cantar. Una acaba con la garganta llena de polvo.

Sin embargo, cuando se esta pegado a la silla del amanecer al obscurecer, se necesita algo de naturaleza oral que le mantenga a uno ocupado y tranquilo. Por eso tantos vaqueros mascan tabaco o fuman «lielo usted mismo». Por eso, es realmente Pais Malboro.

Pero las vaqueras de la Nueva Era, no son muy partidarias del habito del tabaco. Gloria estaba poderosamente ligada a los Pall Malls que llegaban a ella a traves de una larga ruta, desde Richmond Sur, Virginia. Y Big Red solia aceptar una mascada. En conjunto, sin embargo, las chicas sentian por el tabaco una no- preferencia rayana en el desprecio. Aunque no estuviesen de acuerdo con Debbie que predecia: «Cuando las cosas se pongan realmente mal en el planeta y la Tierra empiece a desmoronarse con las guerras, la contaminacion, los terremotos, etc., entonces, vendran los Seres Superiores en platillos volantes y rescataran a las almas mas perfectas que haya entre nosotros; pero no podran llevarse a bordo de sus naves espaciales a los fumadores, porque los que tienen nicotina en el organismo explotan al entrar en la septima dimension».

Las vaqueras necesitaban, en cierto modo, algo con la boca mientras cabalgaban, y lo que hacian era esto: se metian un caramelo en un carrillo y un trebol en el otro. Raras veces chupaban y nunca masticaban, solo se concentraban en la mezcla de jugos del caramelo y el trebol que bajaba por sus amigdalas, en un goteo constante como agua de lluvia cayendo por los tejados de caramelo del pais de las hadas.

Y ademas de calmar y entretener, sin la necesidad de escupir ni utilizar las manos, el caramelo y el trebol dan al individuo el aliento mas interesante del mundo.

No es extrano que las damas del Rosa de Goma anduviesen siempre besandose, aunque lo que una vaquera hace con su boca cuando vuelve al barracon, no deberia en realidad preocuparnos a nosotros, estudiosos de las costumbres de Occidente.

Cuando habia treinta o mas vaqueras cabalgando en el Rosa de Goma, solian la grama y las colinas y todo el ancho cielo incluso empezar a oler a caramelo y trebol.

A veces el Cliink lo percibia desde su cerro. No al principio de su llegada a Dakota, claro. Entonces, solo podia oler polen y artemisa y humo de madera y su propio yo peludo. Alguien dijo, no recuerdo quien: «un ermitano es misterioso para todos salvo para el ermitano».

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CUANDO SE instalo en el Cerro Siwash, no podia el Chink al principio captar una vaharada de aliento caramelotrebol o de arrebato risa-Condesa de vaqueras. Y mejor asi, pues si hubiese habido vaqueras entonces en el Rosa de Goma, podrian haber apartado su nariz de sus propios asuntos. Y tenia asuntos de sobra. La cueva

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